
Editorial UNFPA.
Hace 25 años, en Beijing se vivió una euforia que
trascendió al mundo entero. Más de 30.000 activistas y 17.000 participantes de
200 países generaron una presión y un dinamismo tan poderosos que el documento
final de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, la Declaración y Plataforma
de Acción de Beijing, se convirtió en el plan más progresista jamás alcanzado
para trabajar por los derechos de la mujer.
Ahí estaban temas como la igualdad de género, la
salud, el empoderamiento, la educación, las oportunidades laborales, la
violencia contra la mujer y el matrimonio infantil, entre otros.
Desde entonces, el mundo ha dado un giro
significativo hacia el tema de la igualdad, aunque hay temas que no han
avanzado en nuestra región. Hay avances que podemos celebrar como un mayor
reconocimiento de las distintas formas de violencia contra las mujeres, nuevas
leyes y políticas para prevenir y abordar la violencia contra las mujeres y
niñas, y cada vez más movilización de distintos actores para poner fin a la violencia.
Sin embargo, el matrimonio infantil, y su expresión
más común en la región que son las uniones antes de los 18 años, sigue siendo
un tema en gran medida desatendido en América Latina y el Caribe. Las niñas
nacidas en 1995, a las que el mundo se comprometió a ofrecerles un futuro
mejor, y las que nacen hoy, tienen lamentablemente las mismas probabilidades de
terminar en un matrimonio infantil o unión temprana.
En América Latina y el Caribe, el matrimonio
infantil y las uniones tempranas permanecen con los mismos indicadores de hace
25 años, en los que una de cada cuatro niñas se casa antes de los 18 años, una
cifra más alta que en Oriente Medio y África del Norte. Si no hay acciones ni
inversiones, la región se convertirá en 2030 en la segunda con más uniones
tempranas en el mundo, solo por detrás del África subsahariana. Las cifras
resultan, a todas luces, inaceptables.
En la Declaración de Beijing quedó estipulado que
el matrimonio infantil es una violación de los derechos humanos cuyas
consecuencias resultan devastadoras. Aunque socialmente sigue siendo visto como
una práctica aceptada, sus efectos en los derechos humanos, el bienestar y
desarrollo de las niñas y adolescentes son alarmantes.
En América Latina y el Caribe, el matrimonio
infantil y las uniones tempranas permanecen con los mismos indicadores de hace
25 años, en los que una de cada cuatro niñas se casa antes de los 18 años, una
cifra más alta que en Oriente Medio y África del Norte.
La mayoría de las mujeres que contrajo matrimonio o
se unió durante su niñez dio a luz antes de cumplir 18 años y, del total, 8 de
cada 10 niñas casadas se convirtieron en madres antes de cumplir los 20 años.
El matrimonio infantil y las uniones tempranas llevan a la deserción escolar,
así como a pobres resultados escolares y niveles de alfabetización. En la
mayoría de los casos van acompañadas por algún tipo de violencia sexual, física
o emocional. Una de cada cinco niñas unidas antes de los 18 años lo hizo con un
hombre al menos 10 años mayor que ellas, por lo que la dependencia económica
suele ser alta, y más en contextos de pobreza, ruralidad y en comunidades
indígenas o afrodescendientes, donde suele haber mayor incidencia de la
práctica.
El impacto va más allá de las niñas y adolescentes.
El matrimonio infantil y las uniones tempranas llevan a una menor participación
social, económica y política, y a un bajo desarrollo social y económico de las
sociedades, que terminan afectando a los ingresos de las mujeres, llevan a una
mayor pobreza en los hogares e impactan potencialmente sobre la pobreza
nacional y las tasas del PIB. Lo sorprendente es que el tema sigue sin formar
parte de las agendas nacionales ni regionales. El silencio alrededor de las
uniones tempranas impide, hoy por hoy, avanzar en términos de igualdad de
género para las niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe.
La aprobación o tolerancia social con la que cuenta
el matrimonio infantil y la consecuente invisibilidad de esta práctica como un
problema, ha impedido su disminución, por lo que UNICEF, UNFPA y ONU Mujeres
nos unimos para llamar a la acción a gobiernos, instituciones, sociedad civil,
donantes, personas y aliados, con la intención de que orienten sus decisiones
políticas, económicas y sociales para la eliminación de esta forma de abuso,
teniendo en cuenta que se ha posicionado en la agenda de desarrollo global y
forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Es posible terminar con el matrimonio infantil y
las uniones tempranas; países como Etiopía o India han logrado una reducción
significativa en sus estadísticas gracias a inversiones y acciones coordinadas
y sostenidas. Debemos trabajar de manera conjunta para hacer frente a los
motores de esta práctica, estableciendo marcos legales y políticas que protejan
a las niñas y adolescentes y promuevan la igualdad de género; empoderando a las
niñas y adolescentes; transformando las normas sociales y de género que
“normalizan” estas situaciones; y brindandoles servicios de calidad y amigables
en áreas como la educación y la salud.
Este año es clave en materia de igualdad de género
y derechos de las mujeres por la celebración de la Conferencia Regional de la
Mujer y la Conferencia Mundial sobre la Mujer que se centran en la revisión de
los 25 años de Beijing. Hacemos un llamado a alzar la voz y trabajar juntos
para visibilizar este problema en la región, y generar compromisos políticos,
sociales y financieros para que esta práctica social sea eliminada y se
garanticen verdaderas oportunidades presentes y futuras a las niñas. Para
América Latina y el Caribe, es tiempo de actuar y acelerar el cambio en la
región. Sus niñas y adolescentes no pueden esperar más.
Fuente UNFPA Perú: https://peru.unfpa.org/es/news/editorial-las-uniones-tempranas-siguen-neg%C3%A1ndoles-oportunidades-las-ni%C3%B1as-de-am%C3%A9rica-latina-y
No hay comentarios:
Publicar un comentario