Ha fallecido el maestro Máximo Damián, legendario violinista lucanino, uno de los últimos amigos personales de José María Arguedas que quedan entre nosotros.
El testimonio imperecedero de la admiración y el afecto que le profesaba el gran escritor, entre muchos que se podrían mencionar, está en la dedicatoria de su última y trunca novela, El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo, donde escribió: “A Emilio Adolfo Westphalen y al violinista Máximo Damián, de San Diego de Ishua, les dedico, temeroso, este lisiado y desigual relato”.
Máximo Damián era el custodio supérstite de una antigua tradición artístico musical indígena en proceso de desvirtuación y olvido, y fue fiel a este propósito hasta el final. Arguedas admiró la autenticidad y la habilidad de su expresión. A Máximo Damián le gustaba recordar que el escritor alguna vez le pidió formalmente que nunca dejara de ser fiel a la fuente original de su arte, que no se dejara arrastrar por las modas que impone la comercialización del arte para poder venderlo mejor. Pero es evidente que Arguedas sabía bien que el violinista de Ishua no era de los que se vendían.
Por eso Arguedas lo prefería y quiso que Máximo Damián tocara en su entierro. Lo pidió por escrito, en los diarios personales que incorporó a su última novela, porque quiso sentirse acompañado por la música que le hablaba más íntimamente al corazón. Y pidió que, junto con Máximo Damián, le acompañaran con música sus amigos Luis Durand y Jaime Guardia, el gran cultor del charango, a quien le dedicó su novela Todas las Sangres con estas palabras: “A Jaime Guardia, de la villa de Pausa, en quien la música del Perú está encarnada cual fuego y llanto sin límites”.
Arguedas, dirigiéndose con sus últimas disposiciones a su amigo el teólogo Gustavo Gutiérrez, escribió: “Me gustan, hermanos, las ceremonias honradas, no las fantochadas del carajo. Las ceremonias no ceremoniosas sino palpitación. Así creo haber vivido, si es posible. Y tú, Gustavo, Alberto (Escobar), Máximo Damián, Jaime (Guardia), Edmundo (Murrugarra)… no se van a prestar en jamás de los jamases, mientras sean como yo los conocí, a fantochadas…”. Arguedas conocía de qué estaban hechos estos amigos íntimos, entre quienes contaba al gran violinista de Ishua.
Por eso subleva saber que el legendario músico se haya ido de este mundo de un modo que nos avergüenza a todos. Gravemente enfermo, víctima de enfermedades crónicas que requieren atención constante, Máximo Damián tuvo que solicitar reiterada e infructuosamente la atención médica a que tenía derecho. Llevado de urgencia al hospital e ingresado por emergencia, tuvo que esperar varios días, en situación precaria, sin que se le asignara cama y se le internara para ser debidamente atendido. Solo cuando el escándalo trascendió, se le asignó la habitación en la que murió horas después.
Así tratamos a nuestras leyendas vivientes, a quienes le han dado al Perú su vida entera y han contribuido decisivamente a darnos identidad. Así somos de inconscientes, indiferentes e ignorantes. ¿Hasta cuándo seremos así? ¿Pero por qué habría que esperar otra actitud de una institucionalidad y unos políticos que nadie puede tomar en serio? Máximo Damián ha muerto como los pobres del Perú y fue tratado con la dureza con que el sistema de salud trata a los pobres. ¿Hasta cuándo mantendremos estos servicios de ínfima calidad? Como escribió César Vallejo: “Jamás, señor ministro de salud, fue la salud más mortal”. ¿Y qué será ahora del maestro Jaime Guardia, que además de ser adulto mayor, sufre graves problemas de salud? ¿Se le están brindando los cuidados y la atención que requiere este héroe de nuestra cultura?
Máximo Damián, ¡no has vivido en vano!
"¿Hasta cuándo los trabajadores de la cultura popular en general y los músicos y cantantes andinos en particular vivirán una vejez penosa, morirán en la inopia y, ya fallecidos, serán objeto de lindos discursos que no consuelan ni remedian?" se pregunta Leo Casas Ballón, investigador de la cultura andina, tras la dolorosa partida de don Máximo Damián Huamaní, quien falleció ayer y durante los dos últimos años en que se agudizó su enfermedad no recibió ayuda del Estado peruano. El musicólogo, que cantó al lado del violinista, escribió para LaMula.pe:
"Apenas supimos la noticia, todos transidos de dolor, muchos comenzamos a intercambiar llamadas telefónicas y mensajes por la pérdida de don Máximo Damián Huamaní, el gran violinista de Ishua, amigo entrañable de Arguedas.
