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29 ago 2017

RFI: Cientos de marroquíes se movilizan contra la "cultura de la violación"

- "Casi 2 de cada 3 marroquíes son víctimas de violencia según cifras oficiales. 

- El 63% de las mujeres en Marruecos sufrió algún tipo de violencia en los espacios públicos, según el Alto Comisionado del Plan sobre la Violencia contra las Mujeres".

"¡Las leyes para los hombres, la violación para las mujeres!", "¡No tenemos miedo, liberen el espacio público!". Son algunos de los mensajes que gritaron los 300 manifestantes reunidos en Casablanca, la capital económica de Marruecos, dos días después de la difusión en internet de un video que mostraba la agresión sexual que sufrió una joven de 26 años en un bus a plena luz del día.

Varios centenares de personas manifestaron este miércoles en ciudades marroquíes como Casablanca y Rabat para denunciar la violencia sexual de la que son víctimas las mujeres a diario en espacios públicos. El último caso -de una jóven agredida por seis adolescentes en un bus durante el día- fue filmado y difundido por las redes sociales, causando mucha conmoción y debate.

"Seis chicos se abalanzaron a ella, le quitaron su ropa y le tocaron en sus partes íntimas", reporta la corresponsal de RFI, Beatriz Mesa, desde Rabat. En la capital, unas 200 personas también se movilizaron. Los agresores, todos menores, fueron detenidos.

Aunque la protesta fue bastante reducida en comparación con las miles de reacciones en las redes sociales, Mesa destaca que "se trataría de la primera protesta sobre acoso sexual en las calles que todavía no está recogido en las leyes de Marruecos". "Son muchas las mujeres que sufren acoso diariamente en un país marcado por la represión sexual, la separación entre sexos y las diferencias sociales y castas", agrega la periodista.

Los manifestantes reclamaron una respuesta securitaria por parte de las autoridades pero también en materia de educación. Las imágenes de la agresión de la jóven en Casablanca suscitaron muchas expresiones de repudio pero también comentarios que culpaban a la chica por su ropa.

"Hace unos años, cuando el movimiento de mujeres lo denunciaba, parecía que eramos charlatanes pero ahora cada vez más nos damos cuenta de que es un fenómeno grave ", dijo a RFI Nadia Nair, profesora de comunicación en la Universidad de Tetuán, al norte del país.

Resurge en Marruecos el problema del maltrato a las mujeres

Desde hace unos días Marruecos está conmocionado y avergonzado tras publicarse un video en las redes sociales que ha dado la vuelta al mundo. Unas imágenes en las que se divisa a un grupo de adolescentes acosando sexualmente a una mujer en un autobús de Casablanca, a plena luz del día y ante la atónita y pasiva reacción de los demás viajeros.

Este escandaloso video no ha hecho más que volver a denunciar y destapar fuera de las fronteras marroquíes la dura realidad que sufren muchas mujeres en un país clasificado entre los diez peores del mundo en cuanto a la igualdad de género.  

Apesar de las reformas judiciales implantadas en los últimos años, en Marruecos continúa existiendo una legislación discriminatoria sobre la herencia y que criminaliza las relaciones sexuales de mutuo acuerdo entre personas solteras. Tampoco existe un marco legal que proteja a las mujeres de la violencia en el ámbito familiar.

En términos de violencia de carácter sexual o sexista, Marruecos presenta un triste balance: casi dos de cada tres mujeres marroquíes son víctimas de violencia, según cifras oficiales. Y los sitios públicos son los lugares donde la violencia física contra ellas es más evidente: el 63% de las mujeres en Marruecos sufrió algún tipo de violencia en los espacios públicos, según el Alto Comisionado del Plan sobre la Violencia Contra las Mujeres.

Entrevistadas: Zohra Kubea, activista de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos en la ciudad de Lucimar, y Nadia Naïr, profesora de Comunicación en la Escuela Nacional de Ciencias Aplicadas de la Universidad de Tetuán.

16 may 2015

“Los responsables de los genocidios no aprietan el gatillo”

El jurista marroquí Mohamed Ayat integró los Tribunales Penales Internacionales que juzgaron a los responsables del genocidio en Ruanda. Ese proceso sentó un precedente en todo el mundo porque consideró los delitos sexuales como genocidio. Esa sentencia se tuvo en cuenta en Argentina para tratar las violaciones en los centros clandestinos como crímenes en sí mismos, diferenciados de la tortura.

Los responsables de los genocidios no aprietan el gatillo, no se ensucian las manos. Son ellos los primeros que tienen que ser perseguidos por la Justicia”, explicó a Infojus Noticias el jurista marroquí Mohamed Ayat. El especialista, que formó parte de los Tribunales Penales Internacionales (TPI) que juzgaron a los responsables del genocidio en Ruanda y la guerra civil en Sierra Leona, habló de la necesidad de avanzar sobre los ideólogos políticos y económicos. “La responsabilidad entre el poder político y el poder económico está muy ligada. El que financia es cómplice”, sostuvo.

Ayat es asesor especial de la fiscal jefe de la Corte Penal Internacional en Cooperación con el Norte de África y Oriente Medio. En el marco del Seminario Internacional sobre Genocidio y Crímenes de Guerra en África, organizado por el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (CIPDH) del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, el especialista se refirió al aporte de los tribunales africanos a la justicia internacional. Entre ellos se refirió al caso Akayesu, que sentó un precedente en la justicia penal internacional al considerar los delitos sexuales como genocidio.
—¿Cuál es la importancia de los tribunales penales internacionales?
—Sirven para combatir la impunidad de ciertos crímenes graves que chocan la conciencia de los seres humanos. Como seres humanos tenemos ciertos derechos, reconocidos por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y por todas las convenciones y pactos internacionales. Estos tratados nos permiten vivir dignamente. Con la evolución de las sociedades no podemos aceptar estos crímenes. Me parece evidente que se haga Justicia.

