La carga que Jana soporta es pesada. Padece el falso sentimiento de culpabilidad que afecta a muchas víctimas de la tortura. Incluso tras varios meses de terapia, Jana esta convencida de que su padre murió por culpa suya.
"Del Horror a la Curación":Cuando apenas tenía 10 años, Jana fue detenida por el ejército sirio en Darra, para presionar a su padre con el fin de que se entrtegara. Fue uno de los muchos niños y niñas arrestados; el más joven sólo tenía cinco años y el mayor, no pasaba de los once. Los 22 días que pasaron en la oscuridad de un calabozo los cambiaron para siempre.
La historia de Jana es una de las nueve que figuran en una nueva publicación, titulada From Horror to Healing: A life-saving journey supported by the UN Fund for Victims of Torture, [Del horror a la curación: Un viaje que salvó vidas con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para las Víctimas de la Tortura], que pone de relieve las historias individuales de víctimas de la tortura y de expertos que los ayudaron a curarse y a recuperar sus vidas y sus derechos.
Los testimonios fueron compilados entre organizaciones y centros de rehabilitación que cada año proporcionan asistencia directa a unas 50.000 víctimas de torturas y a sus familiares, con la ayuda del Fondo de Contribuciones Voluntarias de las Naciones Unidas para las Víctimas de la Tortura (UNVFVT, por sus siglas en inglés). Cada relato va acompañado de ilustraciones que dan vida a la labor de los médicos, psicólogos, trabajadores sociales y abogados que asistieron a las víctimas y sus familiares.
“Las víctimas tienen un derecho a la reparación jurídicamente exigible”, afirmó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Al Hussein. “La rehabilitación de las víctimas es una obligación de los Estados. Sin embargo, la mayoría de los Estados no cumplen todavía con esta obligación, de modo que las iniciativas de la sociedad civil llenan esta laguna crítica, en muchos casos con el único apoyo del Fondo de las Naciones Unidas”.
La historia de Jana la relata Reem, una consejera psicosocial del Centro para Víctimas de la Tortura (CVT) de Jordania, entidad que cuenta con el apoyo del UNVFVT. Ambas se conocieron en Ammán, donde Reem trabaja con refugiados sirios e iraquíes, incluso niños, que han sobrevivido a las atrocidades de la guerra y la tortura en sus países de origen. El CVT les ayuda a curarse y a reconstruir sus vidas, mediante la terapia individual y colectiva.
Mientras estuvieron encerrados en el calabozo, Jana y los demás niños fueron golpeados por cuatro soldados, sólo recibieron un huevo hervido al día para comer y tuvieron que beber agua sucia. Jana vio a un niño de unos siete años al que torturaron hasta que murió y luego su cuerpo fue abandonado para que descompusiera. El olor del cadáver fue una tortura más para los niños encarcelados.
Cuando el padre de Jana se entregó a los soldados, ella y otros niños fueron puestos en libertad.
“Las consecuencias físicas y psicológicas de la tortura sobre Jana fueron tan devastadoras que su madre ni siquiera la reconoció cuando la liberaron del calabozo”, dijo Reem. “La madre huyó inmediatamente a Jordania, con ella y su hermano pequeño”.
En Jordania, Jana desarrolló graves síntomas del síndrome de estrés post traumático. Se convirtió en una persona ensimismada y se sentía traumatizada cada vez que oía a un niño que gritaba o lloraba. Sufría pesadillas sobre el niño que había muerto bajo la tortura. Se sentía culpable de no haber hecho nada para evitar su muerte.
Y a pesar de todo, la terapia empezó a dar resultados. “Mediante las sesiones individuales de psicoterapia, Jana aprendió a dominar su miedo, su aislamiento y su tristeza, y realizó progresos permanentes”, relata Reem.
“Al mismo tiempo, su madre asistía a una terapia de grupo con otras mujeres que estaban en una situación similar. La relación entre Jana y su madre se fortaleció”, añade la psicoterapeuta.
Mientras tanto, el padre de Jana pudo escapar a Jordania. Pero la dicha de la muchacha fue breve. Su padre regresó a Siria, donde murió en un bombardeo selectivo.
Reem explica el dolor que Jana experimentó. “Fue un grave revés que le hizo revivir todos sus injustificados sentimientos de culpabilidad. De alguna manera se sentía responsable de esa muerte. ‘Me odio’, repetía. ‘No merezco vivir’ decía”.
La profunda capacidad humana de recuperación, incluso después de la tortura, prevaleció en el caso de Jana. “Tras un poco más de terapia, Jana ha sido capaz incluso de ayudar a sus amigos traumatizados y se ha convertido en una activista que alienta a los jóvenes refugiados para que busquen terapia en el CVT”, afirma Reem.
“Los relatos y las ilustraciones de este nuevo libro demuestran que la tortura es una realidad en numerosos lugares del mundo actual”, dijo Laura Dolci-Kanaan, Secretaria del Fondo. “Miles de hombres, mujeres y niños necesitan servicios oportunos, especializados y centrados en las víctimas que les ayuden a recuperar la funcionalidad y la dignidad”.
El volumen From Horror to Healing se presentará en un acto público que tendrá lugar en Ginebra, el 8 de abril, auspiciado por el UNVFVT, como parte de una campaña en la que se conmemorará el 35º aniversario del Fondo. Expertos del mundo entero debatirán en el evento cómo ayudar a los niños para que superen la tortura y frenar así el dañino legado de esta práctica de una generación a la siguiente.
Desde 1981, el UNVFVT, administrado por el ACNUDH en Ginebra, ha repartido más de 168 millones de dólares estadounidenses entre más de 630 organizaciones que prestan asistencia médica, psicológica, social y jurídica a las víctimas de torturas.
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