11 nov 2018

"Liquidador", opinión de Ronald Gamarra


Si algo posititvo hay en la empecinada y desfachatada decisión de Pedro Chávarry y de aferrarse contra viento y marea al cargo de fiscal de la nación, es que cuando él salga, y no hay duda que ha de salir antes de lo que muchos imaginan, la reforma que habrá que hacer en el Ministerio Público tendrá que ser más radical y profunda de lo que hubiese sido en otras circunstancias menos traumáticas. La tarea que viene tendrá que ser de reconstrucción integral de los destruido por un auténtico liquidador.

Porque lo que va dejando Chávarry  como legado es una institución en ruinas, y por sobre todo y muy primer lugar, en ruina moral. Nunca la Fiscalía de la Nación cayó tan bajo, si exceptuamos el período de Blanca Nélida Colán, a quién Chávarry no logra igualar porque sencillamente no hay un Montesinos manejando los hilos de la política nacional. Pero el desprestigio que este Fiscal de la Nación le ha inflingido al Ministerio Público será un tizne difícil de limpiar.

Chávarry ha politizado el Ministerio Público de la pero manera imaginable, sometiéndolo abiertamente a la férula del aprofujimorismo, y todo simple y llanamente para salvarse a sí mismo. Los fujimoristas y apristas lo escudan y lo blindan incondicionalmente, aunque eso les cueste la censura abrumadora de la opinión pública, sencillamente porque cuentan con él para velar por sus intereses en los numerosos enredos judiciales en los que están involucrados.

Ya lo dijo clara y contundentemente Rosa Bartra en el chat de La Botica, donde la dirigencia fujimorista coordinaba punto por punto sus pillerías, que blindar a Chávarry es para ellos "una cuestión de supervivencia". Lo tienen bien clarito y Chávarry, por supuesto, también. Y se presta a maniobrar en tándem con ellos para acosar judicialmente al propio Presidente de la República, desnaturalizando políticamente la función fiscal en aras de sus intereses estrictamente personales.

Chávarry se mantiene además sobre una base moral absolutamente deshonrosa. En primer lugar, porque de cinco fiscales supremos señaladamente involucrados, como él en la investigación por el caso de Los Cuellos Blancos del puerto, y su propio voto. En resumen: tres fiscales investigados por su relación con la mafia del exjuez Hinosttroza Pariachi son los que deciden en el Ministerio Público.

En consecuencia, si en algún momento  y es de esperar que sea pronto, se quiere rehabilitar el Ministerio Público, habrá que empezar por la cabeza, limpiando de sus elementos contaminados la Fiscalía de la Nación y la junta de fiscales supremos. Y de allí, seguir para abajo, depurando a los contactos  y operadores de la red corrupta que, como una metástasis, se ha expandido y ofrece enconada resistencia a los intentos que se despliegan para erradicarla.

En segundo lugar, porque la autenticidad del propio título de Pedro Chávarry como fiscal supremo está seriamente en duda. El reportaje publicado esta semana por un medio de comunicación es tan contundente que no deja lugar a mayores dudas sobre la manipulación de las calificaciones para favorecer a Chávarry en el Consejo Nacional de la Magistratura, sin contar con premuras sospechosas para emitir cuanto antes del nombramiento. Así las cosas, todo parece indicar que el título de Chávarry como fiscal supremo no vale ni el cartón en el que está impreso.

Los fiscales de todo nivel, provinciales y superiores, de las diferentes especialidades funcionales y de todo el país, no tienen por qué tolerar más tiempo la desfachatez y los estropicios causados por el trío de fiscales supremos involucrados en los Cuellos Blancos del puerto, que han secuestrado los hilos del poder del Ministerio Público, ni tienen por qué cargar con el desprestigio y la deshonra que la tozudes interesada y las maniobras politizadas de esta gente derrama injustamente sobre todos ellos.

En el Ministerio Público, contra lo que creen algunos, hay importantes reservas morales a las que debemos apoyar para que recuperen en primer lugar el honor y la decencia de la función fiscal. Cada día vemos fiscales, entre ellos varias mujeres, que asumen con valor su función y la cumplen a cabalidad. No los abandonaremos, menos aún ahora, cuando la red corrupta maniobra para ir haciéndolos a un lado y quitarles de las manos esos casos que, para esa red, son "una cuestión de sobrevivencia" .

Fuente : https://hildebrandtensustrece.com/

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