22 oct 2013

¿Antes el capitalismo, que Celia Cruz?

Hoy es 21 de octubre y hace 88 años nació en Cuba la portentosa Celia Cruz, cantante de una vitalidad infatigable y contagiante como una epidemia, exponente de esa poderosa cultura caribeña que tiene en Cuba y Puerto Rico semilleros inagotables de felicidad para el mundo entero. Lástima que no pudiera volver jamás a su país, luego de la revolución. Debe haber algo profundamente torcido y malo en un sistema político que condena masivamente a sus artistas al exilio incluso más allá de la muerte.

Aunque no olvidemos que también hay un exilio interior de artistas cubanos. ¿O acaso no tuvo que llegar a Cuba el músico norteamericano Ry Cooder, y luego, acompañándolo, el cineasta alemán Wim Wenders, para rescatar del más riguroso olvido a las estrellas del Buena Vista Club Social? Compay Segundo, Eliades Ochoa, Orlando 'Cachao' López, Manuel 'Puntillita' Licea, Rubén González, Ibrahim Ferrer y Omara Portuondo, entre otros, conocieron la gloria universal en su tercera o cuarta edad, y no precisamente gracias a la revolución, que los había enviado al desván de las cosas gastadas. Quién sabe, tal vez porque no eran militantes, tal vez porque solo eran músicos que solo querían hacer música y cantar y bailar.

Yo recuerdo haber leído a fines de los años 70 comentarios injuriosos de la prensa gubernamental cubana, del Granma, contra Celia Cruz, donde le negaban toda calidad como artista y aun más como persona. Luego vino el episodio de la embajada peruana en La Habana, donde miles de cubanos pobres se asilaron luego de que Fidel Castro retirara la custodia policial de la embajada para castigarla por el asilo previamente concedido a tres cubanos. Allí tuve la prueba palmaria de que mucho de lo que se decía de la revolución era mentira. 

Por ejemplo, contrariamente a la supuesta igualdad social, resultaba que había pobres, y muchos, con escaso acceso a bienes básicos, con muy bajo nivel educativo y cultural, que se sentían profundamente marginados y a quienes la revolución criminalizaba por algo tan simple en cualquier parte como querer irse a trabajar al extranjero. Yo los vi cuando llegaron al Perú en vuelos de emergencia fletados para solucionar la crisis de nuestra embajada. La prensa peruana de izquierda, haciéndose eco del gobierno cubano, los llamaba delincuentes, antisociales, gusanos. Yo solo vi gente pobre, como en mi propio país, como yo mismo entonces.

Actualmente Cuba vive un proceso de cambios introducidos tímidamente por Raúl Castro. Por ejemplo, se han flexibilizado los trámites para que los ciudadanos puedan salir de Cuba. La medida más traumática fue el despido de más de un millón de empleados públicos (bueno, allá todo el mundo era empleado público), que ahora se las arreglan por su cuenta y por eso los llaman "cuentapropistas". Ellos son, de hecho, el fermento de un sector privado popular en crecimiento y ya ofrecen a la población numerosos servicios. Me temo, sin embargo que el sector privado de gran capital venga cuando la élite política actual de la isla decida privatizar las empresas estatales y lo haga a su favor, como ocurrió en Rusia cuando dejó de ser soviética.

También se están entregando en usufructo individual las tierras de los grandes ingenios y complejos agrícolas que estaban abandonadas en más de un 50%, en lo que representa una reprivatización práctica de lo que fue estatizado medio siglo atrás como medida emblemática de la justicia social. Se está autorizando el acceso a internet y a otros medios de comunicación prohibidos hasta hace muy poco. Y se está exhortando a la población a comprender que la subvención estatal tiene un límite, como paso previo al drástico corte que vendrá inevitablemente dentro de poco, y se está tratando de levantar la productividad del trabajo que está por los suelos desde hace décadas, para lo cual Raúl Castro ha recurrido a poner los sectores económicos y las principales empresas bajo la dirección de militares de su confianza, medida que dudosamente traerá buenos resultados.

Sin embargo, oh sorpresa, algo tan sencillo como levantar la prohibición de entrar a Cuba a los numerosos artistas cubanos que viven en el exilio y permitirles presentarse ante el público cubano, hasta el momento no se ha producido. ¿Acaso teme que el entierro de las cenizas de Celia Cruz en La Habana desate una emoción que no pueda controlar? Es muy posible. Signo ominoso de que los cambios recientes en Cuba no necesariamente marchan en el sentido de reconocer más libertades, sino por el camino de establecer las bases de un nuevo desarrollo al estilo chino, basado en el capitalismo puro y duro, pero con el monopolio político y necesariamente dictatorial del partido de marras.

Carlos Landeo.

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