Presentación Inicial de la Presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos - CIDH, Comisionada Esmeralda Arosemena de Troitiño
Santiago de Chile, Chile.
4 de septiembre de 2019
4 de septiembre de 2019
Es un honor
dirigirme a ustedes en este Acto Solemne para celebrar el sexagésimo
aniversario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Debo hacer
una breve relación histórica de la CIDH, y destacar el proceso de evolución y
desarrollo por el que la Comisión ha transitado en sus seis décadas de
existencia. Como producto de ese complejo proceso evolutivo, que surgió como
una noble aspiración, hoy se transformó en un verdadero sistema institucional y
jurídico de alcance regional. Un sistema que protege a través de un catálogo de
mecanismos e instrumentos, los derechos humanos de las personas, comunidades y
pueblos de las Américas.
Como ya
sabemos, los Ministros de Relaciones Exteriores de 21 países del Hemisferio se
congregaron en la Quinta Reunión de Consulta de Ministros en Santiago de Chile
en 1959 y firmaron la Declaración de Santiago, acordando avanzar en la adopción
de una Convención Americana sobre Derechos Humanos y proceder en la creación de
dos órganos que se encargarían específicamente de velar por la tutela y
observancia de estos derechos. Así se crea la CIDH, el primer órgano de la
OEA encargado de promover el respecto, la observancia y protección de los
derechos fundamentales en la región.
Su creación
no fue un hecho aislado, sino el fruto de un largo proceso de integración
hemisférica e institucionalización de alianzas entre los países, que se remonta
a la Unión Panamericana en el siglo diecinueve, y así continuó durante la
primera mitad del siglo veinte, que se acentuó tras los estragos y graves
crímenes ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial, con los esfuerzos
internacionales y regionales redoblados. En este marco se adoptó la Carta de la
OEA, constitutiva de este organismo regional, y en mayo de 1948, los Estados
adoptaron la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre en Bogotá,
Colombia. Con este espíritu, al momento de su adopción, los países de la OEA
manifestaron la necesidad de contar con un órgano encargado de la protección de
los derechos humanos, y con firme voluntad, en 1959, se creó la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos.
Con este
trasfondo de afianzamiento institucional, pasemos una mirada panorámica a la
forma en que el trabajo de la CIDH ha evolucionado, de manera progresiva. Así
se ha incorporado nuevas formas y modalidades para la efectividad de los
derechos. Además una impresionante expansión en el nivel de trabajo de la CIDH,
y sobre todo en los impactos transformadores de sus decisiones y
recomendaciones.
Los mandatos
de la Comisión se centraron inicialmente en la preparación de estudios e
informes, en la formulación de recomendaciones generales a los Estados, y en la
prestación de asesoría como órgano consultivo de la OEA, con la facultad para
trasladarse a los territorios de los Estados miembros para realizar visitas,
siendo la primera en República Dominicana en octubre de 1961.
Por dos
décadas y hasta la entrada en vigencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en 1979, la Comisión operó como el único órgano de protección del
sistema interamericano.
Destaco que
en aquellas épocas la CIDH se abocó principalmente al trabajo relativo a graves
violaciones de derechos humanos en el marco de contextos autoritarios, con las
dictaduras vigentes en la región, que violaban los derechos humanos en gran
escala y de manera sistemática. Ante la emergencia y la gravedad de la
situación de derechos humanos, contexto no previsto, la Comisión utilizó todos
los recursos y herramientas que tuvo a su alcance, aun cuando estas
herramientas no estaban previstas de manera explícita en su normativa.
Así, la
Comisión empezó a solicitar información a los Estados, la que se tradujo en
parte del trámite de casos individuales y en insumos de informes de la CIDH
sobre la situación de los derechos humanos en los países. También, la Comisión
insistió en sesionar fuera de la sede, sesiones que se convirtieron en
investigaciones en terreno, permitiéndole a la Comisión cumplir su mandato y
responder a las graves situaciones de derechos humanos en el hemisferio.
La Comisión
continuó haciendo uso de las visitas in loco como una de sus principales
herramientas para combatir las violaciones masivas y sistemáticas de derechos
humanos que se produjeron en el continente en los setentas y ochentas. Así la
CIDH marcó su presencia en el terreno y definió su rol como una voz de alerta
temprana frente a la comunidad internacional. También y con gran impacto, estas
visitas generaron cambios importantes en la situación de derechos humanos en el
hemisferio y en la situación concreta de centenares de víctimas. Como ejemplo,
en 1978 la Comisión recibió un mandato de la Asamblea General de la OEA para
una visita a Nicaragua y este marco recabar testimonios sobre la situación de
derechos humanos. El informe de la visita fue devastador para la dictadura de
Somoza, perdiendo todo apoyo internacional, viéndose forzado a dejar el poder
días después de que la Comisión presentara su informe. Cuarenta años después,
en el regreso al país, la CIDH vuelve a denunciar las graves violaciones
de derechos humanos ya en nuevo contexto. Hoy lamentablemente vivimos una lucha
en la defensa del estado de derecho en este país.
La visita de
la Comisión a la Argentina en 1979 tuvo un enorme impacto en la sociedad y en
el hemisferio, y logró documentar un patrón sistemático de desapariciones
forzadas, siendo uno de los factores que contribuyó a la caída de la dictadura,
con el trabajo en terreno la Comisión visitó centros de detención clandestinos,
se reunió con decenas de detenidos, lo que permitió reportar a la comunidad
internacional las violaciones sistemáticas a los derechos humanos que ocurrían
en ese país, en especial sobre las desapariciones forzadas. Así, la
intervención de la Comisión fue clave para salvar muchas vidas de personas
detenidas clandestinamente y con posibilidad de ser desaparecidas forzosamente.
