4 feb 2015

Perú. Víctimas de trata: sin justicia ni protección frente a sus tratantes

1355 personas en su mayoría mujeres y menores, fueron captadas para su explotación sexual desde 2009. Solo existe un albergue del Estado para su reuperación, con capacidad para 10 jóvenes. Muchas "rescatadas" por la policía vuelven con sus tratantes por falta de ayuda. En noviembre del 2014 se crearon dos fiscalías especializadas, sin presupuestos, sus victimarios gozan de impunidad.

Beatríz Jiménez

"Tiffany", menor de edad en el momento de su captación, denunció a sus tratantes. Gracias a su testimonio, cayó una organización que vendía jóvenes huanuqueñas y las trasladaba hasta Delta 1, en Madre de Dios, para ser explotadas sexualmente.


Las 22 rescatadas gracias a las revelaciones de "Tiffany" fueron traídas a Lima, pero al ser mayores de edad el entonces jefe de la Dirección contra la Trata de Personas de la PNP, Ángel Merino, confesó a La República que "les perdieron la pista por falta de un albergue en dónde alojarlas". 

Hoy, el captador de "Tiffany", tal y como denunció La República, está en libertad pese a que la trata agravada no goza de beneficios penitenciarios y la joven se encuentra en completa desprotección. 

Este caso ejemplifica una situación de indefensión que tiene 1355 personas, número de víctimas de trata para su explotación sexual que han sido registradas desde 2009 en unos sistemas financiados por la cooperación internacional, pero poco fiables por la falta de comprensión del delito de trata por los operadores de justicia. 

La invisibilidad de las víctimas nace en las cifras (ver claves) y crece con la falta de protección y de atención para recuperar su proyecto de vida. 

"A pesar del gran número de víctimas del delito de trata de personas que existe en el Perú, las autoridades no otorgaron fondos para dotar de servicios especiales a estas víctimas", sentencia el informe del Departamento de Estado de los EEUU sobre trata de personas. 

La indolencia hacia las víctimas se refleja en forma cruda en este informe del 2014: "Las víctimas no recibieron la atención debida y los traficantes de personas se vieron beneficiados con la impunidad". 

El informe describe una realidad espeluznante. Menores de edad que permanecen durante días en las comisarías para después ser entregadas a sus familiares sin una investigación adecuada sobre estos partícipes de la trata. O peor, entregadas a sus mismos tratantes. 

Estos casos son el pan de cada día al que se enfrenta Huarayo, una organización sin fines de lucro de Madre de Dios que regenta un albergue para víctimas de trata en Mazuco (Inambari). Sus fundadores, Óscar Guadalupe, y su esposa, Ana Hurtado, llevan 17 años luchando en solitario para rescatar a las niñas y niños explotados por la minería ilegal de Madre de Dios.  


Hasta 2014 era el único albergue que existía en el país para las víctimas y subsistía gracias a la cooperación internacional. Tras tocar durante años puertas de ministros y congresistas, en 2014 lograron que el Estado asuma esta función. Hoy, el matrimonio dirige   un albergue del que por fin el Estado se hace cargo.  

EL VERDADERO RESCATE 

"¿Cómo recuperas a una niña que ha vivido una violación permanente de sus derechos, que para sobrevivir ha recurrido al alcohol y las drogas, y que finalmente ha aceptado una situación que repudia?", pregunta con dolor Óscar Guadalupe. 

El "rescate" de la víctima no termina con la intervención policial que la libera, sino más bien comienza. Su verdadero rescate requiere atención médica y psicológica para superar dos traumas: el familiar que la llevó a la situación de vulnerabilidad y el causado por su esclavitud. 

El albergue de Huarayo es un oasis con árboles frutales, lleno de luz y buenos deseos. Allí, en 2013, conversamos con "Dolores", una niña de 15 años huancavelicana rescatada del "Atlantic", un prostibar de la Interoceánica. Sin familiares que pudieran ir a buscarla, fue trasladada a un albergue no especializado del INABIF en Cusco en el que le perdimos la pista.  

