#NiUnaMenos, "Una marcha de esperanza" por Ronald Gamarra
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Podría ser el inicio de una revolución auténtica y profunda, verdadera y palpable por todas las personas. Se trata nada menos que de la vida de hoy, la vida de todos los días, de la mitad de la población, que son precisamente las mujeres. Y la otra mitad, los varones, tendrían la oportunidad de superar conductas arcaicas y abusivas que, tras la cachada del dominio, producen seres profundamente infelices que hacen daño irreparable a su entorno familiar y social. El movimiento de las mujeres puede ser el gran agente de civilización que requerimos urgentemente para un cambio real.
Por eso debemos ver con gran esperanza la movilización de las mujeres de este sábado. Porque con ella no podrá dejar de moverse también la sociedad entera. Se puede abrir entonces un momento de profundo cuestionamiento del modo tradicional en que están normadas las relaciones de poder entre hombres y mujeres en la sociedad y quedará al descubierto su carácter opresor. El cambio que puede venir, entonces, se puede y debe tornar inevitabe. Eso, sin duda, es lo que produce inquietud a los reaccionarios como Cipriani.
Les da pesadillas que, como resultado de todo esto, surja un movimiento imparable de reivindicación femenina que arrase con los tabúes que han impuesto para dominarlas mejor. En vez de mujeres recluidas en su casa, bajo la autoridad suprema del pater familias, mujeres empoderadas y conscientes de que tienen derecho a un lugar digno y en igualdad de condiciones sobre la tierra. Y que tienen derecho a la justicia más plena, a la seguridad de poder decidir sus vidas y no ser violentadas ni demonizadas por ello como se ha hecho tradicionalmente.
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La mujer que habló de "país de violadores" para describir esto solo dio expresión a su indignación y al justificado temor que una sociedad así infunde en las mujeres. Y la única forma de no ser cómplices de esa situación es hacer del modo más activo todo lo que esté a nuestro alcance para cambiarla. Pero hubo quien tuvo la ocurrencia de exigirle a esa mujer que "se disculpe" por haber ofendido a los hombres de nuestro país. Así estamos, pues, hasta el cien, con tal grado de indiferencia e inconciencia, exigiendo que las mujeres se disculpen y callando como monaguillos ante las sandeces machistas del cardenal.
Ojalá, repito, que esta marcha de las mujeres sea el inicio de un gran cambio. Qué bueno que se produzca, además, con el inicio de un nuevo gobierno, que debe comprarse activamente este pleito y promover las medidas necesarias que se necesitan con urgencia. Este quinquenio debe encontrarnos trabajando por hacer realidad el fin de la violencia contra las mujeres y logrando resultados tangibles. Un quinquenio puede parecer corto pero también puede ser suficiente para lograr cambios trascedentales.
Hay momentos en que la historia se acelera y este tiene que ser uno de ellos. Que el bicentenario de la República nos encuentre con una gran transformación en la situación de la mujer en nuestra sociedad. Que las niñas y adolescentes ya puedan respirar una atmósfera libre del dominio abusivo del machismo, seguras de que tienen por delante un futuro libre y digno, con oportunidades en pie de igualdad. Sería un cambio auténticamente radical, el cambio que necesita nuestro país, un cambio que depende de todos.
Notas relacionadas:
- "Impunidad, el otro nombre de la violación sexual", por Ronald Gamarra.
- "¿Somos un país de violadores? por Ronald Gamarra.
* Artículo de Ronald Gamarra Herrera publicado en Hildebrandt en sus trece el viernes 12 de agosto de 2016.
Fuente Hildebrandt: http://www.hildebrandtensustrece.com/
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