Linor Abargirl, Miss Mundo del 98, invitada especial del Denim Day, un acto organizado por Guess Foundation y la Fundación Ana Bella contra la violencia de género.
La israelí Linor Abargil (36 años) nos recibe de negro riguroso: vestido largo hasta los pies y un Kisui Rosh dorado
(que significa tocado en hebreo y que llevan las mujeres judías
ortodoxas casadas) que oculta su pelo. Sin embargo, hay algo en la Miss
Mundo de 1998 que es imposible ocultar: su valentía. La expresión en sus
grandes ojos negros y su sonrisa cálida demuestran que ha conseguido
dejar atrás el capítulo más negro de su vida. Abargil fue brutalmente
violada a la edad de 18 años por su agente de viajes, Uri Shlomo Nur,
seis semanas antes de ser coronada Miss Mundo.
“Nunca quise ser modelo. Me parecía un mundo hipócrita que no me
aportaba nada”, explica Abargil en la terraza del Hotel W, en Barcelona.
“De hecho, de pequeña, aunque era muy guapa, era una chica que
disfrutaba estudiando y la verdad, bastante masculina. No me interesaban
los certámenes de belleza. Pero fueron muchos los que me insistían en
que probase a ser modelo, así que al final me presenté al concurso de
Miss Israel, cuando tenía 18 años. Quedé segunda, pero seguía sin
interesarme ese mundo. Meses después, varios agentes de modelos me
pidieron participar en el certamen de Miss Mundo para representar a mi
país”, recuerda la joven israelí. “Lo primero que pregunté fue: ¿Cuál es
el premio?”, explica entre risas. “¡Un coche y un viaje a Tailandia!
Eso sí me convencía más. Vengo de un pueblo pequeño y mi pasión era
viajar. Así que me trasladé a Italia para trabajar como modelo y
prepararme para el certamen.
Fue en Milán, un mes y medio antes del concurso, cuando la joven fue
agredida sexualmente. “Recuerdo que echaba mucho de menos a mi familia,
tenía 18 años y medio y nunca había pasado tanto tiempo fuera de casa.
Quise comprar un billete de avión para Israel, pero mi agente de viajes
me engañó diciéndome que no quedaban vuelos. Se ofreció a llevarme en
coche y una vez que comenzamos el camino, se desvió de la autopista.
Paró en un descampado, me ató las manos y me puso una navaja en el
cuello. Me violó dos veces y después intentó asfixiarme. Conseguí
convencerlo de que me dejara vivir. Le dije que no contaría nada. Él no
hacía más que repetir que lo sentía y yo lo único que quería era salir
de allí con vida. Me llevó hasta la estación de trenes de Milán y me
dijo que no podía contar nada de lo ocurrido”.
Lo
que su agresor no sabía es que esa joven de 18 años era más valiente de
lo que él imaginaba. “Llamé a mi madre y le conté lo ocurrido. Lo
primero que me dijo fue que no me lavase y que acudiese a un hospital y
después a denunciar a la comisaría. Y así lo hice”. Abargil regresó a
Israel y denunció los hechos a las autoridades. “Fue mi madre quien me
alentó a presentar la denuncia. Ella fue mi gran apoyo, una roca
inquebrantable”. Por falta de evidencias, el caso se mantuvo en secreto
durante semanas. “Me pidieron que no lo hicera público, que era la única
manera de poder atrapar a mi agresor. Fueron las peores semanas de mi
vida. Yo estaba rota por dentro y la vida seguía. Mi madre me convenció
para que no abandonara el concurso y así lo hice. En el momento en que
me proclamaron Miss Mundo no podía aguantar mis lágrimas, pero no eran
lágrimas de alegría”, relata. Al día siguiente su historia se hizo
pública y las autoridades detuvieron al agresor en el aeropuerto de
Tel-Aviv. Cinco mujeres más reportaron haber sido violadas por el mismo
agente de viajes tras su detención. “Lo más duro fue el juicio. Él
negaba todo, y a día de hoy lo sigue negando. Pude entender por qué
muchas mujeres no presentan denuncia. Verme frente a él y revivir
durante dos días los momentos de la violación es algo que nunca
olvidaré, pero estoy enormemente orgullosa de haberlo hecho y de haber
tenido a mi familia apoyándome en todo momento”.
Abargil dejó la pasarela. Se licenció como abogada criminalista para
luchar contra la violencia de género y ahora recorre el mundo dando
charlas y talleres explicando su historia. “Al principio era un trabajo a
media jornada, pero ahora me dedico al completo a apoyar a las mujeres
que han sufrido una agresión y a alentarlas para que denuncien. Si con
eso consigo ayudar aunque sea a una mujer, para mi todo habrá valido la
pena”. La directora Cecilia Peck, hija de Gregory Peck, impactada por su
historia decidió grabar un documental, Brave Miss World,
siguiendo a la joven israelí en sus charlas. “Fueron cinco años.
Viajamos desde el Congo hasta Nueva York. Aunque fue duro valió la pena.
Miles de mujeres se abrieron a hablar de su violación. Algunas por
primera vez, sin que su familia supiese nada de la agresión”. El
documental, en el que aparecen Joan Collins (violada a los 17 años) y
Fran Drescher, se estrenó en 2014 y la cadena Netflix lo emite
actualmente en España.
La pregunta que viene a la mente cuando alguien entrevista a Linor
Abagil es cómo puede superarse una violación. “Creo que todo sucede por
un motivo”, avanza. “Creo que esa estúpida corona me sirvió para dar voz
y denunciar algo tan atroz como puede ser una violación. Ser Miss Mundo
y hacer público lo que me pasó ayudó a poder trasladar a los medios de
comunicación y al mundo una situación que viven millones de mujeres.
Puede ser tu hermana, tu vecina…puede ser cualquier mujer y yo tengo la
oportunidad de ayudarlas. En esta vida tienes dos opciones: o lamentarte
y hacer que tu vida sea miserable o levantarte y luchar para que se
haga justicia”.
Su madre fue un pilar imprescindible a la hora de superar el trauma. “Nunca me hizo preguntas, nunca me hizo sentir culpable ni avergonzada y peleó junto a mi hasta que encarcelaron a mi agresor. Esto puede sonar como algo normal, pero después de tantos años dando charlas y conociendo testimonios de miles de mujeres, descubres que algunas no se atreven a denunciarlo porque sus familias o su entorno les hacen sentir a ellas como las culpables y el sentimiento de vergüenza a veces es más grande que el de justicia. Los casos más duros son cuando las propias autoridades no las creen. Pero también he conocido a muchísimos casos de mujeres que no quieren hablar de ese episodio de su vida porque creen realmente que así desaparecerá de sus vidas. Nada más alejado de la realidad. La violación es un cáncer que se va apoderando de ti y que no te suelta hasta que eres capaz de hablar sobre ello. El caso más cercano que conozco es el de Fran Drescher, la actriz de la serie de los 90 The Nanny. Fue violada a punta de pistola en su casa por dos hombres y obligaron a su marido a ver la terrible escena. Durante muchos años se lo guardó. La última vez que pude hablar con ella me contó que había desarrollado un cáncer de útero que le impide poder ser madre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario