El teólogo Gustavo Gutiérrez es uno de los pensadores más importantes del perú contemporáneo. Su obra intelectual ha dejado impresa su impronta en nuestra sociedad y es de una actualidad evidente. Bastaría para demostrarlo la profunda adhesión y reconocimiento que concita o, paradójicamente, la viva hostilidad que despierta en algunas mentalidades inquisidoras. En ambos casos, dentro y fuera del Perú. es un peruano universal.
Este hombre reservado y sobrio, ajeno al ruido y a la solemnidad, no puede evitar hallarse en el centro de la tormenta. Es el costo que hay que pagar por atreverse a pensar y publicar lo que uno piensa. Quien piense libremente inevitablemente se dará de bruces contra murallas de intereses creados. No callar ni dejarse silenciar es entonces un mandato de la dignidad humana que Gustavo Gutiérrez ha cumplido sin alarde ni escándalo, pero con rigor y honestidad.
Hace poco más de un mes, Gustavo Gutiérrez cumplió 85 años de edad. A pesar de sus años y su precaria salud, no deja de trabajar y reflexionar, plenamente comprometido con una concepción teológica que significó en su momento, y aún es, todo un desafío de renovación y una contribución a reverdecer como un manantial de agua fresca una disciplina teológica congelada y gastada por la rutina de siglos y los compromisos con el poder.
Su reflexión vincula íntimamente la concepción de la divinidad y de la experiencia religiosa con la condición humana, en particular con la humanidad que sufre, identificando a esta humanidad que sufre con el padecimiento de cristo e incorporando dimensiones de justicia y libertad como objetivos naturales implícitos en la idea de la divinidad. Consecuencia de este concepto es la opción preferencial por los pobres como tarea del cristiano que vive de veras su fe.
La amplitud intelectual de Gustavo Gutiérrez es admirable. Su pensamiento condensa un conocimiento profundo no solo de la teología y de la filosofía en sus diversas vertientes, como sería de esperar, sino también del arte, especialmente de la literatura, y en particular de la literatura peruana, con la cual tiene una cercanía íntima, como lo testimonia su amistad profunda con José María Arguedas y Juan Gonzalo Rose.
Al mismo tiempo su pensamiento se alimenta de una práctica concreta ligada a la opción preferencial por los pobres. Por eso siempre fue cura y párroco, para trabajar con los pobres y servirlos. Nunca buscó tener poder ni jerarquía, y más bien sufrió la prepotencia de quienes los ejercen mal. Sin embargo, su trayectoria le dio la talla intelectual y moral que sus perseguidores no tienen.
Gustavo Gutiérrez es un peruano admirable; no obstante ello, está prohibido de ejercer su ministerio sacerdotal en su ciudad natal. Naturalmente esto es una vergüenza que pesa sobre el torquemada que decretó tal proscripción y es un agravio para todos los peruanos y especialmente para la libertad de pensamiento, que no deberíamos permitir.
Hoy me entero de que el próximo 20 de agosto Gustavo Gutiérrez hablará sobre José María Arguedas en el auditorio de la Alianza Francesa de Miraflores. Será un placer asistir a su charla y escucharlo desarrollar un tema que conoce tan a fondo y al cual dedicó diversos trabajos y testimonios, entre ellos su hermoso ensayo titulado “Entre las Calandrias", publicado en 1990.
Artículo de Ronald Gamarra, publicado en Diario16, el domingo de julio del 2013: http://diario16.com.pe/columnista/42/ronald-gamarra/2712/gustavo-gutierrez-entre-calandrias
No hay comentarios:
Publicar un comentario