31 may 2015

Experta plantea que no es ilegal interrumpir ciertos embarazos

El caso de la niña de 10 años embarazada de su padrastro tuvo un impacto internacional que atizó el debate sobre la despenalización del aborto. Marclea Labraña, directora del Servicio Naiconal de Menores de Chile, defiende en nombre del gobierno de Michelle Bachelet la interrupción del embarazo por el causal de violación hasta 18 semanas de gestación. En esta entrevista ofrece argumentos.


- Nos enteramos que el caso paraguayo de la niña embarazada de 10 años repercutió en Chile.
-Sí, bastante.

- Atizó el debate sobre el aborto. 

–Yo misma hice referencia sobre el caso de la niña de tan solo 10 años que quedó embarazada después de sufrir abusos sexuales por parte de su padrastro en Paraguay. Es similar al que conocimos en Chile en el 2013. Belén, una niña de Puerto Montt, de 11 años, quedó embarazada en similares condiciones. 

–¿Cuál es su reflexión? 

–Los abusos sexuales suelen ser situaciones crónicas que son cometidas por personas cercanas al círculo de esos niños. Tienen tal nivel de frecuencia que la víctima llega a ser convencida de que es cómplice del hecho y que lo está haciendo con pleno consentimiento. Es uno de los hechos más denostables e infames que puede cometer un ser humano dentro de ese mundo oscuro y encubierto. Por eso, además de la denuncia, es necesario poner el tema sobre el tapete. Ya no puede seguir siendo un tema tabú. Invisibilizarlo solo contribuirá a la gran e incierta cifra negra del embarazo adolescente, un embarazo que es consecuencia de una circunstancia muchísimo más grave y violenta.

La pregunta es si la vejación es menos grave cuando las violadas no llegan a quedar embarazadas. No hablamos siquiera de los niños varones que simplemente no pueden quedar embarazados. El problema central es el abuso sexual infantil.

–¿Cuál es su posición sobre la despenalización del aborto? 

–Mi posición es la del Gobierno de Chile (de Michelle Bachelet). Estoy a favor de las tres causales para la interrupción del embarazo que plantea un proyecto de ley que se debate en la Cámara de Diputados de Chile: cuando hay riesgo vital para la madre, cuando viene un feto que es inviable y cuando hay violación. 

–¿Hasta qué semana del embarazo en el caso de la violación? 

–En el caso de las niñas hasta la edad de 14 años, el proyecto de ley habla de hasta 18 semanas de gestación y cuando se trata de mayores de 14 hasta 18 años se plantea la interrupción hasta las 12 semanas de gestación. En el caso de las menores de 14, depende de lo que diga el tribunal y los responsables del área. 

–No importa si la criatura en gestación es sana. 

–Es por causal de violación de lo que estamos discutiendo. 

–Causa asombro una campaña que hace una organización abortista –se llama Miles– que muestra en la red social cómo la mujer puede abortar tirándose de las escaleras. Dicen que aborto por accidente no es delito. 

–Se trata de una ONG, de un sector de la sociedad civil. No tiene que ver con el proyecto de ley. El mensaje es que es más fácil caerse de una escalera que interrumpir el embarazo por una causal de violación. Más bien creo que es una parodia y que responde más a los que son contrarios a la ley. Claramente no es una propaganda patrocinada por el Gobierno. Lo último que queremos es dar la señal de que es mejor tirarse por una escalera. 

–¿Qué recomienda? 

–En el Sename nosotros tenemos un programa que se llama “Maternidad en conflicto”, donde no les decimos a las mujeres qué hacer, pero en el fondo lo que buscamos es darles diferentes alternativas. Hoy, en Chile no está vigente la interrupción del embarazo. Si alguien quiere entregar su hijo en adopción, que lo entregue, pero que no se arrepienta después. Hay que tener en cuenta que muchas veces la violada queda en shock. El embarazo no lo deseó. No pensó en ser madre. La maternidad le llega producto de la violencia, no de su decisión. 

–Los abortistas dicen que tener un hijo así equivale a tortura. ¿Es así? 

–Me imagino que la violación sin embarazo ya es algo tremendamente traumático. Me imagino que vivir el embarazo producto de una violencia física debe ser tremendamente complejo. 

–No deja de ser un asesinato para los que defienden la vida desde la concepción. 

–Nosotros buscamos ponerle sentido de realidad a esta discusión. Hay más de 111.000 niños y niñas que ingresan al servicio de protección del Sename (Servicio Nacional de Menores); casi 44.000 ingresan por abuso sexual y maltrato. Es una cifra muy grande para mi país. Las que solamente entran por causal de abuso sexual son 9.263. De esta cantidad, en 667 se acreditó la violación. El proceso de acreditación de una violación en Chile es largo, tremendamente largo, lo cual a veces termina revictimizando a la niña y no permite avanzar en la reparación de este acto de violencia. De estos 667 casos de niñas que se lograron acreditar que fueron violadas, 78 quedaron embarazadas. De las 78 niñas embarazadas, el 50% tiene 15 años y 28 semanas de gestación. No es para sentirse orgulloso. 

