
La violencia es una
constante en la vida de gran número de personas en todo el mundo, y nos afecta
a todos de un modo u otro. Para muchos, permanecer a salvo consiste en cerrar
puertas y ventanas, y evitar los lugares peligrosos. Para otros, en cambio, no
hay escapatoria, porque la amenaza de la violencia está detrás de esas puertas,
oculta a los ojos de los demás. Y para quienes viven en medio de guerras y
conflictos, la violencia impregna todos los aspectos de la vida.
Este informe, que
constituye la primera recapitulación general del problema a escala mundial, no
solo presenta el tributo humano que la violencia se cobra, materializado en más
de 1,6 millones de vidas perdidas cada año e innumerables más dañadas de
maneras no siempre evidentes, sino que expone también los muchos rostros de la
violencia interpersonal, colectiva y dirigida contra uno mismo, así como los
ámbitos en los que se desarrolla. Demuestra que allí donde la violencia
persiste, la salud corre grave peligro.
La salud pública ha
logrado algunos éxitos notables en las últimas décadas, sobre todo en lo
tocante a reducir la frecuencia de muchas enfermedades de la infancia. Sin
embargo, sería un fracaso de la salud pública salvar a nuestros niños de estas
enfermedades solo para verlos caer víctimas de la violencia o, ya mayores, de
su pareja, o de la ferocidad de las guerras y los conflictos, o por lesiones
auto infligidas o víctimas del suicidio.
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