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26 ene 2020

CRIN: Justicia para los sobrevivientes de abuso sexual infantil en la Iglesia católica de América Latina


Los abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica son un problema a nivel mundial. Desde Irlanda hasta Australia, de Japón a Sudáfrica, de Bolivia a Canadá y de Guam a Polonia, han salido a la luz denuncias sobre el abuso de niños y niñas por parte del clero y de otros empleados de la Iglesia, además de su encubrimiento. La dimensión del problema en América Latina sigue creciendo ya que, aunque la región tiene una de las menores tasas de denuncias de abusos sexuales contra el clero católico en el mundo, un número cada vez mayor de sobrevivientes tiene el coraje de compartir sus experiencias y actuar contra sus agresores y la institución religiosa que los ha protegido.


28 mar 2019

RFI: Justicia chilena condena la Iglesia a indemnizar a tres víctimas de Karadima


Este miércoles, en una decisión histórica , la justicia chilena ordenó a la Iglesia Católica local pagar una indemnización de unos 145.000 dólares por "daño moral" a tres víctimas de abusos sexuales perpetrados por el exsacerdote Fernando Karadima.

El caso del exsacerdote Fernando Karadima sacó a la luz la cultura de abusos del clero en Chile. Este 27 de marzo, la Corte de Apelaciones de Santiago acogió la demanda civil en contra de la Iglesia Católica y le ordenó pagara 100 millones de pesos (unos 145.000 dólares) al médico James Hamilton, el filósofo José Andrés Murillo y el periodista Juan Carlos Cruz.

Este fallo, Hunánime, marca según las víctimas un precedente para futuras demandas indemnizatorias. El documento revoca una sentencia de 2017 y "declara procedente la acción indemnizatoria" por concepto de "daño moral" contra los tres demandantes, hoy convertidos en los principales rostros de de la defensa de las víctimas de abusos sexuales cometidos en el seno de la Iglesia chilena.

En entrevista con RFI, James Hamilton dijo sentir "mucha alegería, mucha felicidad": "Aunque Ud. no lo crea, poco nos importan los montos. Podrían haber sido mil pesos, que sería un euro, la verdad es que los que nos importa es que de manera unánime tres jueces de la República de Chile dejan establecidos que la iglesia no sólo está respondiendo por encubrimiento civil de los sacerdotes y por haber permitido que estos abusos pudiera seguir ocurriendo. Eso es único en el mundo, somos pioneros en el mundo, los tribunales chilenos le dicen al mundo que la iglesia es responsable de lo que realizan y cometen sus clérigos", subraya el médico.

Para nosotros ahora viene una etapa de reconstrucción, ha sido un largo trabajo y camino de reconstruirnos como persona, como familia, como comunidad. Ahora viene una etapa en la que vamos a tratar de contribuir a la reconstrucción nacional, de tantas personas abusadas, de una cultura de abuso, como dijo el papa, que permea todo, permea a los grupos militares, a los grandes empresarios, a los políticos. El abuso en Chile se transformu en una norma que como país católico seguía de alguna manera sutilmente las políticas de abuso de la Iglesia. Hoy eso se acabó", sentencia Hamilton.

La sentencia judicial considera que la iglesia fue negligente al no investigar las denuncias de abusos expresados por las tres víctimas de Karadima, y acusa a la Iglesia de no haber observado o ejercido correctamente su deber de vigilancia sobre el exsacerdote.

Fernando Karadima, un religioso antiguamentr influyente y formador de varios obispos, fue condenado en 2011 por el Vaticano por abuso sexual a menores y relegado a una vida de oración y penitencia, pero no fue expulsado del sacerdocio hasta el año pasado, cuando el papa Francisco anunció su dimisión en línea con la promesa de "tolerancia cero" a los abusos.

En paralelo a la justicia canónica, que ha expulsado a varios obispos y sacerdotes en el último año, los tribunales chilenos mantienen abiertos 158 casos en contra de religiosos o laicos que desarrollan funciones en la Iglesia.


Fuente Radio Francia Internacional (RFI). 

23 oct 2018

Primer Ministro de Australia: "A los niños a los que fallamos, lo sentimos"

"Yo les creo, nosotros les creemos, su país les cree", así concluye Scott Morrison, Primer Ministro de Australia, la disculpa nacional a las víctimas de los abusos sexuales.
Vía El País.

Es infrecuente que un primer ministro pida disculpas en nombre de todo un país. En la historia de Australia solo ha ocurrido dos veces, y la segunda la ha pronunciado este lunes Scott Morrinson, el actual mandatario del país oceánico. Morrinson ha dirigido un mensaje a la nación para pedir perdón a las víctimas del abuso sexual y a sus familias. La disculpa institucional llega después de una investigación de cinco años que sacó a la luz más de 8.000 casos ocurridos, en su mayoría, en centros infantiles regidos por religiosos o por el Estado.

