"Las principales víctimas son las niñas".
Esta cuarentena, concentrada en el objetivo sanitario de contener la pandemia, ha significado paralelamente, como efecto idneseable, una auténtica tortura para innumerables mujeres y niñas que se han visto obligadas a convivir permanentemente, días y semanas enteras, ya casi dos meses con sujetos abusivos, agresores avezados o abusadores sexuales que lamentablemente forman parte de la familia y del hogar a cuyos integrantes atemorizan y agreden cada día.
Las principales víctimas son las niñas. Ellas son el objetivo número uno de la violencia, particularmente de la violencia sexual. Violencia sexual perpetrada por sus propios padres o por un familiar o amigo muy cercano que se aprovecha de la convivencia y del temor que inspira en la niña y en los miembros de la familia. Las niñas han estado literalmente a merced de estos abusadores durante todo el período de esta reclusión general de la población en sus hogares.
La situación crítica que vive el país por la emergencia sanitaria y la desorganización económica que ella ha provocado, ha traído por consecuencia que varios problemas álgidos de urgente atención, pasen a segundo plano. La violencia contra las niñas, no es de ahora. Ya desde hace algunos años se venía tomando conciencia de sus enormes dimensiones y de su gravedad en el seño de todos los segmentos de nuestra sociedad.
Se había generado un conjunto de iniciativas que empezaba a funcionar para contrarestar y sancionar ejemplarmente la violencia contra las mujeres y las niñas, a nivel del Gobierno, al Policía, el Ministerio Público, el Poder Judicial y otros estamentos de gobierno regional y local. Todo eso ha quedado relegado en su mayor parte, desactivado en la práctica, ante la concentración de esfuerzos en el comabte a la pandemia.
En los dos primeros meses del año, antes de la cuarentena, hablamos de enero y febrero, los Centros de Emergencia Mujer del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables reegistraban 10,289 casos denunciados de violencia contra las mujeres, y de ellos 6,599 casos tenían como víctimas a niñas y adolescentes. De ese total de víctimas menores de edad, los casos de violencia sexual fueron 2,023; es decir, un tercio del total de agresiones contra las niñas.
Una vez iniciada la cuarentena, entre el 16 y el 24 de marzo, en apenas una semana, la Línea 100, que es la línea telefónica dedicada por el MIMP para recibir denuncias de violencia contra la mujer las 24 horas del día, registró 3,457 llamadas telefónicas de emergencia por casos de violencia y agresión, de las cuales 831 tenían como víctimas a niñas y adolescentes, el 25% de los casos. Y cuántos casos más no habrán sido denunciados por temor o por la imposibilidad material de hacerlo.
Aunque provengan de fuentes que no son las mismas (en un caso los Centro de Emergencia Mujer y en el otro caso la Línea 100), podemos considerar que las cifras de agresiones se han disparado durante la cuarentena y que, en cambio, no ha habido una respuesta suficiente del Estado contra estas agresiones. La misma fuente anunciaba que solo en 38 casos había intervenido el Servicio de Atención Urgente (SAU), una cifra mínima ante el gran número de denuncias reportadas.
Una magistrada me comenta que durante la cuarentena, hasta fines de abril, se registraron 162 violaciones sexuales, de las cuales 109 fueron en agravio de niñas. Entiendo que estos son los casos que han sido formalizados de alguna manera ante el Ministerio Público y el Poder Judicial, a pesar de la parálisis que sufren estos organismos en las presentes circunstancias. Cuántos casos más habrá que ni siquiera se han podido reportar.
Otra excepción digna de mencionarse de sio en el Cusco, donde le Juzgado de Familia Local, rama del Poder Judicial, había dictado 54 medidas de protección hasta el 10 de abril , a pesar de la parálisis funcional causada por la cuarentena. Sin embargo, estas apenas son gotas que poco pueden aliviar la situación desesperada que viven miles de mujeres y niñas en todo el país, a quienes debemos asistir y no olvidar ni relegar en cuanto a prioridad de atención.
ONU Mujeres alertó en un infrome reciente que en el contexto de la emergencia sanitaria "aumentan los riesgos de violencia contra las mujeres y las niñas, especialmente la violencia doméstica, debido al aumento de las tensiones en el hogar y puede también aumentar el aislamiento de las mujeres (...). Las personas sobrevivientes de violencia pueden enfrentar obstáculos adicionales para huir de situaciones violentas o para acceder a órdenes de protección y/o servicios esenciales que pueden salvar vidas, debido a factores como las restricciones de la circulación o la cuarentena.
La violencia contra la mujer, especialmente la violencia sexual, en nuestro país tiene rostro de una niña o adolescente como víctima principal. Con o sin pandemia, no podemos seguir permitiéndolo. Las autoridades, a todo nivel, deben reajustar sus medidas a fin de retomar las acciones más decididas y drásticas contra toda clase de violadores y agresores, y poner fin al estado de terror en que tienen que vivir actualmente muchas mujeres y niñas.
Artículo de opinión de Ronald Gamarra Herrera publicado en Hildebrandt en sus trece el día viernes 8 de mayo de 2020.
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