
"Sabemos que los confinamientos y las cuarentenas
son esenciales para reducir el COVID-19. Pero pueden hacer que las mujeres se
vean atrapadas con parejas abusivas", destacó el titular de la ONU.
Si hace unos pocos días Guterres pedía un alto el
fuego mundial de todos los conflictos con motivos de la pandemia, en esta
ocasión destacó que la violencia no siempre se limita a los campos de batalla y
que la amenaza sobre mujeres y niñas se cierne precisamente en el lugar
"donde deberían estar más seguras: en sus propios hogares".
La combinación de las presiones económicas y sociales
provocadas por la pandemia, así como las restricciones de movimiento, han
aumentado drásticamente el número de mujeres y niñas que se enfrentan a abusos,
en casi todos los países. Sin embargo, incluso antes de la propagación mundial
del COVID-19, las estadísticas mostraban que un tercio de las mujeres de todo
el mundo experimentaban alguna forma de violencia en su vida.
El problema afecta por igual a las economías
desarrolladas como a las más pobres: casi una cuarta parte de las estudiantes
universitarias en los Estados Unidos afirmaron ser víctimas de agresiones
sexuales o comportamientos inapropiados, mientras que en algunas partes del
África subsahariana, la violencia en pareja suponía una realidad para el 65% de
las mujeres.
Una investigación de la Organización Mundial de la
Salud (OMS) detalla los preocupantes efectos de la violencia en la salud
física, sexual, reproductiva y mental de las mujeres: las mujeres que sufren
abusos físicos o sexuales tienen el doble de probabilidades de abortar y esa
experiencia casi duplica la probabilidad de caer en la depresión. En algunas
regiones del mundo, tienen 1,5 veces más probabilidades de contraer el VIH, y
existen pruebas de que las mujeres agredidas sexualmente tienen 2,3 veces más
probabilidades de sufrir alteraciones debidas al consumo de alcohol.
En 2017, unas 87.000 mujeres fueron asesinadas
intencionadamente, y más de la mitad por miembros de su familia.
La presión sobre los servicios obstaculiza la
respuesta
Según informaciones que maneja la ONU, desde el inicio
de la pandemia y en comparación con el año pasado, se ha duplicado el número de
llamadas a las líneas de ayuda en el Líbano y Malasia; en China se han
triplicado; y en Australia, los motores de búsqueda como Google experimentaron
el mayor volumen de consultas de ayuda por violencia doméstica de los últimos
cinco años.
Estas cifras nos dan una idea sobre la magnitud del
problema, pero sólo incluyen a los países en que existen sistemas de denuncia.
A medida que el virus se propague en países con instituciones precarias, se
prevé que disminuirá la información y la cantidad de datos y crecerá la
vulnerabilidad de las mujeres y las niñas.
Juntos podemos y debemos prevenir la violencia en
todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras
trabajamos para vencer al COVID-19, António Guterres, Secretario General de la
ONU.
La respuesta al incremento de la violencia es más
complicada que en situaciones normales por el hecho de que las organizaciones
encargadas de la respuesta a los abusos están sometidas a una enorme presión
por las exigencias que supone el combate a la pandemia.
"Los proveedores de salud y la policía están
desbordados y el personal escasea. Los grupos locales de apoyo están
paralizados o carecen de fondos. Algunos centros para víctimas de violencia de
género están cerrados; otros están llenos", dijo Guterres.
El Secretario General instó a todos los Gobiernos a
incluir la prevención y la reparación de los casos de violencia contra las
mujeres en sus planes nacionales de respuesta contra el COVID-19, y expuso
varias medidas que podían adoptarse para mejorar la situación.
"Juntos", concluyó el Secretario General de
las Naciones Unidas, "podemos y debemos prevenir la violencia en todas
partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras
trabajamos para vencer al COVID-19".
Recomendaciones de la ONU para la reducción de la
violencia doméstica
- Aumentar la inversión en servicios de ayuda en línea y
en organizaciones de la sociedad civil.
- Garantizar que los sistemas judiciales sigan
procesando a los abusadores.
- Establecer sistemas de alerta de emergencia en
farmacias y tiendas de comestibles.
- Declarar los centros de acogida como servicios
indispensables.
- Crear formas seguras para que las mujeres busquen
apoyo, sin alertar a sus abusadores.
- Evitar la liberación de prisioneros condenados por
cualquier tipo de violencia contra la mujer.
- Ampliar las campañas de concienciación pública, en
particular las dirigidas a hombres y niños.
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