"Las estadísticas y los estudios revelan que el agresor está en casa, convive con ellas".
Opinión de Matilde Cobeña, Adjunta para la niñez y adolescencia de la Defensoría del Pueblo.
Perú21.
Los
niños, niñas y adolescentes pocas veces están en la agenda pública. Si salen en
los medios, es como víctimas de hechos dolorosos. Nos indignamos, pero luego
les olvidamos. Es algo cíclico que duele y nos cuestiona sobre lo que estamos
haciendo, pero también nos revela que aún no hemos consolidado una verdadera
cultura de respeto a sus derechos fundamentales.
Esta
indiferencia los violenta también. Los hacemos esperar hasta que aparezca otro
caso que nos estremezca, cuando nuestra preocupación debería ser diaria.
A
pesar de los esfuerzos del Estado, la violencia sigue afectándolos. Y lo hace
de manera diferenciada. Es un problema con rostro de niña y adolescente mujer.
Las cifras del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) antes de
la cuarentena ya nos decían que ellas son las principales víctimas. Entre enero
y febrero de 2020, los Centros de Emergencia Mujer atendieron 10,289 casos de
violencia hacia la niñez y adolescencia, de los cuales 6,599 fueron contra
niñas y adolescentes mujeres y, de estos, 2,023 fueron de violencia sexual.
Las
estadísticas y los estudios evidencian que el agresor está en casa, convive con
ellas y, en la mayoría de casos, es un familiar o alguien cercano. Por esto, la
Defensoría del Pueblo exigió a las autoridades reforzar las medidas de atención
y servicios ante un posible aumento de casos durante el periodo de aislamiento
social obligatorio. Aunque es necesaria para contener la propagación del
coronavirus, la cuarentena pone en riesgo a las víctimas de violencia.
Si
bien el MIMP y el sistema de justicia dispusieron medidas para atender los
casos de violencia, estos siguen dándose. La ministra de la Mujer declaró que
durante la cuarentena hubo 43 violaciones sexuales, 27 de estas contra niñas.
Las cifras parecen menores que las de los dos primeros meses del año, pero es
posible que muchas no hayan podido denunciar o que los testigos no se hayan
atrevido a hacerlo. Lo cierto es que ni una niña debió ser víctima de
violencia.
Esta
situación nos exige enfocarnos en atención, pero también en la prevención.
Necesitamos concientizar, tener más spots informativos sobre sus derechos, los
canales de denuncias, más difusión de la necesidad de la ternura en la crianza
y formación de los niños, etc.
La
violencia hacia ellos y ellas también es una pandemia. Por eso, es necesario
reforzar continuamente las políticas de prevención. Solo así, no seguirán
siendo invisibilizados, como señala León Trahtemberg. Hoy más que nunca, como
propone el maestro Alejandro Cussiánovich, hay que darle importancia a la
ternura como un factor de protección y resiliencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario