
Entre los temas principales destacó la imperiosa
necesidad de prestar más atención a la intersección
entre el empoderamiento de los adolescentes –
concentrándose en su creciente autonomía– y su
derecho constante a la protección.
Si nuestro objetivo es que las agendas tengan más
presente el punto de vista de los jóvenes, debemos
reflexionar detenidamente sobre los procesos de
generación de conocimientos, así como sobre las
relaciones de poder y las normas que dictan qué voces
se escuchan y cuáles no en el ámbito del desarrollo
internacional.
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