El alcalde de Lima ha decidido por sí y ante sí, sin consultar ni siquiera al Concejo Provincial, anular el importantísimo proyecto Río Verde, el más importante esfuerzo de recuperación, rehabilitación y rescate de la vida digna en Lima, proyecto que beneficios directamente al centro de la ciudad, comprendiendo el Centro Histórico y los distritos del Rímac, San Juan de Lurigancho, El Agustino, San Martín de Porres y todas la amplias zonas de Barrios Altos y Monserrate, pertenecientes al Cercado, en suma, una de las zonas más deterioradas, deprimidas y maltratadas de Lima.
El proyecto Río Verde es complementario de la vía rápida que, pasando por debajo del río Rímac, permitirá una conexión rápida entre Surco y el Callao. Todos somos testigos del persistente desarrollo de esta gigantesca obra desde hace varios años. Pues bien, el proyecto Río Verde permite que las cosas no se queden solo en fierro, cemento y asfalto para beneficio de los vehículos y sus apurados conductores. Gracias al proyecto Río Verde, se hace posible la recuperación de las orillas del río a lo largo de seis kilómetros del centro de la ciudad para convertirlos en áreas verdes con instalaciones culturales y recreativas al servicio de la población, incluyendo la creación de un gran parque de 25 hectáreas en la zona de Cantagallo, que dará un necesario pulmón a una zona tugurizada y gris por el exceso de construcciones.
¿Será necesario subrayar la urgencia y la conveniencia de este proyecto? Lima ha vivido de espaldas al río Rímac, lo ha converttido en una sentina, una zona peligrosa, abandonada, fea, vergonzosa. Río Verde empieza la magna obra de recuperar toda la zona del río, vital para recuperar el centro de la ciudad. ¿Alguien puede imaginar la recuperación del Centro Histórico sin la recuperación del río? ¿Alguien, en su sano juicio, puede privar de instalaciones culturales y recreativas, y de una alfombra verde de seis kilómetros a distritos ribereños en situación de postración? ¿Se puede estar contra la rehabilitación de los puentes que cruzan el río y la construcción de varios puentes más, la mayoría peatonales, para facilitar la vida de la gente? ¿Se puede anular, sin más, la creación de un gran pulmón verde en Cantagallo en una zona que carece absolutamente de parques y cuyos habitantes viven intoxicados por la contaminación? ¿Se puede abandonar a nuestros hermanos shipibos-conibos que sobreviven en un asentamiento humano en Cantagallo, a quienes el proyecto les garantiza una reubicación acorde con la dignidad humana?
Para esta obra ya había más de 70 millones de dólares destinados y protegidos por un fideicomiso, y debería ejecutarse apenas culminen las obras fundamentales de la vía rápida, que como todos pueden ver, ya están en su fase final. En uno o dos años más veríamos la transformación de la zona del río gracias a Río Verde. Pero Castañeda ha decidido que no. Sin dar explicaciones a nadie, sin pedir opinión a nadie, el tiranuelo que se ha hecho del sillón de la alcaldía ha decidido privar a la gente de los beneficios de este proyecto.
¿Y qué va a hacer con el dinero protegido por el fideicomiso? Pues va a construir un by-pass por debajo de la avenida 28 de julio para conectar Wilson con Arequipa. Dice que eso va a costar 58 millones de dólares y el resto se lo va a gastar en otras cosas que a él le parecen. Un by-pass, dicho sea de paso, que recién se le ocurrió hace unos días, que no tiene proyecto, ni estudios, ni planos, ni presupuesto aprobado, ni calendario de ejecución, ni ha sido aprobado por el Concejo, ni tiene licitación. Un by-pass que ni siquiera forma parte de un plan de reforma del transporte (que, por el contrario, se esmera en sabotear) y en el cual los vehículos se quedarán tan atorados como ahora en Javier Prado o en el zanjón. Pero el alcalde que, además de mudo, es sordo, ya mandó empezar a romper veredas y pistas en Wilson, para hacer las cosas a la diabla y consumar los hechos.
Río Verde beneficia a toda la ciudad de Lima, empezando por los habitantes de los distritos más deprimidos del centro, desde San Juan de Lurigancho hasta San Martín de Porres. ¿Los habitantes de Lima van a tolerar la anulación de este proyecto por un by-pass de dudosa utilidad? Por último, si el alcalde Sordomudo quiere hacer su by-pass que siga el camino legal, que elabore el proyecto, consiga su aprobación, haga la licitación y consiga el presupuesto correspondiente. ¿Por qué quiere matar a toda costa el proyecto Río Verde? ¿Qué intereses oscuros hay en todo esto? ¿Por qué la empresa OAS se presta dócilmente a estos enjuagues? Todo esto huele feo, muy feo.
Columna de Ronald Gamarra Herrera publicado en Diario16 el domingo 22 de marzo de 2015.
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