"Hoy, como nación, hacemos frente a nuestro fracaso por no haber escuchado, creído ni ofrecido justicia, lamentó Morrinson en la capital del país, Canberra, ante 800 víctimas y familiares, algunos de los cuales rompieron a llorar durante su discurso. "Pedimos perdón. A los niños a los que fallamos: perdón. A los padres cuya confianza quedó traicionada y que han luchado para reparar el daño: perdón", enfatizó el dirigente.

En 2008 el primer ministro de entonces, Kevin Rudd, pronunció otro discurso de perdón nacional. Entonces fue a los indígenas australianos, por las políticas de asimilación que arrancaron de sus familias a bebés aborígenes para entregarlos a padres blancos.

El primer ministro Morrinson se ha comprometido a mejorar la vigilancia para evitar futuros casos, pero eso no ha acallado las críticas de algunas víctimas. Es el caso de Tony Wardley, que sufrió abusos en los años 80: "Si piensan que pidiendo perdón el problema va a acabarse, no es así. Queda mucho por hacer", ha declarado a una cadena de televisión.

"Ha sido algo muy intenso, mucho, estar presente en la sala", confiesa Graeme, otra de las víctimas. "Miré a mi alrededor y pensé para mi: no hay otro lugar con más gente fuerte en todo el país". "Me siento orgulloso de ser una víctima y de todas las víctimas", ha añadido.

El Estado australiano ha indemnizado a algunas víctimas con hasta 92.000 euros. El Gobierno, en manos de conservadores, no ha decidido aún si adoptará algunas medidas que emanan de la investigación, como la de exigir a los curas católicos que informen de los casos de abusos que escuchen en confesión. La conferencia episcopal australiana  declaró el pasado junio que no cumplirá esa legislación estatal en caso de aprobarse.




2 oct 2018

El País: La Iglesia chilena prohíbe a los curas tocar los genitales a los niños y besarlos en la boca

El arzobispo de Santiago publica (y retira) una polémica instrucción para evitar los abusos del clero.

Justamente cuando el Vaticano impulsa una limpieza histórica en la Iglesia chilena y la Fiscalía mantiene 126 causas abiertas por abusos sexuales contra menores cometidos por religiosos, la jerarquía católica del país sudamericano da muestra de una crisis profunda al publicar una instrucción dirigida a los sacerdotes en la que se les prohíbe los "abrazos demasiado apretados", "dar palmadas en los glúteos, tocar el área de los genitales o el pecho", "dar masajes", "besar en la boca" o "recostarse o dormir juntoa niños, niñas o adolescentes". Firmado por el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, imputado por encucrimiento, el manual nunca habla directamente de abusos sexuales, sino de "señales equívocas" o de "hechos dolorosos". La Defensora de la Niñez chilena, Patricia Muñoz, confesó estar en "estado de shock" luego de leer el documento de nueve páginas que la iglesia retiró de su web a las pocas horas a causa de la polémica. "Hay una falta de comprensión brutal".

El documento se titulaba Orientaciones que fomentan el buen trato y la sana convivencia pastoral y, según explicaba Ezzati en la introducción, era un documento de trabajo preliminar que debía alcanzar una versión definitiva en abril de 2019. En el capítulo referido a las "muestras de afecto", prohíbe a los sacerdotes "abrazar por detrás", "luchar o realizar juegos que implican tocarse de manera inapropiada", "cualquier expresión de afecto que el niño, niña, adolescente y personas vulnerables no aceptan y rechazan" y recomienda "utilizar el tacto solamente según lo apropiado o según lo permitido por la cultura local". En otro de los apartados del manual se hace referencia a "las conductas que pueden ser malinterpretadas y que, por lo tanto, hay que evitar". En esa línea, señala que los sacerdotes no deben "violar la privacidad, mirando o sacando fotos, mientras los niños, niñas, adolescentes o personas vulnerables estén desnudos, se visten o se duchan" o "usar lenguaje inapropiado y soez". "Cualquier material sexualmente explícito o pornográfico es absolutamente inadmisible", indica el documento.

