La cifra fue presentada en el Informe Global sobre Desplazamiento Interno, un estudio elaborado por el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno, socio de la OIM.
Según ese análisis, los desplazados viven en 141 países y territorios y durante los últimos 15 años han sido principalmente los desastres los que provocaron su desplazamiento, superando de manera importante los desarraigos relacionados con los conflictos y la violencia.
El año pasado siguió la tendencia con 23,7 millones de desplazados por eventos relacionados con el clima -como inundaciones, tormentas y ciclones-, sobre todo en Asia.
La OIM advirtió que los impactos esperados del cambio climático y la falta de una acción climática ambiciosa aumentarían los desplazamientos en los próximos años.
Los conflictos y la violencia, los otros dos grandes
detonadores de los desplazamientos masivos, desarraigaron a 14,4 millones de
individuos en 2021, casi un 50 % más que en el año precedente.
La mayor parte de los desplazamientos por estos motivos ocurrió en África, especialmente en Etiopía y República Democrática del Congo. Afganistán y Myanmar, por su parte, experimentaron desplazamientos de población sin precedentes.
En su más reciente edición, el estudio se enfoca particularmente en los niños y jóvenes desplazados, que representaron más del 40% del total de los desarraigos en 2021.
El informe indica que el problema afecta a ese grupo de población de forma particularmente aguda en África subsahariana y Asia oriental y el Pacífico, pero añade que los acontecimientos y crisis emergentes en países como Afganistán, Yemen y más recientemente Ucrania, podrían cambiar el patrón.
También subraya que el desplazamiento puede retrasar el desarrollo de niños y adolescentes, erosionando y revirtiendo los avances conseguidos con inversiones a largo plazo y alerta de que esto puede afectar no sólo a la actual generación, sino a las venideras.
“De hecho, el desplazamiento interno afecta todas las facetas de la vida de los niños, con impactos en cascada en su seguridad, nutrición, salud, educación y aspiraciones para el futuro.
Detalla, por ejemplo, que las interrupciones educativas generan pérdidas de aprendizaje y reducción de la interacción social, mientras que la falta de acceso a espacios seguros aumenta la vulnerabilidad a riesgos que incluyen el matrimonio infantil y la violencia y abusos que perjudican el bienestar físico y la salud mental de niños y jóvenes.
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Fuente Centro de Noticias ONU.
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