En su informe sobre el tema al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Reem Alsalem atribuyó esta aberración a las estructuras heredadas del colonialismo.
“Esta violencia tiene sus raíces en estructuras históricas y desiguales de poder patriarcal, racismo, exclusión y marginación habilitadas por un legado del colonialismo”, dijo la experta.
Alsalem
destacó el nivel de impunidad “alarmante” del que gozan los perpetradores,
tanto estatales como no estatales, y afirmó que ni los datos ni la legislación
o políticas públicas reflejan la escala y gravedad de la violencia contra las
mujeres y niñas indígenas.
Los sistemas de justicia indígenas y no indígenas discriminan a las mujeres y niñas de los pueblos originarios y les presentan grandes barreras para acceder a la justicia.
Asimismo, aseveró que esta violencia ocurre “con pleno conocimiento y muchas veces con el acuerdo tácito y el apoyo de los Estados”.
Ante esta realidad, la experta instó a los Estados a mejorar la interacción de las leyes entre el gobierno y las comunidades indígenas para garantizar la prevención de la violencia de género.
Alsalem advirtió que la laguna legal y las zonas grises en la rendición de cuentas de los actores no estatales contribuyen a promover la violencia contra las mujeres y niñas indígenas.
“La violencia debe abordarse de manera efectiva para terminar con la impunidad que existe por estos crímenes”, apuntó.
Para concluir, la relatora especial recalcó que las
mujeres “deben tener derecho a una participación plena, igualitaria y efectiva
que vaya más allá de la palabrería y las vea como actores resilientes en lugar
de sólo como sobrevivientes de la violencia”.
Fuente Centro de Noticias ONU.
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