Aquellos
de nosotros que trabajamos en la prevención de la violencia, nos dimos cuenta
al principio de la pandemia de que las medidas necesarias para contener
COVID-19, aunque esenciales, probablemente aumentarían los riesgos de violencia
contra los niños (y las mujeres). Las preocupaciones inmediatas se relacionan
con el aumento de la vulnerabilidad de los niños como consecuencia de las
órdenes de quedarse en casa, el cierre de escuelas, las presiones económicas
sobre las familias y el acceso limitado a los servicios de apoyo. Estamos
ansiosos por comprender cómo estaban cambiando los niveles de violencia para
que esta evidencia se pueda utilizar para orientar las políticas y los
programas, y en última instancia, evitar que se produzca tal violencia. No
obstante, la recopilación de datos sobre la experiencia directa de violencia de
las personas presenta desafíos éticos y metodológicos que pueden exacerbarse
durante la pandemia tanto por la necesidad de recopilar datos de forma remota
como por la propia crisis del COVID-19, que puede limitar los esfuerzos vitales
de remisión y respuesta.
Elaboramos
este documento para alentar a quienes encargan o emprenden investigaciones de
VAC a priorizar la generación de datos sólidos y procesables que puedan
conducir a un cambio inmediato de políticas y programas y mejorar el bienestar
de los niños y las familias. También esperamos que este documento describa cómo
se pueden emplear los conjuntos de datos existentes y los métodos alternativos
de recopilación de datos hasta que se eliminen los bloqueos y los servicios de
apoyo vuelvan a estar disponibles, lo que hará factible la recopilación de
datos en persona sobre la experiencia de la violencia.
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