En la Municipalidad Boliviana de La Asunta las patrullas policiales nocturnas trabajan en cooperación con los vecinos para hacer respetar la ley seca y el toque de queda para los menores de 18 años edad.
Esta política fue impuesta por los habitantes del lugar, luego de tres violaciones de menores en tan solo una semana. Desde el inicio de la aplicación de esta medida, las calles están extrañamente tranquilas.
Juan Carlos, uno de los dirigentes vecinales, explica que 15 días antes la situación era diferente: había "mucho consumo de bebidas alcohólicas, robos, atracos, abusos sexuales" y por eso se adoptó la "decisión de la ley seca".
Constata que la gran mayoría de los lugareños está de acuerdo con esta medida, pero señala que también hay descontentos, los dueños de la docena de bares de la ciudad.
La población, ubicada en una zona de producción de coca, es blanco del narcotráfico y del contrabando de vehículos.
Por otra parte, las familias no confían en las autoridades policiales, a las que acusan de corrupción, tal como lo plantea Edmundo Loma, padre de una niña víctima de una violación, a la edad de apenas once años.
Semejante situación motiva a la ciudadanía a hacerse justicia. Hace unos días, un presunto violador fue arrastrado por las calles y golpeado por los vecinos enfurecidos.
Según la ONG Misión Internacional de Justicia, cada día son violados dieciséis menores en el país y 34 % de las niñas sufre una agresión sexual antes de los dieciocho años, mientras que a nivel mundial esa cifra asciende a 10 %, según datos de la UNICEF.
A este cuadro se añade la baja tasa de condenas. Una impunidad que puede conducir a otras comunidades a hacerse también justicia con sus propias manos.
Fuente Radio Francia Internacional: http://www.espanol.rfi.fr/americas/20150818-bolivia
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