–¿La mujer puede hacer de su cuerpo lo que quiera, aun teniendo otro ser dentro de ella? ¿Tiene una opinión? 

–Mire. Nosotros no estamos en Chile haciendo un proyecto ilegal para interrumpir cualquier embarazo. Estamos acortando este proyecto de ley a tres causales, no a 10 ni 15 ni a todas las causales que las mujeres deseen. Se trata, como le dije, de mujeres violadas y embarazadas, mujeres que tienen riesgo vital y mujeres que tengan un embarazo que sea inviable fuera del útero. La ley define exactamente adonde queremos llegar. 

–Sobre el castigo a los autores, ¿cuál es la experiencia? 

–Las condenas dependen del tipo de abuso sexual que se ha sufrido y en qué condiciones. No tenemos un sistema que estimule la denuncia. Judicialmente el 10% logra tener una condena. En Chile, hasta los 14 años, cualquier persona que tenga relaciones con una niña es violación. No se relativiza el concepto. 

–¿Las víctimas son de los estratos más pobres? 

–No. Nada tiene que ver la condición social y económica. El abuso sexual infantil es intramuros, no extramuros. Eso hace que cualquier conducta de prevención sea completamente distinta, de alta complejidad, porque la prevención tiene que romper el típico círculo intramuros que uno no quiere abordar. Siempre se espera que la educación escolar pueda dar las herramientas a los niños. A veces llega muy tarde. 

–¿No tiene efecto la educación en la escuela? 

–La sexualidad se desarrolla entre los cero y seis años. En esa época, los niños no van al colegio. Yo no digo que no sirva la educación sexual en los colegios. Por supuesto que sirve. Lo que pasa es que no resuelve el abuso sexual infantil. A eso me refiero. La mayoría de los abusadores sexuales son familiares de la niña en este caso. No se puede esperar ir al colegio para aprender la afectividad y la sexualidad. Obviamente una niña no entiende que puede venir cualquiera y tocar su cuerpo por mucho que fuera familiar. 

–¿Qué es? ¿Es una seducción, un engaño por el padrastro? ¿No se puede hablar de precocidad? 

–La niña no es precoz. La niña es una niña. El que está haciendo un abuso es el adulto. La niña no tiene herramientas para consentir. Con suerte tiene desarrollado su cuerpo. No está preparado para un embarazo. Acá hay claramente abuso de poder en un ambiente familiar. 

–¿Cómo se puede prevenir en el hogar que el sexo es malo? 

–Nadie aquí quiere instalar una política del terror diciendo que el sexo es malo. Nosotros tenemos que entender que la sexualidad es parte de nuestro desarrollo afectivo. Pero hoy día tenemos que asumir que estamos en otra época. Tenemos que generar el autocuidado del cuerpo. Esto no significa tenerle miedo a su propia familia. El rol de la familia en la prevención es tremendamente importante. 

–¿Qué propone usted? 

–Nosotros hemos lanzado el observatorio de abuso sexual infantil para poner números, independiente de la mirada religiosa, de la condición social, de la percepción ideológica, la posición política, económica... Hoy día tenemos que tener otra mirada de la sexualidad. 

–En la práctica, ¿cómo se imagina? 

–Tenemos que terminar con esas instrucciones lineales sin ningún matiz a los niños cuando les decimos que saluden con besos, “díganle tío o tía” a todos los adultos, obedecerlos solo porque son adultos. 

–No decirle “tío o tía” a cualquiera. 

–Por supuesto, no “tío o tía”, obligarle a saludar con besos o saludar como le sienta más cómodo al adulto. Hay que enseñar respeto, no obedecer sin matices, porque el adulto puede abusar de su poder y de una errada instrucción de los padres. 

–Mantener cierta distancia de adultos no muy allegados al hogar. 

–Una distancia natural. No es natural andar saludando de besos a cualquier desconocido. No es natural que a un desconocido se lo trate en forma familiar. No podemos esperar que los niños lleguen al colegio para entender todo esto porque, a lo mejor ya es muy tarde.

1 comentario:

  1. Y es que una ley no deberia de marcarse igual antes todas las circuntancias, todas las personas y sobre todo, todas las situaciones. Pero en un mundo donde las personas continuamos siendo cifras para los funcionarios y regidores. El problema o problemas de una sola persona no logra impactar en la mente de todos. NO SE BUSCAN LEYES QUE NOS HAGAN IGUALES, PERO SI QUE EL PROBLEMA DE OTRO, SEA CUAL SEA DEBIERA DE IMPORTARNOS Y SENCIBILIZARNOS.
    No más etiquetas, no más pensamiento tradicional que enmarca lo correcto e incorrecto.

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