Al retirarlo de circulación este fin de semana, el arzobispado indicó que se trataba de un instrumento de trabajo hecho de acuerdo con estándares internacionales y que "se corregirán ciertos contenidos que fueron traducidos de forma literal y que no son adecuados o que se prestan para interpretaciones incorrectas". "Presentamos las disculpas del caso y publicaremos una nueva versión en el más breve plazo", agregaba el comunicado. A las víctimas les parece "vergonzoso". "Demuestra claramente que la iglesia no entiende nada de esta tragedia. Es indignante", señala Jaime Concha, médido chileno de 55 años, que entre los 10 y los 17 sufrió abusos de religiosos en su colegio de la congregación marista. "No son muestras de cariño, sino delitos contra niños, niñas y adolescentes. Es lo que nos hicieron a nosotros cuando nos atacaron sexualmente".

La crisis de la Iglesia se destapó con la visita del papa a Chile en enero,  donde puso en duda la veracidad de las acusaciones de las víctimas. Franciso, sin embargo, se dio cuenta de su error y encargó una investigación, considerada histórica. Invitó a algunos de los que sufrieron abusos a su residencia para escuchar sus testimonios y convocó a la Conferencia Episcopal chilena al Vaticano, donde los 34 obispos tuvieron que presentar su renuncia. Hasta ahora, el Papa ha cursado siete dimisiones y ha decidido personalmente expulsar del sacerdocio por delitos sexuales a dos reconocidos religiosos. El El sacerdote Cristián Precht, un icono de la lucha contra la dictadura, y Fernando Karadima, símbolo del calsisimo, del apego de una parte de la iglesia al poder económico y social de la derecha doctrinaria que defendió al régimen militar de Pinochet. La limpieza que está llevando adelante Francisco y la arremetida de la Fiscalía chilena han alcanzado a religiosos de distintas fracciones de la Iglesia chilena que, a diferencia de otros países, está fuertemente ligada al proceso político nacional de las últimas décadas. 

"CREÍA QUE NO LE PERTENECÍA A MIS PADRES SINO A MIS ABUSADORES"

La Fiscalía chilena lleva adelante una histórica causa penal por los abusos contra menores cometidos por miembros de la Iglesia. Mantiene abiertas 126 investigaciones, aunque el número aumenta con las horas gracias a los registros de las oficinas de la institución católica en diferentes lugares del país. La indagación alcanza a 221 sacerdotes y ocho obispos. Los fiscales no solo buscan determinar la responsabilidad de los autores de los delitos sexuales, sino que apuntan a la jerarquía del clero chileno por encubrirlos. El sacerdote investigado de mayor edad tiene 90 años. La mayoría de los abusadores son hombres, 210. Hasta ahora se han contabilizado 245 víctimas, la mayoría varones violentados entre los 11 y 15 años. Entre los religiosos extranjeros indagados por abusos sexuales se encuentran ocho españoles, tres italianos, tres colombianos, dos irlandeses, un boliviano, un peruano, un filipino y un coreano. Abel Pérez, un antiguo hermano marista de 71 años, español, tiene la mayor cantidad de víctimas: al menos 16.
“Desde que llegué al colegio a quinto básico, un grupo de religiosos comenzaron a marcarme. Llegué a creer como niño que había sido escogido y que no le pertenecía ni a mis padres ni a mí mismo, sino a mis abusadores. No sé cómo lo hice para sobrevivir”, señala el médico Jaime Concha sobre lo que vivió mientras estudiaba en el Instituto Alonso de Ercilla de la capital chilena: intentos de masturbación, tocamientos, besos forzados y violaciones. “Abel Pérez fue mi principal abusador, el más sistemático. Como todos los depredadores sexuales, en lo público era reservado, inteligente, disciplinado, pero en lo privado se transformaba, atacaba y se transfería la culpa. ‘Mira lo que me hiciste hacer’, me decía”. El hermano marista, que comenzó a ejercer de profesor de matemáticas en 1974, fue trasladado 15 veces de lugar en lugar y hasta 2010 estuvo en contacto con niños y adolescentes. Cuando confesó los delitos que cometió durante décadas, fue expulsado de la congregación en junio pasado y está imputado por la justicia. 

De acuerdo con el fiscal regional Raúl Guzmán, que investiga los abusos cometidos por maristas, la causa es la de mayor extensión de las que se conocen hasta ahora en el país: “Tiene cerca de 25 imputados y una cincuentena de víctimas, de nueve años en adelante. Tenemos denuncias desde 1967 hasta 2017”. Según el fiscal, “que algunas víctimas visibilicen estos hechos ha motivado a otras a denunciar y a solicitar que se investigue. El derecho a saber la verdad no está sujeto a las reglas de prescripción”.

16 ago 2018

El País: Más de 300 sacerdotes acusados de abuso sexual en Pensilvania


Un exhaustivo informe del gran jurado estatal identifica a más de 1,000 víctimas infantiles

Un terremoto eclesiástico sacude Pensilvania. Un brital informe del gran jurado ha revelado este martes que más de 300 sacerdotes abusaron de niñas y niños durante las últimas siete décadas. Esta investigación, que logró identificar a más de 1.000 víctimas infantiles, es la má exhaustiva que se ha llevado a cabo sobre el abuso sexual de la Iglesia Católica en Estados Unidos. El fiscal general del Estado, Josh Shapiro, entregó los escabrosos detalles del documento, donde se concluye un "encubrimiento sistemático por parte de altos funcionarios de la iglesia en Pensilvania y en el Vaticano".

Los sacerdotes que estaban al tanto de la situación decidieron proteger a la iglesia y a los abusadores, antes que a las víctimas: "Lo principal no era ayudar a los niños, sino evitar el escándalo", dijo Shapiro en una rueda de prensa. Como consecuencia del encubrimiento, "casi todos los casos de abuso que encontramos son demasiado viejos para ser enjuiciados", aclaran los investigadores en el informe. Y aunque consiguieron identificar a más de mil víctimas infantiles, remarcan que el número real -entre los casos que se perdieron y los de los niños que no se atrevieron a acusar- es "miles".  

El documento de casi 1.400 páginas publicado por la Corte Suprema de Pensilvania describe el comportamiento de los sacerdotes pedrastras de seis de las ocho diócesis del Estado, entre las que se encuentran Harrisburg, Pittsburg, Allentown, Scranton, Erie y Greensburg. La mayoría de las víctimas eran adolescentes y preadolescentes: "Algunos fueron manipulados con alcohol o pornografía. A algunos les hicieron masturbar a sus agresores, o fueron manoseados por ellos. Algunos fueron violados oralmente, algunos vaginalmente, algunos analmente", denuncia el texto.

La investigación acusa a los líderes de la iglesia de desalentar a las víctimas de denunciar los crímenes. "Varios administradores diocesanos, incluidos los obispos, a menudo disuadieron a las víctimas de denunciar abusos a la policía, presionaron a las fuerzas del orden público para que cancelaran o evitaran una investigación o llevaron a cabo su propia investigación deficiente y sesgada sin informar los crímenes contra los niños a las autoridades correspondientes", reza el documento.

El fiscal Shapiro narró algunos detalles de los abusadores, como que le entregaban cruces de oro a los niños abusados para distinguirlos de los otros. También contó el caso de una niña que fue violada por un sacerdote y que quedó embarazada. Shapiro leyó una nota donde un religioso mostraba su empatía y compasión por la situación que estaba viviendo. La carta estaba dirigida al violador, no a la víctima. La red de protección entre los religiosos queda de manifiesto en una serie de historias que describe el documento. En la diócesis de Erie, por ejemplo, un sacerdote le confiesa al obispo que violó al menos 15 niños, uno de ellos de siete años. El líder reliogoso lo felicita por ser una persona "sincera" y por lograr "avanzar en su adicción".



La publicación sale a la luz semanas después de que Theodore McCarrick, un exarzobispo de Washington de 88 años, renunciara como cardenal. La destacada figura en la iglesia estadounidense presentó su dimisión al Papa Francisco después de que se le acusara de abusar sexualmente de niños y adultos desde el inicio de su vida religosa, hace medio siglo atrás.


Uno de los casos más sonados de abuso sexual dentro de la Iglesia Católica de Estados Unidos tuvo lugar en Boston. En el año 2002, el periódico The Boston Glove publicó una investigación donde aparecían 87 sacerdotes pedrastras en los últimos 30 años. El reportaje, que inspiró la película ganadora del Oscar Spotlight, también develaba cómo las altas esferas eclesiásticas permitieron que los abusadores volvieran al ministerio público, tras cortas estancias en centros de rehabilitación. Ese reportaje destapó una olla de casos silenciados e ignorados no solo en Boston, sino que en todo Estados Unidos.

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19 mar 2018

El País: Primera condena a un sacerdote en ejercicio en México

“Los abusos sexuales los curé con terapia, pero el calvario judicial y el encubrimiento no”

Jesús Romero relata su lucha hasta lograr la primera condena a un sacerdote en ejercicio en Ciudad de México por violarlo durante cinco años cuando era menor.
Escribe, Jacobo García.

Jesús Romero llegó exhausto a la sentencia del jueves. Reconoce que es histórica pero también que fueron tan duros los abusos sexuales como los últimos 10 años litigando. De los 35 años que tiene ha pasado una década peleando para exigir justicia y recordando una y otra vez a aquel sacerdote que le sobó hasta el asco y le obligó a hacerle sexo oral decenas de fines de semana en su casa de Cuernavaca.

Por primer vez en la Ciudad de México, el jueves pasado, un sacerdote en activo, Carlos López Valdez, fue condenado por la violación de un menor. Un juzgado condenó a 63 años de cárcel al religioso, de 70 años. La sentencia es también la primera que involucra directamente a dos obispos en activo, señalados por conocer y no denunciar las aberraciones.

Es casi un patrón en México que muchas víctimas tienen que denunciar, investigar, reunir las pruebas y hasta localizar a los culpables antes de obtener justicia. Si además los involucrados tienen que ver con la Iglesia, la tarea es titánica.

“Cuando conocí la sentencia rompí a llorar. Ni siquiera pensaba en todo lo que me hizo Carlos, sino en el martirio que he pasado después por denunciar. El Ministerio Público hizo desaparecer pruebas, me trató mal, me humilló, me citó en vacaciones o intentaba convencerme de que el caso había prescrito”.

Cuando Jesús presentó como prueba las fotos del religioso vestido solo con un tanga o desnudo con el pene del niño en la boca, tuvo que escuchar a los voceros del episcopado decir que “solo buscaba dinerito”. “Se dice fácil pero han sido 10 años durísimos en los que he salido abatido tantas veces de la PGR”, recuerda en entrevista con EL PAÍS.

La sentencia del 8 de marzo es también una suma de reproches al Ministerio Público por obstaculizar deliberadamente un caso repleto de pruebas y reabre el debate sobre el derecho canónico y su acomodo en el derecho civil. ¿Es suficiente con esconder a los culpables en clínicas espirituales? ¿Por qué permitieron que el sacerdote siguiera en contacto con niños y oficiando misa una vez conocidas las pruebas?.

En 1994 Jesús quería ser misionero. En las iglesias de San Agustín de las Cuevas y de San Judas Tadeo en el centro de la capital conoció al padre Carlos, con quien empezó a oficiar misa como acólito y a quien quería como un padre.

“Un día le pidió permiso a mis papás para que me dejaran pasar un fin de semana con él. Al anochecer me pidió que me acostara con él a pesar de que había dos recámaras más. Sentí algo muy raro el que yo fuera a dormir con un sacerdote en la misma cama, era como si yo no pudiera compartir ese lugar, que a pesar de estar fuera de la parroquia estaba, al menos para mí, impregnado de algo sagrado. Yo me puse mi pijama para dormir pero él me dijo que eso era antihigiénico, que me la quitara. Obedecí con mucha pena, ya que nunca había estado desnudo delante de alguien que no fuera mi mamá”.

"En la madrugada comencé a sentir que me tocaban mis partes íntimas. Desperté asustado y me di cuenta de que era él. No supe cómo reaccionar, simplemente no lo podía creer. A lo único que me pude aferrar fue a pensar que él estaba dormido”, recuerda sobre aquellos días. Jesús tenía en 11 años.

Los abusos continuaron hasta que un día descubrieron en una caja decenas de fotos y correspondencia postal del religioso con otras personas, “supongo que pederastas también, que le pedían más fotos mías. Entonces, él las intercambiaba”.

Todos los  detalles del caso los contó la periodista Sanjuana Martínez en su libro Manto Púrpura (Mondadori) y después Alejandra Sánchez en el documental Agnus Dei: Cordero de Dios. La cinta es la infatigable búsqueda de Jesús por todas las parroquias de la ciudad hasta encontrar y confrontar al “hombre que me jodió la vida”.

Durante esos años (1994-1999) al menos dos obispos en activo estaban enterados de la existencia de un sacerdote que se rodeaba de niños, con los que pasaba los fines de semana en la alberca de Cuernavaca y al que le gustaba fotografiarse con ropa interior femenina.

El obispo de Sinaloa, Jonás Guerrero, y de Colima, Marcelino Hernández, vieron aquellas imágenes y se limitaron a enviar una carta al religioso sugiriéndole su ingreso en Casa Damasco “para atender su problemática”. Casa Damasco es una de las tres enigmáticas viviendas con las que cuenta la Iglesia mexicana para atender aquellos casos de sacerdotes con algún trastorno sexual.

“Todo este tiempo la principal dificultad ha sido romper los vínculos políticos con los religiosos y legales. Impidieron que avanzara la investigación”, señalan Luis Ángel Sala y Jesús Romero abogados de la organización de Derechos Humanos Grupo de acción para la justicia social, que se ha encargado del caso. La ONG anuncia que interpondrá dos denuncias contra los obispos ante la fiscalía para delitos sexuales.