—¿Cuáles son los obstáculos a la hora de juzgar a los responsables de un genocidio?
El primer obstáculo es la voluntad política. Asimismo, hay obstáculos prácticos, porque son crímenes muy complejos, crímenes de masa. La prueba no es fácil de recolectar, los responsables de los crímenes tratan de esconder las huellas, en general son personalidades de status importante. Los responsables no aprietan el gatillo, no se ensucian las manos. Son ellos los primeros que tienen que ser perseguidos por la Justicia. Los tribunales internacionales tienen que enjuiciar a los responsables más importantes, los que ordenan los crímenes, los que empujan a la gente a convertirse en genocida. En el caso de Ruanda había una élite que utilizó el miedo entre las personas, usó la radio, los periódicos y los medios modernos para generar violencia.

—Además de los responsables políticos, en muchos casos también hay responsables económicos
La responsabilidad entre el poder político y el poder económico está muy ligada. Tenemos que apuntar no solo a los responsables políticos sino los responsables en general. El derecho penal se interesa en los hechos, en ver quién empujo al otro a matar. Por ejemplo, el Tribunal Penal Internacional de Ruanda trató de juzgar a una persona financió el genocidio, que dio armas y que es cómplice de los crímenes y tiene que ser juzgado como los demás. El que financia es cómplice. Esta persona está prófuga, podría haber muerto, no se sabe.

Los testimonios
El asesinato del presidente Juvénal Habyarimana, que gobernó Ruanda desde 1973 hasta su muerte, en abril de 1994, fue la chispa que despertó la furia de los grupos radicalizados de hutus –el estamento mayoritario de la sociedad ruandesa- a la que pertenecía el mandatario. En menos de cien días masacraron entre 800 mil y un millón de hombres, mujeres y niños de la minoría tutsi y hutus moderados. Unas 600 mil personas se desplazaron a los países vecinos.

A fines de 1994, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas creó el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR), del que Ayat fue consejero. El TPIR, con sede en el vecino país de Tanzania, estaba conformado exclusivamente por juristas internacionales. Su tarea fue perseguir y juzgar a los autores y promotores del genocidio ruandés.

Años más tarde, el jurista marroquí formó parte del Tribunal Especial para Sierra Leona que juzgó los crímenes cometidos durante la guerra civil de ese país, que entre 1991 y 1999 dejó 120 mil muertos y 600 mil desplazados. A diferencia del caso de Ruanda, el de Sierra Leona fue un tribunal mixto -compuesto por juristas locales e internacionales- con sede en el propio territorio.

—¿Qué diferencias existieron entre el tribunal de Ruanda y el de Sierra Leona?
En el caso de sierra leona fue una mezcla de un tribunal nacional e internacional. Apoyamos y reforzamos las capacidades de los tribunales locales. Es importante que el tribunal se haya desarrollado en el propio país y no afuera, como en el caso de Ruanda. Así la población puede conocer lo que pasó, saber cómo se juzgó a los criminales. Tiene más impacto, sensibiliza a la sociedad. En todos los casos hay una justicia local que sigue funcionando en paralelo a la justicia internacional. La justicia penal internacional es solo una parte de un proceso más global, se interesa en los responsables más altos.

—¿Cuál es la importancia de los testimonios en este tipo de juicios?
El testimonio es la base. En estas sociedades lo oral es más importante que lo escrito, en algunos aspectos. En el juicio de Núremberg, los alemanes tenían una burocracia importante, escribían todo. Las órdenes eran escritas. En el caso de Ruanda no hay muchos escritos. El testimonio oral es la base de todo, pero es difícil encontrar (estos testimonios), a los testigos. Hay mucho miedo. El testigo tiene que estar presente hasta el final y no tiene que contradecirse con lo que dijo antes.

Los delitos sexuales
La condena en 1998 al alcalde de la ciudad ruandesa de Taba,Jean-Paul Akayesu, marcó un antes y un después en el derecho penal internacional al reconocer la violencia sexual como un acto de genocidio. El fallo también sentó un precedente en el derecho penal argentino, que reconoció las violaciones, abusos y vejaciones perpetradas en forma sistemática en centros clandestinos de detención durante la dictadura como delitos de lesa humanidad.

—¿Cuál es la importancia del fallo Akayesu en cuanto al reconocimiento de la violación como parte del genocidio?

Cuando hay conflictos armados los crímenes sexuales suelen acompañar algo más amplio. Son utilizados contra las mujeres, los hombres, la familia y la sociedad. Porque la mujer es un símbolo. Hay una continuidad en estos tipos de crímenes. La prueba es aún más difícil en estos casos, porque en general se cometen a escondidas y a la víctima le cuesta mucho decirlo. Con el tiempo le da vergüenza, a veces se casó y entonces no quiere contar esa historia. El Tribunal Penal Internacional de Ruanda lo trató y sentó jurisprudencia. Los jueces dijeron que cuando la violación está acompañada de una intención de genocidio, es también un genocidio en sí mismo. Es un crimen peor. No es solo una violación: es una tortura, un genocidio