21 mar 2019

Opinión: "Las armas matan y a los niños más"


Las armas matan y a los niños más
Colegio Villa El Salvador, tres adolescentes víctimas: el que disparo, el que murió y el que ha quedado herido

Un padre deja su arma en un lugar donde puede ser encontrada con facilidad. El hijo adolescente cuenta fascinado a sus amigos que en su casa hay un arma, promete llevarla al día siguiente al colegio; la manipula delante de su mejor amigo, el arma se dispara, su compañero de clase muere y otro queda herido.

Así podría resumirse esta triste historia de un “juego” mal jugado entre niños aprendiendo a ser machos. Pero, no termina ahí. El adolescente que disparó debe estar desolado, abatido, triste, confuso, con un duelo -por la pérdida de su amigo-, que no puede vivir porque debe responder interrogatorios, recriminaciones y a su propia culpabilidad.

¿Quiénes son responsables de este hecho? ¿Sólo el adolescente?

No parece en este caso. Primero, está la responsabilidad del padre que dejó un arma letal a la mano de cualquiera, especialmente la de sus hijos. Padres que no explicaron que con las armas no se juega, que son peligrosas y que matan. Las armas en una casa con niños y adolescentes debieran ser una preocupación siempre, sobre todo, si alguno sufre de alguna depresión.

En segundo lugar, la de nuestra sociedad: empresas que fabrican armas de juguete, lo más parecida a las verdaderas, para que sean regaladas a niños pequeños. Los fabricantes de juegos y máquinas en las que se puede “matar personas” –mientras más sangre salpicada-, mejor.  Además, se ganan puntos y puedes ser campeón, matando.

En tercer lugar, está la del joven. Pero, hay que entender el contexto. Los niños y adolescentes son curiosos, se fascinan y dan rienda suelta a sus emociones sin prever las consecuencias.  De acuerdo a nuestra normatividad interna, un adolescente de 15 años tiene responsabilidad por sus actos de acuerdo a su edad. En este caso, por sus acciones en conflicto con la ley, deberá cumplir medidas socio-educativas y rehabilitadoras. El Presidente del Poder Judicial sugiere el Centro Juvenil Maranguita.  Me pregunto ¿cumple Maranguita con ser un centro de diagnóstico y rehabilitación? No siempre se asegura. Hay pocas experiencias buenas.

Si el adolescente que disparó no tenía intención de matar, amenazar, ni hacer daño: no hubo dolo. Si no tiene antecedentes, no ha cometido hechos de violencia, no ha estado en conflicto con la ley, previamente, y tiene una familia estable que se compromete a cumplir con su reeducación y las medidas –en libertad o semi-libertad dadas por el PJ-, el adolescente podría volver a su casa. Asimismo, debe pedir disculpas sinceras a la familia de su amigo y a todos sus compañeros. Debería, además, asistir a terapia psicológica y contar con visita permanente de un trabajador social y desarrollar acciones en favor de su colegio o su comunidad. Todo esto podría hacerse si de verdad queremos, también, proteger a este menor.

En las últimas semanas, los noticieros han informado sobre personas que han disparado armas de fuego como respuesta a posibles agresiones o robos. Es decir, cada vez más, hay más adultos, lamentablemente-, que cuentan con licencia para portar armas. ¿Se les exige mostrar el lugar donde tendrán el arma y las medidas de seguridad que tomarán para que ningún menor de edad acceda a ella?

“Un bebe de 2 años dispara y hiere a su abuela”, fue el titular de una noticia en Carolina del Norte en Estados Unidos. El arma estaba en la bolsa del respaldo del asiento del carro. ¿Qué pasará cuando esto suceda en el Perú? ¿A quién culparemos?

Escribe Teresa Carpio V.

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