Ciudadanos y ciudadanas, niños y niñas, trabajadores y trabajadoras... La duplicidad, una de las múltiples estrategias con las que cuenta el lenguaje inclusivo, ha sido tomada muchas veces como base para criticarlo con un rotundo "así no hay quien hable" y evitar de esta forma entrar en el fondo del asunto: la reclamación de las mujeres de que el uso del lenguaje les discrimina en muchas ocasiones.
En vísperas del Día Internacional de la Mujer, en Noticias ONU hemos querido conversar sobre este asunto con Ana García Álvarez, coordinadora de formación, divulgación y asuntos de género del Departamento de Gestión de Conferencias de las Naciones Unidas, quien ha participado en la creación de unas recomendaciones sobre el empleo del lenguaje inclusivo para los empleados de la organización.
Antes que nada, ¿qué es el lenguaje inclusivo?
Cuando hablamos del lenguaje inclusivo en cuanto al género, de lo que hablamos es de utilizar la lengua, ya sea bien en el oral o el escrito, de una manera que no discrimine ningún sexo, género o identidad de género. Entonces, de lo que hablamos es de utilizar el lenguaje de manera que no se perpetúen los estereotipos relacionados con el género; género entendido como constructo social que atribuye una serie de características a alguien por haber nacido como hombre o como mujer.
Existe la convención de que en el idioma español el género masculino engloba al femenino. ¿Esto es así? ¿Cómo funciona el género en español?
El género en español es interesante porque suele haber una confusión entre lo que es el género gramatical y el género sociocultural. En español hay un género gramatical, una categoría que se aplica a las palabras y tenemos masculino y femenino. Esto se puede manifestar con diferentes terminaciones, como la "o", que representa tradicionalmente el masculino, y la "a" que representa al femenino, pero también se puede manifestar como una oposición de palabras, por ejemplo, padre madre, o también existen lo que llamamos sustantivos epicenos que se aplican a ambos sexos, tanto al hombre o a la mujer, como por ejemplo las palabras víctima o persona.
Es cierto que el lenguaje utiliza las terminaciones de masculino o el género de masculino para englobar tanto a hombres como a mujeres. Esto es el uso del lenguaje, pero en nuestras guías de lenguaje inclusivo señalamos que habrá situaciones comunicativas en las que sea más recomendable hacer más explícito también el género femenino de los componentes de un grupo, no solo el masculino.
Muchas personas critican el lenguaje inclusivo como algo que es confuso o ininteligible por la repetición en muchas ocasiones de palabras como en el caso de ciudadanos y ciudadanas, niños y niñas... ¿Está usted de acuerdo? ¿Puede darnos ejemplos del lenguaje inclusivo?
En las recomendaciones teníamos esta cuestión muy presente y queríamos un poco desmitificar este entendimiento de lo que es el lenguaje inclusivo. Entonces, lo que hemos hecho es dar una serie de recomendaciones y estrategias para utilizar el lenguaje de una forma que no perpetúe los estereotipos de género y que sea más inclusiva, y las hemos agrupado en varias categorías, porque lo que nos interesa es la comunicación. Es decir, cómo usamos el lenguaje según la audiencia, el tipo del contexto de la comunicación, el tipo de texto o la comunicación oral.
La primera serie de recomendaciones que utilizamos en nuestra web es justamente evitar tratamientos discriminatorios. Y esto por ejemplo es muy fácil. Me gusta mucho comentar un ejemplo que se produce a la hora de componer paneles de expertos en las conferencias. Es lo que llamamos el tratamiento simétrico. Es decir, hay un fenómeno de la comunicación en el que vemos que es bastante común referirse al hombre por su título profesional y a las mujeres por su nombre de pila. Y lo que decimos es nuestras recomendaciones es quea la hora de presentar a ponentes en una charla tratémoslos de manera simétrica y no discriminatoria en cuanto al género. Esta es una estrategia del lenguaje inclusivo y no es farragosa, no complica la comunicación.
Del mismo modo, entendemos que siempre utilizar lo que llamamos la duplicación, sustantivos en masculino y femenino, cuando nos referimos a un grupo, puede complicar mucho la lectura o la conversación, pero también se puede utilizar estratégicamente para reconocer y dar visibilidad a las mujeres que están presentes en un grupo sin complica la comunicación.
Del mismo modo, entendemos que siempre utilizar lo que llamamos la duplicación, sustantivos en masculino y femenino, cuando nos referimos a un grupo, puede complicar mucho la lectura o la conversación, pero también se puede utilizar estratégicamente para reconocer y dar visibilidad a las mujeres que están presentes en un grupo sin complica la comunicación.