“Lo que me hizo ese hombre lo he logrado superar después de muchos años de trabajo en terapia. Pero no lo que sucedió después. Yo pensaba que era la víctima, que había sufrido abuso y violación y que todos se pondrían de mi lado para meter a un delincuente en la cárcel y alejarlo de cualquier niño. Pero no, todo se convirtió en un calvario”.


17 ago 2017

Australia: ¿Se debe obligar a los curas a denunciar los abusos revelados en confesión?

media¿Se debe obligar a los curas a denunciar los abusos revelados en confesión?
Por Lucile Gimberg

El jefe de Finanzas del Vaticano, el cardenal George Pell, imputado por abusos sexuales en Australia, compareció en julio de 2017 ante un tribunal de Melbourne. Se declaró inocente.

La Comisión que en Australia investiga cómo mejorar la respuesta institucional ante los casos de abusos sexuales contra niños, recomendó castigar penalmente a quienes no los denuncien, incluso si el caso fue revelado en el confesionario. La Iglesia local rechaza la propuesta.

Tras cuatro años de investigación, la Comisión Real sobre las respuestas institucionales a los abusos pederastas en Australia publicó este lunes 85 propuestas de reformas para mejorar el sistema penal. Entre ellas, una suscita particularmente el debate. Para la comisión, los curas deben ser obligados a señalar los abusos a menores revelados incluso en el momento de la confesión. Recomienda así imponer sanciones penales contra quienes no denuncien un caso de abuso, incluso si fue revelado dentro de la oscuridad del confesionario.

"No puede haber exención, excusa, protección o privilegio con respecto a los delitos atribuidos al clero", aconseja el órgano. "La Comisión ha oído casos en ambientes religiosos en los que los agresores que hicieron una confesión religiosa sobre el abuso sexual a niños reincidieron y buscaron perdón", reza su comunicado.

"En los casos de abusos sexuales se trata generalmente de una palabra contra otra, y se carece de testigos o evidencias científicas o médicas. Los demandantes a menudo tardan años o décadas en denunciar el abuso", explicó el director ejecutivo de la Comisión Real, Philip Reed.

Mejor que la cárcel que romper el secreto de la confesión

Pero varios líderes de la iglesia australiana ya se niegan a seguir lo recomendado. La confesión es una parte fundamental de la libertad religiosa, aseguró uno de los responsables de mayor rango del clero australiano, el arzobispo de Melbourne, Denis Hart, y, al ser preguntado sobre si los curas deberían ir a la cárcel antes de romper el secreto de confesión, dijo: "Yo lo haría".

"Se trata de una comunicación sacro-santa que emana de un orden superior y que los curas deben respetar por naturaleza. Ellos nunca harían algo que perjudique a los niños", consideró. "Si una ley dice que debo divulgar eso [...] voy a negarme a aplicar la ley", declaró por su parte el cura jesuita y abogado Frank Brennan al diario The Australian.

Presión ciudadana sobre los políticos

"Al escuchar horas y horas de testimonios de víctimas, la Comisión Real debe haber comprobado que en el seno de la Iglesia Católica responsables jerárquicos encubrieron una y otra vez crímenes que les fueron revelados", dijo a RFI Wayne Chamley, portavoz de Broken Rites, una organización que defiende a las víctimas de abusos sexuales contra menores y que dio pruebas a la Comisión Real.


"Le doy un ejemplo, prosiguió Chamley, hay un cura que ya no saldrá nunca más de la cárcel porque la policía estima que abusó sexualmente de más a menos 1.000 niños. Por eso, fue transferido a 27 parroquias diferentes. Cada vez que lo denunciaban a los obispos por su actitud, lo movían a otro lugar; y casos así han existido en todas partes en Australia", afirma Chamley.


En febrero de este año,
la misma Comisión reveló que según sus investigaciones, un 7% ha presuntamente abusado de niños entre 1950 y 2010.

Para el activista Wayne Chamley, hoy la opinión pública australiana es tan consiente de esta realidad que "ningún político escuchará a las Iglesias". "Un diputado que se opondría a las recomendaciones de la Comisión, perdería su escaño en las próximas elecciones", aseguró a RFI.