Muchas jóvenes como "Dolores" permanecen en estos albergues sin atención específica para sus traumas hasta cumplir los 18, cuando abandonan este segundo encierro sin ayuda para una nueva vida. 

Óscar Guadalupe ejemplifica las consecuencias del abandono a las víctimas con el caso emblemático de "Vilma". A los 14 fue captada por sus tratantes en las alturas del Cusco, "donde mueren las llamas y los niños de frío". "Rescatada" en esa ocasión por la policía, la mandaron de nuevo a su terruño helado, a una familia desestructurada y en extrema pobreza. A los 16, sus tratantes volvieron a enrolarla en la esclavitud sexual. A los 18 "Vilma" ya tenía su prostibar en Boca Colorado, en el corredor minero, y ahora está abriendo sucursales en la Interoceánica.

"Le clausuraron sus sueños, aprendió de sus tratantes y "surgió" en este infierno", relata.  

"TE EXTRAÑO, MAMÁ"  

Junto al albergue de Huarayo, en Madre de Dios, con capacidad para 15 niñas y 15 niños, el INABIF inauguró en mayo del 2014 un albergue en Lima para 10 menores víctimas de trata. La República visitó este refugio al que son derivadas menores "rescatadas" por la policía en todo el país. Las 10 jóvenes, con edades entre los 13 y 17 años, participaban durante nuestra estancia en un taller de pintura. Muchas elegían pintar un mensaje: "Mamá  te extraño". Entre ellas, había extranjeras víctimas de redes de trata internacional. 

El director ejecutivo del Inabif, Humberto Zanelli Reyes, explica que las jóvenes permanecen en el albergue una media de 3 a 4 meses, el tiempo necesario para hacer un diagnóstico inicial, tratar sus traumas y realizar una investigación de su situación familiar. 

La directora del centro,  cuyo nombre por razones de seguridad obviamos, describe que las víctimas sufren una especie de síndrome de Estocolmo. "Tienen una alianza mental con su agresor", explica. "Su visión es que les ha dado un trabajo para salir de la pobreza y sus problemas". 

Para sanar, necesitan tiempo. Y en este proceso, el albergue pone a su disposición las 24 horas a una psicóloga, una asistenta social, un médico, una enfermera, un abogado y 3 tutoras. Durante ese tiempo, están protegidas por la policía ya que también se convierten en denunciantes de sus tratantes y testigos de la fiscalía. 

Hasta el momento, el albergue presume de haber logrado una tasa de reinserción familiar de las víctimas de un 90%. Pero si la situación de abandono de la mayoría de menores de edad víctimas de trata es crítica, la de las mayores de 18 años es flagrante. Si tienen suerte, gozan unos días de un refugio temporal. 

"No tenemos herramientas para el rescate", denuncia Miluska Romero, titular de una de las 2 fiscalías especializadas en trata de personas creadas en 2014. "Para albergar a una víctima adulta hay que negociar, pero no tenemos programas de empleo ni subsidios para ellas, como sí tiene México, por ejemplo", relata Romero. 

Para las víctimas de trata de personas no hay presupuesto. Por tercer año consecutivo, el Congreso aprobó el Presupuesto 2015 sin un rubro específico para la atención de las víctimas de trata. Las dos fiscalías recién creadas también han nacido sin presupuesto.
Solo el Ministerio del Interior tiene una pequeña partida, que suma únicamente 1 millón 14 mil soles, un 0,007% del presupuesto del Estado.

Por Beatriz Jiménez.

Consulte, "Reporte Ciudadano sobre le delito de trata de personas en agravio de niños, niñas y adolescentes":  http://kausajusta.blogspot.com/2015/01/reporte-ciudadano-sobre-el-delito-de.html

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