Desde hace dos semanas los franceses no hacen
otra cosa que hablar de acoso callejero a las mujeres. Todo comenzó con
un artículo del diario Le Parisien en el que se hacía eco de una
denuncia de dos organizaciones de habitantes del barrio La Chapelle
Pajol. En ella más de 11 mil firmantes declaraban ser acosadas
permanentemente por grupos de hombres que pululan por el barrio. Desde
entonces se ha dicho de todo y la polémica ha servido para llenar varias
páginas de diarios y cientos de minutos de pantalla.
Para llegar a La Chapelle hay que tomar la línea 2 del metro parisino, la línea
aérea que pasa por varios de los barrios más populares de la capital
francesa. Ahora grupos de policías patrullan en la salida del metro y el
boulevard, los vendedores ambulantes que suelen colapsar las aceras ya
no están, los inmigrantes que se reúnen en las esquinas han sido
trasladados a otros lado.
Pascal Julien, consejero ecologista de París por el distrito 18, estima que
esta polémica no es otra cosa que una instrumentalización política de
cara a las próximas elecciones legislativas: “Fue la extrema derecha la
que utilizó una petición real de los habitantes de este barrio para
tratar de asociar el acoso sexual a los extranjeros, a los inmigrantes.
El tema llegó así hasta la derecha que lo retomó en plena campaña para
las legislativas. Estigmatizar un barrio pobre y de inmigrantes da
votos, ésa es la verdad”.
“No negamos los testimonios de las mujeres que han vivido este acoso
aquí y que han denunciado manoseos, insultos, ese tipo de cosas”,
prosigue Pascal Julien. “Pero tampoco puedo negar el testimonio de las
mujeres del barrio que dicen no haber sufrido nada de esto, incluyendo a
mis propias hijas que crecieron acá”.
La Chapelle es un espacio multicultural, donde conviven muchas
nacionalidades. En una de las calles de este barrio vive desde hace seis
años la antropóloga chilena Florencia Muñoz, acosada tres veces en
estos años.
La mala distribución del espacio público es uno de los factores al que
apuntan los especialistas para explicar que el fenómeno del acoso se
produzca en distintos barrios de París.
Según cifras de la ONG Stop al acoso callejero, 65% de francesas han sido
acosadas en la calle antes de los 15 años, 82% antes de los 17, y 76% de
las francesas dicen haber sufrido por lo menos un acto de este tipo en
su vida. Estas cifras dicen que el acoso está presente en todo el
territorio francés, independiente de la ciudad y de su nivel de vida.
Según Isabelle Clair, socióloga y encargada de investigaciones en el Centro
Nacional de Investigaciones Científicas, “sabemos bien que el sexismo
está ampliamente extendido en todas las clases sociales, pero el sexismo
en el espacio público está más ligado a hombres de clases populares.
Esto hace que sea el sexismo más visible, cuando los hombres de otras
clases sociales expresan su sexismo lo hacen sobre todo en el espacio
privado, discretamente. Hay entonces una sobre exposición del sexismo de
los hombres de clases populares, que es real, ese acoso existe, pero es
un sexismo que es mucho más corporal, que tiene lugar en el espacio
público. Son hombres, en el caso particular de La Chapelle, que no
tienen otro lugar de reunión que el espacio público, tienen muy pocos
espacios y el lugar donde se mueven y finalmente comparten hasta el
sexismo es la calle”.
Una visibilidad que para esta socióloga, que vive a sólo cuadras de La Chapelle, sirve como chivo expiatorio para otro tipo de acosos: “Ese sexismo visible es posteriormente instrumentalizado como si fuera el último bastión del sexismo en Francia. Algo ligado a hombres que no son suficientemente franceses, que no se han asimilado, extranjeros... Es por eso que hay algo muy problemático en ese discurso, y es por eso que es peligroso que aparezca justo antes de las elecciones, y es que permite a otros hombres, de otras clases sociales decir que ellos no son sexistas, que ellos son realmente civilizados que estos otros definidos por ellos menos hombres, o menos franceses o con menos méritos y para ellos mucho más sexistas”.
Apuntando con el dedo a La Chapelle se les olvida la situación de otros
barrios, hasta del mismo metro en París. El consejal Pascal Julien
considera que “hay acoso en todos lados y es proporcional a la cantidad
de hombres que hay en el lugar. Los hombres no son más acosadores que
otros. Pasa que los refugiados son mayoritariamente hombres, que los
hombres que viven en la calles son también mayoritariamente hombres, que
los vendedores callejeros son también hombres. Pero no hay más acoso
acá que en los bonitos barrios de París”.
Pero lo concreto es que el acoso en las calles de La Chapelle si existe,
como también robos y tráfico de todo tipo. El tema de La Chapelle es
delicado, desatendido o utilizado por la clase política.
Por el momento la alcaldía de París y los municipios concernidos han desplegado
efectivos policiales, que patrullan cotidianamente el barrio. Desde
enero de 2017, diez operaciones policiales han tenido lugar allí, con la
detención de unas 1.161 personas, por distintos motivos, a lo que se
suma la expulsión de otros 27 mil. Pero la solución no puede ser sólo
policial. Por eso también han prometido que uno de sus equipos visitará
el sector para encontrar soluciones en el terreno. Desde distintas ONG
han lanzado ideas sobre todo referidas a la restructuración del
mobiliario y del espacio urbano. Ideas que también han aportado para
otros barrios de París.
Fuente Radio Francia Internacional (RFI): http://es.rfi.fr/francia/20170606-polemica-por-denuncia-de-acoso-contra-mujeres-en-barrio-parisino
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