En el caso Prensa Chicha, lo lógico, lo inteligente, era que Alberto Fujimori se allanara a la acusación de la Fiscalía y
aceptara su responsabilidad. Pero no lo ha hecho así y va obstinadamente
a juicio oral. ¿Con qué posibilidades? Si lo que hay en el caso prensa
chicha es basura, fango a montones, producido y lanzado con dinero del
Estado sobre la oposición política para ganar la segunda reelección en
el año 2000, desde diarios remunerados por el SIN. Esa campaña electoral
fujimorista, recordemos, fue la más sucia de nuestra historia.
Los hechos están plenamente demostrados. Muchos de los ejecutores han
admitido, no una sino varias veces, su responsabilidad y señalado la que
corresponde a Alberto Fujimori: estaba enterado de la operación con la
prensa chicha y no solo sabía, sino que la ordenó. Se trata, por cierto,
de actores centrales, protagónicos, en el desvío de fondos
y el recurso a la prensa chicha: Villanueva Ruesta, Elesván Bello,
Saucedo Sánchez, Bergamino Cruz, Rozas Bonuccelli, etc. Todos ellos
miembros prominentes de la maquinaria fujimorista. Todos ellos aliados
chicha del presidente chicha. Todos ellos condenados judicialmente en
2005.
Incluso en uno de los procesos ya culminados contra Fujimori, seguido por un hecho de similares
características, además de paralelo en el tiempo y finalidad, como es el
desvío de fondos públicos para el manejo delincuencial del canal CCN
(no confundir con el proceso actual, prensa chicha), don Alberto se
mostró conforme con aquella acusación, aceptó su culpabilidad y recibió
una condena de siete años que no hizo mayor noticia.
¿Cuál es ahora la estrategia de Fujimori (y de Montesinos)? ¿Reemplazar al abogado
Nakazaki por uno que como magistrado favoreció al grupo Colina?
¿Nombrar como boga a alguien que plantea disparates como el arresto
domiciliario, que nada tiene que ver con el sistema legal vigente, o que
se queja amargamente porque no se le paga su pensión presidencial,
cuando esa pensión tiene que ser retenida en virtud de una ley
promulgada por el propio Fujimori? Francamente, le iría mejor con un
abogado de oficio.
En realidad, no hay una estrategia jurídica. Fujimori sabe que va a
perder este juicio; no hay otra salida. Pero tampoco parece haber –tanto
en Fujimori como en Montesinos– una estrategia política mínimamente
inteligente en la insistencia de ir a juicio oral, con la cantidad de
mugre que tendrá que explicar y que el público recordará. Salvo el
recurso a la enfermedad que realmente padece, que extremará y maquillará
convenientemente para generar compasión e insistir en una liberación
extrajudicial.
Pero claro, como el tribunal está conformado por juezas experimentadas y
conocedoras de su oficio que no le permitirán hacer un show –aquí no
podrá jugar como lo hace con algunos medios que se prestan a tenerlo de
comentarista radial–, rápidamente pretende su alejamiento del proceso.
Para ello utiliza a su disparatado abogado, quien les atribuye
parcialidad, primero, e incompetencia, después. Absurdos. Tonterías
destinadas a ser rechazadas sin más.
En verdad, este proceso es simple, debe desarrollarse con las garantías
del caso y resolverse con prontitud. Con ello contamos. La sobriedad y
manejo del tribunal así lo garantizan.
Artículo de Ronald Gamarra, publicado en Diario16, el domingo 20 de octubre del 2013.
Fuente: http://diario16.pe/
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