Dice Vicente Serrano que "Quién sea capaz de controlar la imaginación es también capaz de controlar los afectos". Estos ataques cada vez más agresivos y abiertos hacia la memoria, en este caso hacia el Lugar de la Memoria (LUM) son sólo el más reciente capítulo de un cerco mayor hacia el pensamiento. Para quienes impulsan esta crisis, su país soñado sería uno en el que todos calláramos, o pensáramos de acuerdo a cierto molde, y además, tuviéramos miedo.
Y claro que algo de temor genera tanta agresividad, vigilancia y estigmatización. Pero quizá podamos apoyarnos desde nuestras soledades en la solidaridad y en lo que hemos aprendido estos años: que es justo no olvidar; que el amparo que brindan los derechos no debe hacerse más angosto sino que debe ampliarse; que es digno y necesario hacernos cargo de los agravios que hemos cometido; que es duro pero valioso escuchar y reconocer la experiencia del prójimo, aunque esto sea un reto y nos afecte. Y que el sufrimiento no es patrimonio exclusivo de nadie.
Visitemos los lugares de memoria, que nuestra comunidad no se construya sobre la mentira y la amenaza, sino sobre la difícil búsqueda de la verdad y la reflexión, aunque esta nos enfrente a dilemas y preguntas dolorosas. Visitemos el LUM, la muestra Yuyanapaq, el Ojo que llora, el Museo de la Memoria de Anfasep, el santuario de La Hoyada, el Museo de la Memoria de Huancavelica, el Lugar de la Memoria de Junín-Yalpana Wasi, acompañemos los recorridos del Museo Itinerante Arte por la Memoria, de Yuyachkani, los de tantos grupos de cultura local.
Visitemos y defendamos los cientos de sitios y memoriales que pueblan barrios, comunidades, distritos y centros poblados en todo el país, en una cartografía que va a ser complicada que la borren de nuestros suelos y de nuestros recuerdos. Porque ese mapa no es solo pasado y seña, es historia, lucha, vida. Cuerpos y tierra.
Visitemos, busquemos, integremos en este mapa de nuestro suelo los lugares simbólicos de quienes formaron parte de la policía nacional, de los licenciados, de los militares, de los ronderos y de las autoridades locales y funcionarios que sufrieron en defensa de lo que ahora es nuestra democracia, y acojamos la sensibilidad y el dolor de sus familias. Que una agenda de odio no instrumentalice este reconocimiento. La sociedad civil hoy debe defender el LUM, pero hoy también debe reafirmar su voluntad de salir a conocer estas historias y sitios que también debemos defender de la manipulación y la semilla del odio. Que no se imponga la falsa dicotomía que quiere enfrentar el derecho a la memoria de las víctimas de los agentes de seguridad, con las de quienes también sufrieron violación a sus derechos siendo parte del Estado, afectados por el terror de las organizaciones subversivas.
Hoy el Estado y los grupos de poder están actuando con irresponsabilidad, apostando por el conflicto y el cinismo. En un país con tanta historia dolorosa y compleja no deberían actuar para incrementar la zozobra y generar grietas. Deberían mostrar su amplia voluntad de garantizar derechos, aceptando y no negando una historia de horror, aceptando y no negando las responsabilidades, aceptando que la verdad no es la que conviene, sino la que se elabora con dificultad y se procesa con seriedad y respeto.
Acoger, respetar, consolar, tender puentes, conversar. Pensar juntos. Quitémosles a quienes quieren aprovechar todo lo que aún no hemos superado para abrir una brecha entre los ciudadanos. Disputemos esa imaginación desde el respeto y la ampliación del consuelo que somos capaces de ofrecer.
Visitemos los lugares de memoria, que nos confronten con nosotros mismos. Que al pasar por ellos nuestra reflexión no se quede en el pasado sino que nos conecte con una larga y penosa tradición de construcción de nuestra ciudadanía. Que al defender estos espacios pensemos que también nos resistimos al control de la educación pública desde valores autoritarios, al desmantelamiento de lo avanzado en género, derechos colectivos, respeto por las culturas y diversidad. Que resistimos la estigmatización, la degradación de la idea de derechos o el haber convertido en un acto impuro, infeccioso y peligroso la protesta, la crítica o la disidencia. En suma, que nos enfrentamos a todo lo que antes y hoy ha puesto en cuestión a la democracia.
Visitemos el LUM, y si en algún momento esta fuerza de la mentira y el odio se llegara a imponer y no quedaran sino escombros o mentiras (otra forma de escombro), igual, llevaríamos en nosotros el recuerdo de lo que vimos, sentimos y nos preguntamos. Nuestra reflexión libre y crítica no podrá ser detenida. Y ese mapa de memoria, el pequeño mapa de los pasillos del LUM y el gran mapa de la memoria de todo el país, no se extinguirá, se reproducirá en nuestras palabras y se hará más grande. Porque se extenderá por el mundo con nuestros pasos.
FUente WAYKA: https://wayka.pe/un-mapa-de-memorias-por-jc-aguero/
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