Notas relacionadas: "4,400 menores sufrieron abusos sexuales de curas católicos en Australia".
Fuente Radio Francia Internacional: http://es.rfi.fr/asia-pacifico/20170815-australia-se-debe-obligar-los-sacerdotes-denunciar-los-abusos-sexuales-revela

21 feb 2017

"En ridículo", sobre la sentencia en el caso Sodalicio por Ronald Gamarra

Hace apenas unas semanas, la fiscal María del Pilar Peralta Ramírez dispuso el archivo de la investigación en curso contra Luis Figari y otros jerarcas de la organización religiosa Sodalitium Christianae Vitale por abusos sexuales, secuestro, lesiones y asociación ilícita. Cometidos durante varias décadas, en agravio de menores y jóvenes iniciados con engaños en dicho movimiento católico. Sí, la tapó, le echó tierra, dio por terminada la indagación sin hallar mérito alguno a formlizar denuncia ante el Poder Judicial contra Figari, quien así quedaba procesalmente librado de polvo y paja, con una impunidad de campeonato.

La Fiscal Peralta afirmó entonces, de manera concluyente: "La parte denunciada ha acreditado ciertas cosas; de la parte denunciante, sólo han sido palabras". Osea que Figari merecía crédito; los agraviados, ninguno: sus denuncias sólo eran palabras que se lleva el viento. Acto seguido, minimizó y ninguneó el perjuicio sufrido por las víctimas al afirmar que "son sujetos con discernimiento amplio y en plenas facultades volitivas" y que todos ellos llevaron vidas personales y profesionales exitosas. Y hasta los amenazó de victimarios y lavadores de cerebros: "Si aceptase la idea de la captación como acto de secuestro, significaría que todos ellos también habrían realizado la conducta denunciada".

Para redondear la faena, la fiscal Peralta enterró toda posibilidad de discusión bajo el milagroso manto de la prescripción, y así dijo: "debido al transcurso del tiempo partimos de la idea adicional a los fundamentos de inexistencia de los delitos denunciados que asimismo si estos fueran ciertos a la fecha los delitos de secuestro y lesiones graves han prescrito penalmente". Sí, la misma prescripción que protege y libera de sanción a los sinvergüenzas del negociado de los petroaudios. A los traficantes de Fondos de Comunicore. A algún expresidente. Ya lo saben, señores, señoras, aquí no hay nada más que debatir.

Esta resolución fue recibida con rechazo y profunda indignación por parte de los agraviados y la mayor parte de la opinión pública. Que no se pueda esperar justicia de nuestras instituciones encargadas de esa tarea es una triste realidad, pero que un abusador sexual tan público y descarado, desemascarado por innumerables pruebas, como Luis Figari, no pueda ser procesado en nuestro país - y nisiquiera traído al Perú de su refugio bajo las alas del Vaticano y del papa Pancho- es una verdadera vergüenza que ya sobrepasa todo límite. Pero esto es lo que hay, las víctimas lo saben, y no por ello se arredran ni menos aún retroceden.

La resolución de la fiscal Peralta es una pieza de antología para cuando se necesite ilustrar a los estudiantes sobre la distancia entre la verdad de los hechos y cierto "razonamiento jurídico". O cuando se quiera graficar cómo es absolutamente cierto aquello de que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Pues muuy apesar de la resolución de la fiscal Peralta, el escándalos de los abusos cometidos por los líderes del Sodalicio es tan rotundo que no deja lugar a dudas. Y es tanto así, que hace buen tiempo que los actuales líderes del Sodalicio pugnan ya no por negar cinicamente los hechos, como lo hacían desde siempre,  sino por controlar los daños que la verdad de los abusos puede acarrear a la propia existencia de esa desacreditada institución.
 
Así pues, esta semana el Sodalicio presentó públicamente un informe sobre abusos cometidos en esa organización, donde reconoce expresamente que Luis Figari y otros dirigentes del Sodalicio cometieron abusos sexules contra no menos de 36 jóvenes, de los cuales 19 eran menores de edad cuando fueron atropellados. Uno de los abusadores, German Doig, fallecido hace varios años, era postulado por el Sodalicio en el Vaticano para ser consagrado santo, el primer santo sodálite, nada menos. La postulación quedó sin efecto, precisamente, al descubrirse fechacientemente su responsabilidad en abusos, aunque entonces se dijo que "no había alcanzado las virtudes heroicas" suficientes para la santidad.

Este informe interno del Sodalicio, elaborado por el irlandés Ian Elliot y las norteamericanas Kathleen McChesney y Mónica Applewhite, le da una lección a la fiscal Peralta y le enseña cómo se debe hacer una investigación, actuando con diamismo y buscando activamente a quienes participaron en los hechos o a quienes los conocieron de algún modo. No como la fiscal Peralta, que se queda muy oronda y cómoda en sus despacho y después de tantos meses de no hacer mayor cosa tiene el tupé de decir que "ninguna víctima se ha acercado a denunciar los hechos". 

A la doctora, por lo visto, hay que darle todo bien servidito y cocido. 

El informe sobre abusos del propio Sodalicio deja en ridículo a la fiscal Peralta. Lo que hizo, o mejor dicho, lo que omitió hacer, es tan grave por su escandalosa negligencia que no puede quedar así no más. Esa resolución que archiva definitivamente la investigación contra Figari y sus cómplices es una vergüenza para el Ministerio Público, que queda manchado una vez más como dispensador de impunidad. Eso no es justo con los fiscales que cumplen  correctamente con su trabajo. La fiscal Peralta debe ser investigada. Pero sobretodo, el Ministerio Público debe reabrir la investigación e ir a fondo y mucho más allá hasta esclarecer debidamente los abusos sexuales y de todo tipo cometidos en el Sodalicio por sus propios fundadores y líderes.

Lo mismo vale para el gobierno nacional. ¿Por qué hasta ahora no han tomado dentro de sus atribuciones administrativas, ninguna acción sancionadora contra el Sodalicio? Esta institución de fachada religiosa, que durante décadas ha sido el camuflaje de un poderoso grupo de pederastas, tiene licencia vigente para ejercer la educación de niños, niñas y adolescentes y maneja centros educativos. ¿Cómo es posible que no se les haya retirado esa licencia? Y el Cardenal Cipriani tiene cara de decir "con mis hijos no te metas", inventando leyendas sobre una supuesta "ideología de género" cuyo objetivo sería "homosexualizar" a los niños cuando al mismo tiempo protege y encubre a una organización profundamente podrida como es el Sodalicio. 

El gobierno debería seguir el buen ejemplo del gobierno de Australia, que estableció una comisión independiente para investigar los abusos sexuales cometidos en las últimas décadas contra niñas, niños, adolescentes y jóvenes en ése país. La semana pasada esa comisión dió a conocer sus resultados: más de 4,400 casos de niños abusados por curas católicos, una verdadera masacre física y moral de la infancia. Ahora el gobierno de Australia está tomando medidas para remediar el dolor de las víctimas y sancionar a los abusadores individuales y a las instituciones que los encubrieron durante tanto tiempo.

Artículo de opinión de Ronald Gamarra Herrera publicado en Hildebrandt en sus trece el viernes 17 de febrero de 2017.

20 feb 2017

4,444 menores sufrieron abusos sexuales de curas católicos en Australia

Un total de 4,444 personas sufrieron abusos sexuales cuando eran menores de edad por parte de miembros de la Iglesia Católica en Australia entre los años 1980 y 2015, según el informe de una comisión institucional creada al efecto, "Royal Commission into Institutional Responses to Child Sexual Abuse". El estudio concluye que el 7% de los curas del país fueron acusados de pederastia. "De las 1,880 personas identificadas como presuntos perpetradores, 597 eran hermanos religiosos, 572 eran sacerdotes, 543 eran laicos y 96 eran hermanas religiosas", preciso Gail Furness, abogada consejera de la citada comisión.


El informe de la comisión real encargada de investigar la respuesta oficial a los abusos sexuales de menores de edad en Australia desde 1950 ha sido presentado en una nueva sesión de audiencias sobre el asunto. La nueva tanda de sesiones continuará con la toma de declaración de la totalidad de los obispos del país, en interrogatorios que se prolongarán hasta el 27 de febrero.

Furness ha dicho que para la elaboración del estudio se recabaron un total de 4,444 denuncias y que estas apuntan a centenares de religiosos, 93 de ellos altos cargos de la Iglesia, y afectan a más de un millar de instituciones. La investigación ha puesto de manifiesto que el 78% de los denunciantes eran varones, frente a un 22% de mujeres.

También revelaron que la edad media de las víctimas fue de 11,6 años en el caso de niños y de 10,5 en el caso de niñas, y que tardaron una media de 33 años en presentar las denuncias después de que se cometieran los supuestos abusos.

Aunque el informe asegura que el 7% de los sacerdotes fueron acusados de abusar de niños desde 1950, ese porcentaje se eleva al 15% en algunas diócesis como Sale, Sandhurst (Victoria), Port Pirie (Australia del Sur ) o Lismore y Wollongong (Nueva Gales del Sur).

Los datos sugieren además que entre 1950 y 2010 más del 20% de los Hermanos Maristas, los Salesianos de Don Bosco y los Hermanos Cristianos fueron acusados de abusos sexuales, mientras que en la orden de San Juan de Dios la proporción sube al 40,4%.

Furness reveló que el Vaticano se ha negado a facilitar documentación sobre los supuestos abusos de sacerdotes en Australia. La Santa Sede respondió el 1 de julio de 2014 que "no era posible ni apropiado proporcionar la información solicitada", dijo.