Más que lamentarnos, tratamos de darle el homenaje que se merece, no con discursos laudatorios ahora ya insulsos, sino con arpas y violines, guitarras y charangos, quenas y sikuris, danzas, canciones y música de ese Perú profundo aún marginado, que Máximo Damián y su violín representan.
Buscamos coordinar la participación orgánica de la Federación de Instituciones Provinciales de Ayacucho y de la Federación de Instituciones de Lucanas, que representan a los migrantes de esas jurisdicciones en Lima.
Los amigos de don Máximo, los intérpretes y promotores del arte y la cultura andina, estábamos haciendo lo necesario para brindarle un gran homenaje en la Casona de la Universidad San Marcos, a donde sería trasladado del velatorio de su casa el viernes. Luego, el sábado, serían las exequias, donde y como haya sido previsto por la familia. En esas estábamos, cuando nos enteramos que el Ministerio de Cultura está organizando un velatorio en el Gran Teatro Nacional.
Hubiéramos querido que así se disputaran el privilegio de atenderlo en vida, aliviar las dolencias que lo aquejaban desde hace ya varios años y procurar que recuperara su salud quebrantada.
La señora Isabel Asto, su esposa y ahora viuda, ha declarado que últimamente don Máximo debía acudir tres veces por semana a un establecimiento del Seguro Social para sendas sesiones de diálisis.
Este trajín era muy duro para el paciente y su familia, aparte de lo costoso de los taxis. Isabel dijo que había pedido que lo hospitalizaran, pero quienes toman estas decisiones en el Seguro consideraron que no era necesario.
Los discursos, los aparatos florales ¿remediarán los padecimientos de este artista, que mereció el gran aprecio de Arguedas, quien le hizo una dedicatoria muy emocionante y conmovedora en su novela póstuma?
¿Hasta cuándo los trabajadores de la cultura popular en general y los músicos y cantantes andinos en particular, vivirán una vejez penosa, morirán en la inopia y, ya fallecidos, serán objeto de lindos discursos que no consuelan ni remedian?
Muchos artistas que conocieron a Arguedas y fueron motivo de elogiosos artículos de este gran amauta de la cultura andina vivieron, envejecieron y murieron igual. Entre ellos: el prolífico creador, arpista y director musical cusqueño Gabriel Aragón; el charanguista cusqueño Julio Benavente; Picaflor de los Andes y Flor Pucarina, grandes cantantes wankas; los excelentes violinistas, compositores y directores musicales Tiburcio Mallaupoma y Zenobio Dagha, jaujino y huancaíno, respectivamente; el virtuoso de la quena y extraordinario fotógrafo huancavelicado Teófilo Hinostroza; el eximio arpista huamanguino Florencio Coronado; la Pastorita Huaracina; el gran cantante, guitarrista y compositor Miguel Mansilla Guevara; el correctísimo cantante cajamarquino 'Indio Mayta'; el recordado 'Errante' Gilberto Cueva... solo para citar algunos.
¿Cómo viven ahora, cómo afrontan los achaques propios de la vejez, cómo van a volver al seno de la Pacha Mama personas tan queridas y valiosas, músicos, cantantes, compositores, pilares de nuestra identidad, tales como: Rascila Ramírez, Jaime Guardia, Ranulfo Fuentes, Estrellita de Pomabamba, Princesita de Yungay, Andrés "Chimango" Lares, Rómulo Huamaní, Eusebio Huamaní, entre otros?
Una sombra de tristeza empaña mi horizonte. Sin embargo, no quiero aceptar que el Perú digno y bello, fraterno, democrático y pacífico que inspiró mi juventud y guió mis pasos a lo largo de 75 años... ¡es inviable!
Maestro don Máximo Damián: ¡no has vivido en vano! El sonido de tu violín no se apagará jamás. En tu nombre nos uniremos, tocaremos y cantaremos más fuerte que nunca. Tranquilo espera. Seguiremos tu camino..." .
Artículo de Ronald Gamarra publiado en Diario16, el domingo 15 de febrero de 2015.
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