Aunque el número exacto no se conoce al menos 200 millones de niñas y mujeres en 30 países de África, Oriente
Medio, Asia y América han sido sometidas a mutilación genital femenina
(MGF), según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que la MGF comprende todos los
procedimientos que, de forma intencional y por motivos no médicos,
alteran o lesionan los órganos genitales femeninos.
En otras palabras, las bebés, niñas y mujeres sufren cortes y sus genitales son amputados. La OMS subraya que estos procedimientos no solo no aportan ningún
beneficio a la salud de las mujeres y niñas, sino que pueden causar
problemas de salud y complicaciones durante el resto de la vida. Además,
en la mayoría de los casos se practican durante la infancia, en algún
momento entre la lactancia y los 15 años.
Cada 6 de febrero se conmemora el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina.
La MGF se reconoce internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las niñas y mujeres. Según la ONS, no tiene beneficios de salud y perjudica a las mujeres y las niñas de muchas maneras. Supone amputar y dañar tejido genital sano y normal, interfiriendo con las funciones naturales del cuerpo.
Se estima que el 85% de las niñas y las mujeres de Mali entre los 15 y los 49 años han sido sometidas a la mutilación.
La OMS señala que este proceso tiene consecuencia a corto y largo plazo, que van desde sangrados y dolor al orinar, a problemas menstruales y psicológicos, fístulas e infecciones. A menudo, surgen complicaciones en el parto y el riesgo de muerte del bebé es mayor.
La mGF viola los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes y el derecho a la vida en los casos que el procedimiento acaba produciendo la muerte.
La ONU considera que la práctica refleja una desigualdad entre los sexos
profundamente asentada y constituye una forma extrema de discriminación
contra las mujeres y niñas. Las razones tras la mutilación genital
femenina varían de una región a otra y también con el paso del tiempo,
pero suelen incluir una mezcla de factores socioculturales en las
familias y comunidades.
En Etiopía, Asmag, de 6 años, fue forzada a someterse a la MGF. Su madre Bedria cree
que Asmah no podría casarse con honor si no lo realizaban. "Por nuestra
propia experiencia sabemos que (la mutilación) causa problemas. Sin
embargo, como es una tradición, continuamos haciéndolo".
La MGF se asocia con ideas erróneas sobre la feminidad o la modestia,
como que las niñas son más bellas tras extirparles partes de su cuerpo
que se consideran impuras, poco femeninas o masculinas. A menudo, se ve
como una parte necesaria de la crianza de una niña, una forma de
prepararla para ser adulta y para aumentar sus posibilidades de
matrimonio.
Diez agencias de la ONU han publicado un comunicado subrayando
que una estrategia coordinada puede llevar al abandono de la práctica
en una generación. La OMS subraya que, si las propias comunidades dejan
de practicar la MGF , esta costumbre se puede eliminar muy rápidamente.
Los Objetivos de Desarrollo sostenible, adoptados en 2015 por los 193
estados miembro, piden terminar con MGF para 2030. El Objetivo 5 sobre
Igualdad de Genéro tiene el propósito concreto de eliminar prácticas
dañinas como el matrimonio infantil o forzado y la mutilación genital
femenina.
En el pueblo embera, de Colombia, la mutilación genital femenina o "curación", es parte de una tradición, que se transmite de generación en generación. El embera es uno de los pueblos indígenas con mayor presencia en Colombia, con una población de alrededor de 250 mil personas, que habitan 16 departamentos de las zonas centro y occidente del país. Se encuentran, además, en Panamá y Ecuador.
Además de la violencia en los grupos armados, las mujeres embera - el 49% de la comunidad- han padecido la falta de acceso a servicios de salud y educación, así como el desconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos, lo cual se convierte en escenario propicio para la reproducción de las violencias de género y las prácticas culturales nocivas.
La mutilación genital femenina, de ser un tema invisible, privado y secreto, ha ganado en Colombia el respaldo de la máxima autoridad indígena nacional - la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) - y de las entidades del Estado que han ubicado su erradicación como meta del Plan Nacional de Desarrollo 2014 - 2018. Así mismo, han avanzado en la construcción de un Plan Nacional de Trabajo con acciones dirigidas a la erradicación de esta práctica.
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