30 abr 2018

"Como en la pura mafia", por Ronald Gamarra

"Es inevitable rememorar escenas como esta, propias de la profusa narrativa sobre la mafia, ante la performance de los Fujimori Brothers, sobre todo en estas últimas semanas".

Todos recordamos la escena. El mafioso Frank Pentangeli se ha convertido en testigo privilegiado de una comisión investigadora sobre la Cosa Nostra, a cambio de inmunidad por sus propias fechorías, y a sindicado con pelos y señales a Michael Corleone como el jefe del Crimen Organizado en los Estados Unidos. Parece que ha llegado el fin para el hijo de El Padrino, pues ya se ha citado a audiencia pública para que Pentangeli ratifique abiertamente sus acusaciones y no parece haber modo de evitar que suelte lo mucho que tiene por decir.

Pero entonces, oh sorpresa, llega el día de la comparecencia pública y Michael Corleone no parece ser un hombre agitado o amenazado por una larga cárcel; al contrario, se le ve sentado entre el público, tranquilo, campante y fresco como una lechuga. Frank Pentangeli entra a la sala, observa rápidamente el recinto, presta juramento, y a continuación responde a la comisión negando absolutamente todo lo que declaró ante ellos en privado, "sorprendido" de que pudieran haber tomado en serio cosas que afirma haber dicho con animus locandi, por bromear. Solo por joder. Michael Corleone se retira triunfante, limpio de polvo y paja.

Lo que los miembros de la comisión investigadora no sabían es que el capo de la Cosa Nostra, sentado en la audiencia con aire aparentemente inofensivo, tenía a su costado nada menos que al venerado hermano de Pentangeli , a quién había hecho traer desde su remota aldea en Sicilia. El testigo privilegiado vio eso apenas entró a la sala y no necesitó más para comprender el sentido y la inminencia de la amenaza, que su familia estaba perdida si cantaba contra Corleone. Sino lo hacía, había la posibilidad de negociar. Se trataba de una contundente propuesta que no podía rechazar.

Es inevitable rememorar escenas como esta, propias de la profusa narrativa sobre la mafia, ante la performance de los Fujimori Brothers, sobre todo en estas últimas semanas. Kenji, remecido hasta los cimientos por los mamanivideos que la facción de su hermana mando a grabar, ofreció decir al Ministerio Público toda la verdad sobre la corrupción y los manejoa de Keiko y su entorno en Fuerza Popular. Se ofreció virtualmente como un testigo protegido, como un colaborador eficaz. Un sapo. Llegado el momento decisivo, sin embargo, estuvo mas callado que Castañeda y cerró el pico en todos los idiomas.

De la 64 preguntas planteadas por el Fiscal Kenji respondió a 27 con la frase "desconozco" o "no recuerdo" y, en las demás, no dijo nada que tuviera un mínimo de relevancia. Sin necesidad de decir mayor cosa Keiko domina el escenario: tiene del pescuezo al propio Kenji y a su gente, al borde del desafuero parlamentario para pasar luego a un proceso judicial y, tiene del cuello al padre, el viejo Alberto a punto se quedar solo sin PPK y sin Kenji en peligro de vivir a la intemperie y volver a la Diroes, sino se somete a ella.

Kenji ha optado por someterse y tirarse al piso, como Pentangeli ante Corleone. La negociación debe ser necesariamente dura y va por bambalinas. El arreglo posible consistirá en el retiro de Kenji y el viejo Alberto de toda actividad y aspiración política y su silencio sobre las artes mágicas de Keiko, a cambio de que el castigo que esta imparta tenga límites. Puede ser que de todas maneras procedan a desaforar a Kenji, pero si este se rinde, como ya esta ocurriendo, tal vez no se hagan todos los esfuerzos para enviarlo a la cárcel que le tenía prometida por traicionar la omertá.

No obstante, si ambos hermanitos creen que pueden tontear a la gente, se equivocan de plano. Son demasiado evidentes sus enjuagues y arreglazos de última hora, así como su enfrentamiento pandillero de las semanas anteriores, con métodos mafioso-montesinistas que incluyen cámaras ocultas, agentes provocadores y manipulación de las pruebas que deberían entregarse al Ministerio Público. Tanto Keiko como Kenji se han quemado malamaente en esta disputa cainita. Keiko liquida a Kenji con una victoria pírrica y queda casi tan desacreditada como él. Las encuestas son contundentes. Otra victoria igual y no quedaría nada de ella.

Lejos de decepcionar al fiscal, el interrogatorio a Kenji debería confirmarle en la percepción de que está ante un buen par de buenas piezas, a quienes debe espulgar a fondo. Esta familia es toda una inagotable caja de Pandora. Están los tíos Aritomi, con orden de captura desde hace más de década, refigiadas en Japón. Allá también está el discreto y tímido hermanito Hiro, cuyas cuantiosas e inexplicables remesas  permitieron capitalizar en tiempo récord la próspera empresa de transporte naviero de los Fujimori.

Y la propia Keiko debe explicaciones por lavado desde que era primera dama de la nación y estudiaba en una exclusiva universidad norteamericana con dinero  de oscura procedencia, así  como por su estrecha asociación política y económica con Joaquín Ramírez, investigado por la DEA, que fue su mano derecha como secretario general de su partido y generoso financista de su campaña presidencial. Por si fuera poco, acaba de salir a la luz un congresista de su partido íntimamente asociado  a un cartel narco colombiano. Solo en un país tan infiltrado por las mafias se puede dar que alguien pretenda la presidencia de la república con un currículum así, y que haya tontonazos que la apoyen.

Artículo de opinión de Ronald Gamarra Herrera publicado en Hildebrandt en sus trece el viernes 20 de abril de 2018.
Fuente Hildebrandt: http://www.hildebrandtensustrece.com

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