En mis ya largos años como psicoanalista he escuchado, en la
intimidad de mi consultorio, infinidad de historias de mujeres abusadas
sexual, física y psicológicamente por hombres. Como yo, todos mis
colegas. Estos relatos provienen de mujeres de toda condición social. En
muchos casos, han sido abusos perpetrados cuando niñas, casi siempre
por familiares o miembros del entorno cercano. En muchas oportunidades,
durante un tiempo prolongado. También me ha tocado escuchar episodios de
mujeres drogadas por algún tipejo en una discoteca o un bar. En la
mayoría de estas experiencias traumáticas que dejan una huella indeleble
y una pesada hipoteca en sus vidas, ellas han preferido no sentar una
denuncia por temor a que el remedio sea peor que la enfermedad. Los
casos de Lady y Arlette, tristemente, lo confirman.
En suma, lo
único que he podido hacer es emplear todas mis herramientas
profesionales para ayudarlas a procesar estos acontecimientos brutales,
en donde una cultura machista y misógina desprotege a las mujeres y las
deja, vía la impunidad, a merced del abuso de poder de hombres para
quienes las mujeres son trozos de carne. De hecho, necesitan verlas así
para no enfrentarse a su terror a que ellas ejerzan su deseo con
libertad. De ahí que actos como los de Adriano Pozo exhiban una
violencia desbordada: es el síntoma del pánico masculino al
empoderamiento femenino.
Pero siempre, pese a haber escrito
muchas veces sobre esto y haber presentado casos clínicos sobre abusos
de este tipo en congresos de psicoanálisis, siempre, digo, me ha quedado
una sensación muy frustrante de no poder contribuir de una manera
decisiva a que esto cambie radicalmente. A que las mujeres sean tratadas
en pie de igualdad con los hombres y sus derechos se respeten. Cuando
ya estaba por tirar la toalla, aparece esta página de Facebook: Ni una
menos: movilización nacional ya. En el momento que escribo estas líneas
ya tiene más de cincuenta mil miembros, en tres días.
Al leer
los valientes testimonios, con nombre, apellido y foto, de todas esas
mujeres, me encontré con que los casos que yo había escuchado estaban
reflejados y habían muchos más. De pronto se me hizo claro algo que
siempre he sabido pero que, cuando uno no es el directamente afectado,
tiende a olvidar: solo cuando las víctimas dicen basta, se unen y exigen
con coraje y firmeza que una sociedad cobarde, pacata e hipócrita, con
una justicia corrupta y una policía mayormente incapaz de entenderlas,
se porte a la altura de sus obligaciones, es que las cosas pueden
cambiar. Y eso es precisamente lo que está sucediendo ahora.
No
es solo una catarsis colectiva, en la cual las mujeres se desahogan y
reconfortan y siguen con sus vidas. La marcha del 13 de agosto es un
punto de inflexión, estoy seguro. Después de eso, nada será igual.
"Ella es hermosa cuando se enoja" - Documental de Mary Dore sobre el movimiento feminista de los sesenta.
#NiUnaMenos
Por Jorge Bruce.
Fuente La República: http://larepublica.pe/impresa/opinion/788380-ella-es-hermosa-cuando-se-enoja
Lea también: "Por Nuestras Niñas, Ni Una Menos".
Fuente La República: http://larepublica.pe/impresa/opinion/788380-ella-es-hermosa-cuando-se-enoja
Lea también: "Por Nuestras Niñas, Ni Una Menos".
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