26 may 2021

ACNUR: Los refugiados de más edad en Latinoamérica sufren mayor discriminación y abusos

La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la organización HelpAge International advierten que la pandemia de COVID-19 está poniendo en riesgo a las personas mayores refugiadas en América Latina, perjudicando su bienestar y limitando su acceso a derechos y servicios vitales.

Una evaluación conjunta en Colombia, Ecuador, El Salvador, Honduras y Perú ha revelado que la pandemia está exacerbando las amenazas preexistentes a la salud física y mental, la nutrición, la autonomía financiera y el estatus legal de las personas adultas mayores refugiadas y otras personas en situación de movilidad humana. La mitad de las personas entrevistadas reportó haber sufrido discriminación, mientras que un número preocupante describió incidentes de abuso.

“Las personas mayores que están en situación de desplazamiento forzado se han encontrado durante mucho tiempo en abandono y sin protección suficiente. Su plena inclusión en las respuestas nacionales a la pandemia, incluidos los programas de vacunación contra la COVID-19, es clave para salvaguardar su dignidad y sus derechos”, señaló José Samaniego, director del Buró Regional de ACNUR para las Américas.

La mayoría de las personas mayores encuestadas informaron que han tenido un acceso limitado a la atención médica durante la pandemia. El 42% no recibió tratamiento por problemas de salud previos y el 6% de las personas contagiadas con COVID-19 informó que no obtuvo la atención médica adecuada, de acuerdo a los datos del informe Un reclamo de dignidad: Vejez en la movilidad humana.

La pandemia ha generado una disminución del contacto diario que las personas mayores desplazadas tenían con sus familias, del 39 al 26%. También limitó las actividades comunitarias y las oportunidades de recreación y participación, agravando significativamente sus sentimientos de aislamiento y soledad.

Falta de alimentación

El acceso a los alimentos para las personas mayores en situación de movilidad humana también empeoró en todos los países objeto del estudio. Ya antes de la pandemia, una de cada cuatro personas mayores tenía que saltarse las comidas. Con la llegada de COVID-19, el 41% tuvo que reducir aún más su ingesta de alimentos.

Alrededor del 64% de las personas mayores entrevistadas no tenían ingresos mensuales antes de la pandemia. De quienes sí tenían ingresos, el 62% consideró que no eran suficientes para satisfacer sus necesidades básicas.

Pero la COVID-19 agravó aún más su situación económica, dejando a muchas más personas sin empleo. En Honduras y El Salvador, un tercio de las personas encuestadas informó que había perdido su trabajo. En los países de la región andina, fueron casi la mitad.

“Además de una mayor ayuda humanitaria, las personas mayores desplazadas necesitan más oportunidades de medios de vida para ser económicamente independientes”, agregó Samaniego.

A pesar del aumento de su vulnerabilidad, muchas de las personas entrevistadas aún tenían que actuar como sostén de sus hogares y cuidar de otros miembros de la familia, como niños y adolescentes (un 60%) y personas con discapacidad (un 5%).

Mientras tanto, las condiciones de vivienda también empeoraron para una quinta parte de los entrevistados, ya que no podían pagar el alquiler. El 5% de los encuestados fue desalojado durante la pandemia.

Asimismo, la pandemia ha aumentado los desafíos que enfrentan las personas mayores en situación de movilidad humana para obtener documentación. En la región andina, casi una cuarta parte se encuentra en situación irregular, lo que aumenta su marginación. Esta cifra aumenta al 32% entre las personas mayores desplazadas con discapacidad.

“El envejecimiento y la movilidad humana son tendencias globales, cuya interseccionalidad se manifiesta en la pobreza y la exclusión, mientras que las personas mayores son tratadas como si fueran invisibles. Los gobiernos y la comunidad internacional deben hacer todo lo posible para que las personas mayores en situación de movilidad humana puedan vivir con dignidad. Se necesita un cambio urgente”, comentó Marcela Bustamante, representante Regional de HelpAge para América Latina y el Caribe.

Llamado a la acción

Por este motivo la agencia de la ONU para los refugiados se hace un llamado a la comunidad internacional para incluir a las personas mayores en situación de movilidad humana como un grupo prioritario en todas sus agendas, adaptando y financiando la estructura institucional que responda a sus necesidades.

Esto se debe traducir en respuestas y programas humanitarios que incluyan a las personas mayores en situación de movilidad humana como beneficiarias directas, que garanticen su dignidad, autonomía, independencia y participación, evitando intervenciones que las expongan a situaciones de dependencia, abuso y discriminación.

Para ello proponen:

Las personas mayores desplazadas forzosamente se han encontrado durante mucho tiempo con una protección insuficiente y con negligencia. Su inclusión completa en las respuestas nacionalesa la pandemia es clave para salvaguardar su dignidad y derechos.

A parte de incrementar el apoyo humanitario, las personas mayores en situación de movilidad humana necesitan mayores oportunidades de medios de vidapara ser financieramente independientes.

Es necesario implementar mecanismos de participación, consulta y retroalimentación para el diseño, planeación e implementación de las respuestas humanitarias, de esta manera, las voces de las personas mayoresen situación de movilidad humana son escuchadas y sus experiencias y resiliencia son reconocidas como valores agregados a estas respuestas.

A nivel global, se hace un llamado a los Estados para que impulsen el proyecto de redactar y adoptar una Convención Internacional de Naciones Unidas para la Protección de las Personas Mayores, liderado por el Grupo de Trabajo de Composición Abierta. A nivel regional, es importante que los Estados adhieran e implementen la Convención Inter-americana para la Protección de los Derechos de las Personas Mayores, como marco legalvigente para todos los Estados americanos, adecuando sus ordenamientos internos a la luz de este instrumento y de otros marcos de protección pertinentes del Derecho Internacional y Regional de los Derechos Humanos.

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