Desde José Ugaz a inicios del siglo, a Julio Arbizu hasta ayer, el Perú ha tenido la suerte de contar, más allá de algunos baches lamentables, con líderes notables y valiosos al frente de un proceso tan importante como, sin duda, es la lucha contra la corrupción.
Es un esfuerzo que no es poca cosa en un país con una profunda vocación por el asalto al erario, como lo registró el historiador Alfonso W. Quiros, cuya Historia de la corrupción en el Perú constituye una obra fundamental para entender la fortaleza de esta lacra en el país.
Desde los tiempos de la colonia, hasta presidencias recientes, mucha gente llega al poder con la sincera intención de llenarse los bolsillos a costa del manejo indebido de las decisiones del sector público.
Esto se ve favorecido por la alta tolerancia de muchos sectores ‘dirigentes’ hacia personas que todos saben que son unos tremendos ladrones, pero que prefieren hacerse de la vista gorda por una supuesta conveniencia para el país.
Hasta votan por ellos. Si la tolerancia por la corrupción fuera un delito, se necesitaría un programa masivo de construcción de penales.
La procuraduría anticorrupción juega un papel clave en la lucha contra este fenómeno junto con otras entidades –poder judicial, Fiscalía, Contraloría– que en varios momentos estuvieron a la altura del desafío.
Gracias a dicho esfuerzo, hoy están presos, por ladrones, un ex presidente de la República como Alberto Fujimori junto con su alto estado mayor de la corrupción, incluyendo al súper asesor Vladimiro Montesinos y el ex comandante general Nicolás Hermoza, así como varios más como jueces, militares o broadcasters. Algunos todavía están, lamentablemente, prófugos.
Los logros de la lucha anticorrupción han sido posibles a pesar de las presiones a favor de los corruptos por parte de sectores importantes y poderosos del país.
El esfuerzo iniciado por José Ugaz fue continuado por personas igualmente valiosas que supieron manejarse en circunstancias que no siempre fueron favorables para la lucha anticorrupción, como Luis Vargas Valdivia, Antonio Maldonado, Ronald Gamarra, entre otros, llegando hasta el último, Julio Arbizu, quien debe tener la satisfacción de salir del puesto con la frente en alto y pasarle la posta a su reemplazante, Christian Jaime Salas, quien ahora tiene el significativo encargo de continuar el trabajo de luchar contra esta lacra que tanto daño le hace al país en su posibilidad de alcanzar un progreso que sea digno.
Aunque el Perú tiene la desgracia de contar con grandes corruptos, también ha contado con personas valiosas comprometidas en la lucha contra la corrupción.
Artículo de Alvarez Rodrich en el Diario La República, publicado el sábado 11 de enero de 2014.
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