Décadas
después, en la visita in loco que la Comisión hizo a Perú, y en su posterior
informe, se denunció de manera enfática las violaciones a los derechos humanos
durante el gobierno de Fujimori. La visita y el informe jugaron un rol
importante en la presión internacional para su dimisión.
El siguiente
estadio en esta evolución vino con el énfasis en las peticiones y casos
individuales. La CIDH fue el primer órgano interamericano en tramitar
peticiones individuales. Las herramientas de trabajo desarrolladas por la
Comisión Interamericana fueron reconocidas, en primer lugar, en su Reglamento
adoptado el 2 de mayo de 1967, y posteriormente cuando en 1969 se aprobó la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, que reguló específicamente esta
facultad. El sistema de casos y peticiones de la CIDH, que se consolidó
mediante su progresiva aplicación a centenares de casos, ha permitido a igual
número de víctimas y a sus familiares en las Américas recibir reparaciones por
la violación de sus derechos; también ha sido la causa de que se hayan
implementado medidas importantes de promoción y protección de los derechos
humanos en toda la región.
Es en el
sistema de peticiones y casos que la CIDH ha consolidado una línea de trabajo
transformadora de las estructuras institucionales, jurídicas y administrativas
de los Estados. Cuando se recomienda a los Estados proveer un remedio a una
violación de los derechos, se hace incorporando componentes individuales o
colectivo y estructurales en su decisión, desde un enfoque positivo y
preventivo de que hechos como aquellos que dieron origen a la violación vuelvan
a suceder. Cuando los Estados cumplen las recomendaciones de tipo estructural,
introducen reformas institucionales, jurídicas y sociales, contribuyendo a
garantizar también la no repetición de las violaciones mediante la intervención
en los contextos que les hicieron posibles.
Otra acción relevante del trabajo de la CIDH son las medidas cautelares, que
hoy es uno de los principales mecanismos de protección de la Comisión, y que
sin duda alguna se han salvado innumerables vidas en las últimas décadas, al
operar como instrumento efectivo de protección ante posibles daños graves e
irreparables a personas o grupos de personas que enfrentan situaciones de
riesgo inminente.
El radio de
acción de la CIDH continua su evolución también en materia de monitoreo de la
situación de los derechos humanos en los 35 Estados. Éste se despliega a través
de múltiples instrumentos, que incluyen las actividades de las relatorías,
producción de informes temáticos y de país, producción de informes anuales,
realización de audiencias, y emisión de comunicados de prensa. La CIDH hoy
cuenta con 13 relatorías temáticas, siendo tres de ellas creadas en el marco
del nuevo plan estratégico. La Comisión ha publicado 48 informes anuales,
abordando aspectos de la situación de derechos humanos en el continente. Ha
realizado 98 visitas in loco, publicado 71 informes de país y 81 informes
temáticos sobre los temas comprendidos en el mandato de las relatorías. Se han
celebrado 172 períodos de sesiones, concediendo aproximadamente 2,335
audiencias y ha emitido más de 2,180 comunicados de prensa.
Destaco
también en el proceso de desarrollo de sus labores, el nivel de interacción que
rápidamente adquirieron las organizaciones de la sociedad civil con la Comisión
Interamericana. Estas organizaciones han facilitado históricamente el
cumplimiento de su función, y siguen contribuyendo al ejercicio de sus diversas
atribuciones.
Esta historia que he reseñado revela la sólida configuración institucional y
jurídica de la CIDH al año 2019, que se estructura sobre tres pilares
fundamentales: el pilar de peticiones y casos –que incluye las medidas
cautelares-, el pilar de monitoreo, y el pilar de promoción y cooperación
técnica con los Estados. Sobre estas columnas, la CIDH aprueba su Plan Estratégico
2017-2021, elaborado con una amplia participación de la sociedad civil y de los
Estados, y que identifica e introduce nuevas formas de abordar las coyunturas y
problemáticas actuales de derechos humanos en la región.
Hoy
continúan vigentes los ideales que inspiraron la creación del sistema
interamericano de derechos humanos, pero también hay grandes desafíos para el
logro de esos ideales. La realidad del continente americano sigue arrojando un
panorama desafiante, con extremas desigualdades sociales, problemas serios de
acceso a la justicia, discriminación hacia las mujeres, los pueblos indígenas,
los afrodescendientes, los migrantes y a un importante número de la población
por su orientación sexual, entre otras situaciones de exclusión y marginalidad.
La inestabilidad democrática sigue siendo una amenaza imposible de ignorar, y
la violencia continúa permeando la vida cotidiana de nuestras sociedades. La
Comisión Interamericana recalcada que el respeto de los derechos humanos debe
ser integral, pues no basta garantizar los derechos civiles y políticos si ello
no comporta también la vigencia de los derechos económicos, sociales,
culturales y ambientales de los habitantes.
En sus seis
décadas de trayectoria, la CIDH ha marcado y trasformado las vidas de miles de
personas y comunidades del hemisferio. Convencida del deber que esta historia
nos asigna a cada uno de nosotros, hoy tengo el honor, como Presidenta de la
Comisión Interamericana y en su representación, de renovar de manera manifiesta
el compromiso de continuar cumpliendo con el mandato hemisférico de promoción,
observancia y protección de los derechos humanos de todas las personas que
habitan las Américas con fundamento en su dignidad humana, y la solidaridad con
la humanidad entera, como corresponde para hacer frente a los desafíos que el
Sistema Interamericano debe superar.
Muchas
gracias.
Fuente CIDH: http://www.oas.org/es/cidh/
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