Al tiempo que un tsunami de podredumbre cubre el Callao todo, el
Ministerio de Justicia mira para otro lado. Como si ignorándolo fuera a
desaparecer. ¿Por qué no se dota de recursos y personal a la
Procuraduría? Ella no cuenta siquiera con oficina propia
La corrupción lo asfixia. Más que la brisa marina, la corrupción corroe
el Callao, oxida su administración pública, degrada a cientos de sus
funcionarios y compromete a otros tantos particulares. En el puerto la
corrupción se huele, se siente, se ve. En cada obra pública, grande o
pequeña. Ha infectado todo. Sí, todo. Los corruptos han tomado por
asalto el puerto. Son los nuevos piratas. Los nuevos señores. Los
tiburones. Los intocables.
¿Entrega de obras públicas de manera directa a una empresa o consorcio, y
posterior y trucha convocatoria a un procedimiento de adjudicación
directa selectiva, cuando la obra se encuentra avanzada sino ya
culminada? ¿Gobierno regional? ¿Cafed? ¿Infraestructura deportiva en
colegios y parques? ¿Accesos peatonales?
La corrupción no solo se traduce en la coima menuda y diaria, sino que
escala a patrones de sistematicidad y grandes negocios. La extensión de
la corrupción en el Callao, su presencia en casi todas las instituciones
públicas chalacas, sus implicancias y su permanencia en el tiempo, dan
cuenta de que algo se pudre en el puerto y no son precisamente los
pescados que allí se almacenan. Si la corrupción se ha enseñoreado en el
Callao es porque ella no responde a un hecho ocasional o a la sola
voluntad de un autor solitario, sino que lo más probable es que
comprometa a varios de los más encumbrados funcionarios; y, porque a los
llamados a investigarla y sancionarla les falta norte, pero sobre todo
decisión y coraje.
¿Suscripción de 25 convenios específicos entre la Municipalidad
Provincial del Callao y Finver para la ejecución de igual número de
proyectos de inversión? ¿Cómo se contrató la mano de obra? ¿De 920
trabajadores cuyas firmas fueron verificadas, todas, absolutamente
todas, eran falsas? ¿De los 189 proveedores, 144 también lo eran?
¿Trabajadores y proveedores hechizos?
Pese a la generalidad de los actos de corrupción, la gravedad de los
hechos y la amenaza que representan, las autoridades –grandes y
pequeñas, nacionales, regionales, provinciales, sectoriales–, hacen muy
poco o simplemente no hacen nada. ¿Debilidad? ¿Miedo? ¿Complicidad?
¿Temor a generar una campaña que termine por enviar a ellos mismos a la
Fiscalía y probablemente a Sarita Colina? Hay de todo un poco, como en
la botica o en el mercado central de Sáenz Peña.
¿Suscripción de convenio específico de cooperación y encargo de gestión
entre la Municipalidad Provincial de Callao, Finver y Corpac para la
elaboración del expediente técnico del proyecto “Construcción de la
nueva sede institucional de Corpac” y la ejecución de la obra? ¿Acaso
Finver tenía la experiencia requerida? ¿Se entregó dinero antes de
otorgarse la viabilidad al proyecto? ¿Se hicieron desembolsos de dinero
para la ejecución de la obra cuando no se había saneado el terreno? ¿La
obra se encuentra suspendida con un avance que no representaría el
desembolso efectuado por Corpac a Finver?
Mientras la materia infecta el puerto todo, la Contraloría descansa.
Discursea. Cómo si a la corrupción se le debe enfrentar con frases y
flores. ¿Qué ha hecho la Contraloría en el Callao frente a los grandes
casos de corrupción? ¿Qué acciones de control ha realizado, cuál ha sido
la suerte de ellas y, en todo caso, por qué no llegaron al Ministerio
Público? ¿Por qué se disfraza las responsabilidades penales en meros
asuntos de naturaleza civil?
¿Adquisiciones exoneradas del proceso de selección? ¿Empresas
beneficiadas con la buena pro, a través de procesos de exoneraciones,
para la prestación de servicios que no se cumplieron en su integridad?
¿Cómo así existen actas de conformidad?
Al tiempo que un tsunami de podredumbre cubre el Callao todo, el
Ministerio de Justicia mira para otro lado. Como si ignorándolo fuera a
desaparecer. ¿Por qué no se dota de recursos y personal a la
Procuraduría? Ella no cuenta siquiera con oficina propia. Dos abogados
le parecen suficiente al ministro de Justicia para lidiar contra los
gigantescos choros y moluscos que allí se aconchaban por décadas. Para
lidiar contra el batallón de abogados que contratan los carcamanes. Las
más de las veces pagados con plata del propio Estado.
¿Procesos de adjudicación de menor cuantía? ¿Ganadores que nunca se
presentaron como postores? ¿Qué nunca celebraron contrato alguno? ¿Qué
nunca recibieron ni menos cobraron las facturas?
Vamos, don Pablo Sánchez, cambie usted la histórica incuria de los
fiscales de la nación precedentes ante la coima y el soborno en el
Callao. Tiene poco tiempo pero contamos con ello. Dote usted a la
fiscalía chalaca de los peritos que requiere para redondear las
imputaciones. Un perito contable para toda la provincia constitucional
es poco menos que un chiste. Apoye los serios esfuerzos de los fiscales
anticorrupción. Y suministre los recursos que se requieren.
¿Cuánto y cómo hiede la ejecución de proyectos de inversión pública? ¿La
rehabilitación y mejoramiento de la Av. Grau tramo: Jr. Marco
Polo-Playa Carpayo? ¿El mejoramiento e iluminación ornamental de las
avenidas La Chalaca, Aeropuerto, Circunvalación y Túpac Amaru - Cercado?
¿El mejoramiento y rehabilitación de la Av. Bertello? ¿La
rehabilitación, mejoramiento de la Av. Los Dominicos-Callao? ¿La
rehabilitación de la Av. Pacasmayo? ¿La construcción del Parque Temático
de la Fuerza Aérea del Perú?
Mientras eso ocurre, el Poder Judicial bien gracias. Con él no es el
asunto. Francamente, qué ejemplo el de su autoridad. Dejando a salvo la
honorabilidad de los jueces dignos y decentes que laboran en el Callao,
digo que con este Poder Judicial chalaco no vamos a ningún lado. Haría
muy bien el Consejo Nacional de la Magistratura en despedir a aquellos
magistrados complacientes con lo que acontece en el Callao o, por lo
menos, impedir que regresen los que ya están afuera.
¿Permitiremos que la corrupción termine por convertir el puerto en un
pantano? No. Hay que ayudar al pueblo chalaco a limpiar su ciudad.
Artículo de Ronald Gamarra Herrera publicado en Diario16, el domingo 29 de marzo de 2015.
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