9 abr 2017

Crimen de odio por Ronald Gamarra

Se ha cometido un crimen de odio en el Congreso. No hay otra explicación: el odio a un sector de la población, como consecuencia de los prejuicios, los terrores atávicos, los miedos inconfesables y el fanatismo fundamentalista de algunos santurrones que pueblan la mayoría parlamentaria. El odio a la población homosexual, a la cual no se le quiere reconocer el derecho básico a una vida libre de violencia, sin discriminación, con los mismos derechos de los que goza cualquier hétero supuestamente "normal".

La Comisión de Constitución del Congreso ha dado el primer paso de este crimen del odio al aprobar, por diez votos contra seis, precisamente  los votos de la mayoría fujimorista, recomendar al pleno la derogación de un punto esencial del Decreto Legislativo 1323: precisamente  aquel que protege a la minoría LGTB al sancionar penalmente el crimen de discriminación cometido, entre muchas otras causas, por "orientación sexual" e "identidad de género".

La homofobia de esta decisión de la mayoría parlamentaria no puede ser más escandalosa, y así debe ser denunciada ante el mundo entero. Se trata de uno de los ataques más arteros y bajos contra los derechos humanos y en particular contra una minoría que es sistemáticamente agredida y discriminada, sometida cotidianamente a la burla y al menosprecio de la sociedad establecida, donde campean impunes los "normales" machistas, en realidad unos pobres diablos atiborrados de prejuicios.

falta de ver si, en el pleno, la mayoría fujimorista consumará el crimen de odio iniciado en la Comisión parlamentaria de Constitución, que mangonean a su regalado gusto. Todo parece indicar que esa es la decisión tomada por la cúpula de Keiko y sus secuaces. Pensar que en algún momento, hace dos años, en Harvard, la fallida candidata presidencial del fujimorismo pretendió hacerse pasar por una progre, abierta a los derechos iguales para la población LGTB. Nada queda ya de ese devaneo lleno de falsedad.

El fujimorismo se decanta así por el oportunismo más evidente en la convicción de que se cosechará numerosos votos y apoyo financiero entre los numerosos activistas de la homofobia, tan alentados en los últimos meses por la prédica del fundamentalismo religioso de Cipriani y las sectas. A la vez, el fujimorismo pretende erigirse en el baluarte del conservadurismo cerril, brutal, "macho", bajo la cobertura falaz de una hipócrita "defensa de la familia".

Eso es lo que le ofrecen al Perú: una alternativa antediluviana, dinosáurica, antimoderna, además de sus ya conocidos y probados antecedentes dictatoriales y sus densas redes de corrupción. La homofobia se iza a tope ahora como una de sus banderas "más productivas". Pero se equivocan. La historia, es decir, las personas, la gente de nuestro Perú, muy especialmente los jóvenes, las nuevas generaciones, marchan en general por una vía distinta, bajo el signo de la tolerancia. No por gusto el fujimorismo es una de las pertinaces malas hierbas del pasado.

Podrán hacer lo que quieran en este Congreso que dominan con mayoría absoluta, pero finalmente no pasarán. Son tan ignorantes que no saben que los avances en materia de derechos humanos no pueden ser revocados, y esto está estampado en negro sobre blanco en la Convención Interamericana de Derechos Humanos, firmada solemnemente por el Perú. Si consuman el crimen de odio que han premeditado, privando a la población LGTB de la protección que les acuerda el Dl 1323, sólo lograrán meter al país en un embrollo internacional, en el cual quedarán absolutamente desacreditados y avergonzados, y que sólo se resolverá con el imperio del derecho.

Artículo de opinión de Ronald Gamarra publicado en el semanario Hildebrandt en sus trece el viernes 07 de abril de 2017.

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