El niño, al que el Comité se refiere como A.E.A. para proteger su identidad, es hijo de una ciudadana marroquí y nació en Melilla en 2013, donde siempre ha vivido. Cuando cumplió seis años, la madre trató de inscribirlo en la escuela pública, pero las autoridades no reconocieron su residencia.
Su madre puso en marcha varios procedimientos judiciales, pero aun así las autoridades administrativas y judiciales locales se negaron a admitirlo en la escuela.
La mujer entonces hizo una denuncia ante el Comité de los Derechos del Niño en marzo de 2020. Ocho meses después, la policía confirmó que A.E.A y su familia vivían en Melilla. A pesar de que la legislación nacional reconoce que los niños residentes tienen derecho a la educación, las autoridades locales se negaron a que el niño asistiera a la escuela, argumentando que no había pruebas de que tuviera un permiso de residencia legal.
Dos
años después
Fue hasta marzo de este año, luego de que el niño perdiera casi dos años de su educación formal, cuando A.E.A. pudo asistir a la escuela luego de que el Ministerio de Educación español ordenara a las autoridades locales que lo matricularan.
Los expertos del Comité se mostraron complacidos con la admisión del pequeño, pero consideraron que ha tomado demasiado tiempo y que “no repara totalmente el daño causado por su prolongada ausencia de la escuela”.
“Todos los niños tienen derecho a ir a la escuela, independientemente de su situación legal o la de sus padres. A.E.A debería haber podido aprender en un aula y hacer amigos con otros niños y niñas de su edad, aunque no tenga la nacionalidad española”, dijo Luis Pedernera, integrante del Comité.
El
grupo de expertos dijo que España violó los derechos de A.E.A. al no tomar
medidas rápidas para verificar su residencia en Melilla y al no admitirlo en el
sistema de educación pública inmediatamente después de que se confirmara que
efectivamente vivía en Melilla.
Compensación
El Comité instó al país a proporcionar a A.E.A. una compensación adecuada y a tomar medidas para ayudarlo en ponerse al día en la escuela.
Pedierna explicó que a pesar de que la legislación española garantiza la educación a todos los niños residentes, independientemente de su situación administrativa, A.E.A. y la mayoría de los niños sin permiso de residencia legal en Melilla se enfrentan a obstáculos de facto que impiden su escolarización.
“Esto supone una discriminación que viola la Convención sobre los Derechos del Niño”, añadió.
El año pasado, el Comité acogió con beneplácito la decisión de España de permitir que una niña marroquí de doce años se matriculara en una escuela local. Hasta ahora, seis niños y niñas que han presentado quejas ante el Comité han sido admitidos en la escuela. Sin embargo, se calcula que más de 150 niños sin un permiso de residencia legal en Melilla siguen excluidos del sistema de educación pública.
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Fuente Centro de Noticias ONU.
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