El director Daniel Barenboim y el expresidente Felipe Gonzáles conversaron en el templo argentino de la música sobre el conflicto de Israel y el pueblo palestino.
El director de música Daniel Barenboim y el expresidente Gonzáles llevan dos años preparando un libro sobre música y política y han conversado muchas veces sobre el conflicto en Oriente Próximo. Primero esta vez ambos eran plenamente consciente del lugar donde se encontraban y de la diversidad de orígenes del público. El Teatro Colón se llenó el domingo por la noche para escucharles. Moderaba el empresario judío argentino Hugo Sigman. “Estos dos señores -Barenboim y Sigman- tienen sus cosas de judío, yo tengo mis cosas de moro…”, bromeó González.
Barenboim dijo que era preciso hacerse la pregunta de por qué un conflicto que existe desde la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948, hace 66 años, no se haya podido resolver. Y para él la respuesta es que palestinos e israelíes están convencidos de que tienen el derecho a vivir sobre el mismo pedazo de tierra. “Ambos piensan que se puede salvar este conflicto sin acuerdo. Y la condición primaria para llegar a un acuerdo es sentir que no hay otro remedio. ¿Dónde estamos ahora después de este desastre de Gaza? Los palestinos sufriendo enormemente; y los israelíes perdiendo la posibilidad de la paz. Porque dejan uno rastro de odio que van a ser casi imposible de borrar”. El director dijo que la única solución viable es que haya una presión internacional tan fuerte como para que las dos partes se den cuenta de que no hay más salida que negociar.
Ambos coincidieron en varios puntos, pero sobre todo en uno: durante mucho tiempo Israel se negó a negociar con la Autoridad Palestina alegando que no representaban a todos los palestinos. “Pero han tenido la mala ocurrencia de ponerse de acuerdo hace unos meses”, señaló González. “Y ahora el argumento es ¿Cómo nos vamos a sentar en una mesa con una organización terrorista?” Barenboim apostillo: “Cuando se unieron fue la oportunidad de escucharles. La moral y la estrategia nunca han ido de la mano”.
El moderador preguntó qué efecto tuvo la creación en 1999 de la orquesta West-Eastern Divan, que integra a árabes, palestinos, israelíes y españoles. Y Barenboim precisó: “La idea del Diván no fue, no es y no será política. Pero intentamos despertar y desarrollar la curiosidad del otro. Porque en este maldito conflicto hay muchos hechos asimétricos, empezando por el hecho de que Israel está ocupando Palestina. El Diván es para mucha gente como un mito exagerado. El Diván no va a traer la paz, lo único que puede demostrar es que las condiciones del Diván son las mínimas para la paz: que es la igualdad”.
Felipe González discrepó con la modestia con la que Barenboim quiso presentar los resultados del Diván: “La orquesta es la representación simbólica de que el conocimiento del otro permite la aceptación y convivencia armónica”. Y añadió: “Estamos en Buenos Aires.¿Qué sugeriría yo en este teatro Colón y al público? Por favor, las comunidades de origen sirio, palestino, judío… que solo conviven de esta manera en América latina. ¿Lo repito? Solo en América Latina, la vieja Europa tiene demasiadas heridas. Las comunidades tienen un papel que hacer. Y es demostrar que la convivencia es posible”.
El expresidente confesó que sentía gran desesperanza por la solución del conflicto. Pero si alguna esperanza hay, comentó, esa proviene de lo que pueda emprender la sociedad civil. El director añadió: “A lo mejor esla personalidad de este Papa tan extraordinario la que nos puede ayudar a mover la cosa”.
Hablando sobre los pequeños detalles que después terminan cobrando importancia en la historia, Barenboim contó cómo en el concierto que había ofrecido ese mismo domingo por la tarde al aire libre en Buenos Aire, de repente le sobrevino una reflexión. En el segundo acto delTristán, los dos instrumentos de viento, de madera, tienen una parte principal: el primer oboe y el primer clarinete. El primer oboe era un chico israelí y el clarinete, palestino. “Y por un segundo fui consciente del hecho de que solo en este lugar, en esta orquesta, es donde un israelí tiene algo importante que hacer y una colectividad llena de árabes le desea lo mejor y le está ayudando. Y lo mismo ocurrió después cuando es el palestino y todos los israelíes se esmeraban en darle el apoyo armónico”.
Lo interrumpieron los aplausos y continuó: “No conozco otro lugar donde eso sea posible. Y yo creo que lo que hace de esta orquesta lo que es es que hay una igualdad no solo de derechos sino de responsabilidades. Y es la combinación de derechos y responsabilidades la que tenemos que darle a tanto a israelíes como a palestinos”.
De nuevo irrumpieron los aplausos. Felipe González concluyó la hora y 20 minutos de coloquio: “No se puede decir mejor. No se puede acabar un concierto mejor que con eso que has explicado.
El público los despidió aplaudiéndoles de pie.
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