Durante la última
semana, el número de muertes de neonatos prematuros alarmó a más de una
persona. No obstante, entre las explicaciones que exigió el Congreso a la
Ministra de Salud y los reclamos por la falta de incubadoras, se esconde una
realidad perpetua e ignorada que no despierta la indignación que debería: las
niñas y adolescentes obligadas a asumir el rol de madres.
Si la prematuridad
es la primera causa de muerte en recién nacidos, la maternidad no deseada se
está posicionando como el principal factor que pone en peligro la vida e
integridad de las niñas. Según el Ministerio de Salud (Minsa), en 2019, se han
registrado 17 mil nacimientos prematuros, de los cuales cerca de siete mil
recién nacidos son de niñas y adolescentes cuyas edades van entre 12 a 17 años.
Además de los
recién nacidos prematuros, la vida de las niñas también está en constante
peligro. Debido a su corta edad, ellas tienen cuatro veces más probabilidades
de morir durante la gestación o el parto.
“En esta etapa la
niña aún no ha terminado de desarrollarse físicamente. Su normal crecimiento se
interrumpe por un embarazo que su cuerpo no está en la capacidad de llevar. Los
embarazos en toda mujer presentan un riesgo, pero en las niñas mucho más”,
advierte el médico ginecólogo-obstetra, Miguel Gutiérrez, director de la
Cooperación Técnica en Salud Pathfinder International.
Una niña embarazada
tiene más posibilidades de padecer preeclampsia, un mal que suele desarrollarse
durante el embarazo y que incluye síntomas como aumento de la presión arterial.
Si la preeclampsia se complica, la niña desarrollará eclampsia, afectando su
función cerebral y con riesgo de tener convulsiones o dejarla en coma.
De igual forma,
pueden sufrir ruptura de membranas, diabetes gestacional y parto prematuro.
Muchas de ellas no tienen el piso pélvico formado, aumentando el peligro de
fallecer durante el parto. Todos estos embarazos son de alto riesgo.
La data obtenida
por el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de
la Mujer (CLADEM) revela que, durante los últimos 5 años, más de 14 mil niñas tuvieron
partos. Esta cifra confirma que el embarazo infantil y adolescente son
problemáticas que el Estado no ha logrado contrarrestar en tantos años y que
pone en riesgo la vida de las niñas.
Se denomina
embarazo infantil a las gestaciones que llevan las niñas menores de 14 años. El
Código Penal Peruano especifica que estos embarazos son producto de violación y
los registros oficiales lo confirman. Según RENIEC, el año pasado, 1 856
hombres adultos fueron inscritos como padres de recién nacidos que tienen
consignadas como madres a niñas entre 7 y 14 años.
La recopilación de
estadística y las políticas de atención y prevención, suelen estar enfocadas
mayoritariamente en el embarazo en adolescentes (15 a 18 años). A pesar de que
se le otorga esta prioridad, la tasa de embarazo adolescente se ha mantenido en
el rango de 13% durante los últimos cinco años.
Esta situación no
es nueva; sin embargo, parece que el Perú ha aceptado convivir con estas
problemáticas mientras las niñas y adolescentes siguen quedando embarazadas a
la sombra de una sociedad que no parece entender que son niñas, no madres.
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