19 ago 2015

Las nuevas tecnologías pueden afectar el sueño de los adolescentes

Un estudio reciente publicado en Francia muestra que los teléfonos inteligentes, las tabletas digitales y los ordenadores modifican el proceso de dormir de los adolescentes. La luminosidad de las pantallas de estos aparatos influye en la producción de la melatonina, la hormona que induce el sueño. Jóvenes que se duermen a las tres o cuatro de la mañana es algo cada vez más común y este comportamiento se está convirtiendo en un problema de salud pública.

El 7 de marzo se conmemora en Francia el Día Nacional del Sueño. Con este motivo, el Réseau Morphée, una red de salud que toma en cuenta los trastornos de sueño, ha publicado un estudio sobre el sueño en los adolescentes con cifras preocupantes que demuestran el impacto negativo de las nuevas tecnologías en el proceso de dormir de los jóvenes. El 27% de los adolescentes sufre de una falta de sueño de por lo menos dos horas. Más de la mitad tiene problemas para levantarse por la mañana, 23% está irritable todo el día y otro tanto está somnoliento o se duerme en clase.
El profesor Pierre Escourrou, director del Centro de la Medicina del Sueño del Hospital Antoine Béclère en París y miembro fundador del Réseau Morphée, da otras cifras relevantes: “33 % de los adolescentes mira el ordenador más de una hora después de la cena, 15% envía mensajes de textos (SMS) y 11% se conecta a las redes sociales en la noche. Por eso, a la mañana siguiente para el 30 % de los jóvenes es muy difícil levantarse”.

En realidad, el ciclo de sueño en los adolescentes es diferente al de los adultos. El somnólogo Francisco Segarra y portavoz de la Sociedad Española del Sueño explica que “los adolescentes tienen una organización fisiológica que hace que ya de forma natural les viene el sueño tarde y se levantan tarde. Esto es un proceso fisiológico normal… Si además a esta situación se le junta una serie de hábitos externos ligados a la luz externa de los ordenadores, videojuegos, ipads y demás, la situación se agrava y puede llegar a convertirse en un síndrome de retraso de fase”. 

Un 10 % de los adolescentes puede llegar a sufrir de este síndrome de retraso de fase, es decir un sueño desplazado en el que el joven no logra dormirse antes de las tres, cuatro o cinco de la madrugada. A diferencia de los insomnes, si se le permite, el joven puede dormir de forma continua las 8 o 9 horas que necesita.

Para prevenir esto, los expertos recomiendan que los jóvenes tengan horarios regulares para ir a dormir. Se aconseja asimismo que, dos horas antes de acostarse, hagan actividades relajantes y eviten actividades estimulantes como los videojuegos o la exposición a la luz proveniente de las pantallas digitales. También se debe verificar que el joven no se vaya a la cama con su teléfono u otro aparato similar. 

Entrevistados: Doctor Pierre Escourrou, director del Centro de Medicina del Sueño del Hospital Antoine Béclère y miembro fundador del Réseau Morphée, el somnólogo Francisco Segarra, portavoz de la Sociedad Española del Sueño, y Olivier, joven francés de 16 años de edad.
HH

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