Las armas matan y a
los niños más
Colegio Villa El
Salvador, tres adolescentes víctimas: el que disparo, el que murió y el que ha
quedado herido
Un padre deja su arma en un lugar
donde puede ser encontrada con facilidad. El hijo adolescente cuenta fascinado
a sus amigos que en su casa hay un arma, promete llevarla al día siguiente al
colegio; la manipula delante de su mejor amigo, el arma se dispara, su
compañero de clase muere y otro queda herido.
Así podría resumirse esta triste
historia de un “juego” mal jugado entre niños aprendiendo a ser machos. Pero,
no termina ahí. El adolescente que disparó debe estar desolado, abatido,
triste, confuso, con un duelo -por la pérdida de su amigo-, que no puede vivir porque
debe responder interrogatorios, recriminaciones y a su propia culpabilidad.
¿Quiénes son responsables de este
hecho? ¿Sólo el adolescente?
No parece en este caso. Primero,
está la responsabilidad del padre que dejó un arma letal a la mano de
cualquiera, especialmente la de sus hijos. Padres que no explicaron que con las
armas no se juega, que son peligrosas y que matan. Las armas en una casa con niños
y adolescentes debieran ser una preocupación siempre, sobre todo, si alguno
sufre de alguna depresión.
En segundo lugar, la de nuestra
sociedad: empresas que fabrican armas de juguete, lo más parecida a las
verdaderas, para que sean regaladas a niños pequeños. Los fabricantes de juegos
y máquinas en las que se puede “matar personas” –mientras más sangre
salpicada-, mejor. Además, se ganan
puntos y puedes ser campeón, matando.
En tercer lugar, está la del
joven. Pero, hay que entender el contexto. Los niños y adolescentes son
curiosos, se fascinan y dan rienda suelta a sus emociones sin prever las
consecuencias. De acuerdo a nuestra
normatividad interna, un adolescente de 15 años tiene responsabilidad por sus
actos de acuerdo a su edad. En este caso, por sus acciones en conflicto con la
ley, deberá cumplir medidas socio-educativas y rehabilitadoras. El Presidente
del Poder Judicial sugiere el Centro Juvenil Maranguita. Me pregunto ¿cumple Maranguita con ser un
centro de diagnóstico y rehabilitación? No siempre se asegura. Hay pocas
experiencias buenas.
Si el adolescente que disparó no tenía
intención de matar, amenazar, ni hacer daño: no hubo dolo. Si no tiene
antecedentes, no ha cometido hechos de violencia, no ha estado en conflicto con
la ley, previamente, y tiene una familia estable que se compromete a cumplir con
su reeducación y las medidas –en libertad o semi-libertad dadas por el PJ-, el
adolescente podría volver a su casa. Asimismo, debe pedir disculpas sinceras a
la familia de su amigo y a todos sus compañeros. Debería, además, asistir a
terapia psicológica y contar con visita permanente de un trabajador social y desarrollar
acciones en favor de su colegio o su comunidad. Todo esto podría hacerse si de
verdad queremos, también, proteger a este menor.
En las últimas semanas, los
noticieros han informado sobre personas que han disparado armas de fuego como
respuesta a posibles agresiones o robos. Es decir, cada vez más, hay más
adultos, lamentablemente-, que cuentan con licencia para portar armas. ¿Se les
exige mostrar el lugar donde tendrán el arma y las medidas de seguridad que
tomarán para que ningún menor de edad acceda a ella?
“Un bebe de 2 años dispara y
hiere a su abuela”, fue el titular de una noticia en Carolina del Norte en
Estados Unidos. El arma estaba en la bolsa del respaldo del asiento del carro.
¿Qué pasará cuando esto suceda en el Perú? ¿A quién culparemos?
Escribe Teresa Carpio V.
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