
En junio del año pasado la población de Bermudas, territorio británico
de ultramar situado frente a la costa este de los Estados Unidos, rechazaba en referéndum la
posibilidad de reconocer las uniones entre personas del mismo sexo, ya
sea en forma de matrimonio o de unión civil. El reférendum, consultivo y
no vinculante, no alcanzó sin embargo el quórum necesario para ser
considerado válido.
El fracaso del plebiscito abría la puerta al Parlamento para aprobar a medio plazo una norma (posiblemente de uniones civiles) sin sombra de ilegalidad. Ese es el deseo, por ejemplo, del ex primer ministro sir John Swan, que en su momento llegó a votar en contra de despenalizar las relaciones homosexuales y que ahora se muestra convencido de las bondades del matrimonio igualitario. El actual primer ministro, Michael Dunkley, había comentado por su parte antes del referéndum que había que seguir la “la voluntad del pueblo”.
Pero paralelamente se había puesto en marcha también la vía judicial.
La pareja formada por el bermudeño Winston Godwin y el canadiense Greg
DeRoche presentó en julio del año pasado una demanda ante la Corte
Suprema después de que el registro civil rechazara su solicitud para
contraer matrimonio. La juez Charles-Etta Simmons escuchó las
alegaciones en febrero de este año. Tres meses después ha llegado la sentencia.
Simmons considera que la legislación sobre matrimonio vigente en
Bermudas es incompatible con la de derechos humanos, ya que contiene una
discriminación basada en la orientación sexual de los contrayentes. Por
ello, considera que los demandantes tienen derecho a contraer
matrimonio y declara que la ley matrimonial debe interpretarse como
aplicable a las parejas del mismo sexo. La sentencia tiene efectos
inmediatos y establece recomendaciones para reformar la normativa, de manera que haga referencia a “dos personas” en lugar de a “hombre y mujer”.
La bermudeña es una sociedad especialmente conservadora. No
despenalizó la homosexualidad hasta 1994, y por ejemplo la edad de
consentimiento para las relaciones homosexuales masculinas sigue
siendo dos años superior que para las relaciones heterosexuales o
lésbicas (18 años frente a 16). Ello no ha evitado que se produzcan
avances significativos. En 2013, por ejemplo, el Parlamento aprobó una ley que prohíbe discriminar por razones de orientación sexual (a finales de 2012 nos hicimos eco de la misma). Y a principios de 2015 la Corte Suprema de Bermudas falló a favor de
la adopción homoparental, lo que permite a las parejas del mismo sexo
adoptar en igualdad de condiciones a las parejas de distinto sexo. Sin
embargo, pese a que la adopción homoparental es posible, no existía
hasta ahora ningún reconocimiento jurídico de las relaciones entre
personas del mismo sexo.
Bermudas se une ahora a Gibraltar, las Islas Pitcairn, el Territorio Antártico Británico y la base de Acrotiri y Dekhelia, que completan el grupo de los cuatro territorios de ultramar británicos en permitir el matrimonio igualitario.
Otros ocho de estos territorios no lo permiten, o lo hacen solo
parcialmente (como la Isla Ascensión, que forma parte del territorio de
Santa Elena, Ascensión y Tristán de Acuña), mientras que dos de ellos,
Montserrat y las Islas Turcas y Caicos, lo prohíben taxativamente en sus
constituciones.
En cuanto a las tres dependencias británicas, la Isla de Man aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo el pasado mes de abril, el Bailinazgo de Guernsey lo hizo en el mes de septiembre, y el Bailinazgo de Jersey lo aprobará previsiblemente este verano.
En el Reino Unido estrictamente hablando, las legislaciones sobre el matrimonio igualitario están vigentes en Inglaterra, Gales y Escocia, quedando tan solo Irlanda del Norte como el único reducto que se resiste a la igualdad en el acceso al matrimonio para las parejas del mismo sexo.
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