¿Cuáles son las principales directrices de estas recomendaciones?
Nosotros no las llamamos directrices sino recomendaciones porque justamente no estamos intentando imponer un estilo de comunicación solo estamos diciendo que si cambiamos el tipo de comunicación podemos promover mucho más la igualdad de género.
Como conclusiones, la primera es que cada lengua tiene sus estrategias, retos y oportunidades. Hemos hecho las guías en los seis idiomas oficiales, y no las hemos traducido de un idioma a otro, entonces las hemos pensado y diseñado en cada idioma, pero si hemos intentado que tuvieran una coherencia entre ellas.
Entonces, hemos identificado estrategias comunes y las hemos dividido en la no utilización de categorías discriminatorias, y luego en otras dos categorías: visibilizar el género cuando es relevante para la comunicación y no visibilizarlo cuando no es relevante. En muchos casos en que nos referimos a un agente desconocido que no sabemos si es un hombre o una mujer, podemos utilizar palabras genéricas en lugar de palabras con marca de género, por ejemplo, para ser más integradores. Por ejemplo, podemos hablar de funcionarios siempre, esto se entiende que engloba a funcionarios y funcionarias, pero también podemos hablar de funcionariado. Esto no quiere decir que en un texto no podamos utilizar funcionarios, pero sí que tenemos este otro recurso que esta palabra más amplia que engloba a personas de cualquier género.
Nosotros no las llamamos directrices sino recomendaciones porque justamente no estamos intentando imponer un estilo de comunicación solo estamos diciendo que si cambiamos el tipo de comunicación podemos promover mucho más la igualdad de género.
Como conclusiones, la primera es que cada lengua tiene sus estrategias, retos y oportunidades. Hemos hecho las guías en los seis idiomas oficiales, y no las hemos traducido de un idioma a otro, entonces las hemos pensado y diseñado en cada idioma, pero si hemos intentado que tuvieran una coherencia entre ellas.
Entonces, hemos identificado estrategias comunes y las hemos dividido en la no utilización de categorías discriminatorias, y luego en otras dos categorías: visibilizar el género cuando es relevante para la comunicación y no visibilizarlo cuando no es relevante. En muchos casos en que nos referimos a un agente desconocido que no sabemos si es un hombre o una mujer, podemos utilizar palabras genéricas en lugar de palabras con marca de género, por ejemplo, para ser más integradores. Por ejemplo, podemos hablar de funcionarios siempre, esto se entiende que engloba a funcionarios y funcionarias, pero también podemos hablar de funcionariado. Esto no quiere decir que en un texto no podamos utilizar funcionarios, pero sí que tenemos este otro recurso que esta palabra más amplia que engloba a personas de cualquier género.
Otro ejemplo, puede ser el de una de información que apareció estos días en Noticias ONU en el que se habla que se necesitan científicas, pues en la guía decimos que es mejor decir científicas, porque existe esa palabra en femenino para referirse a mujeres, que decir mujeres científico o científicos.
¿Puede darnos más ejemplos para evitar los estereotipos?
En la sección que hemos denominado evitar expresiones discriminatoria damos ejemplos de formas de tratamiento adecuadas. En español se desaconseja el uso de señorita porque implica definir el estado civil de la mujer cuando para dirigirse a un hombre se utiliza solo señor, entonces, es mejor utilizar señora para mujeres y señor para hombres.
Obviamente, recomendamos evitar expresiones abiertamente negativas que tienen que ver con el género; es decir, ‘los hombres no lloran” o “actúa como una niña” si actuar como una niña fuera algo negativo. Un ejemplo que no es en español, pero me gusta dar, nuestros compañeros de chino decían a la hora de preparar las guías que hay dos palabras para decir viuda y una tiene una clara connotación negativa que se puede traducir como “mujer de vida libre”. Entonces, los compañeros han dado este ejemplo como palabra a evitar.
También en cuanto a los cargos intentamos que concuerde el cargo con la persona que lo ocupa, por lo que aconsejamos informarse antes y si podemos descubrir quién es el director o la directora ejecutiva de una organización, hagámoslo para utilizar la versión gramatical correcta. Esto es importante cuando hablaba de que el masculino engloba el femenino: sí lo engloba, pero también un concepto del lenguaje inclusivo es dar visibilidad a las mujeres cuando no la tienen.
Esto es fácil de hacer en páginas web cuando nos referimos a una persona que ocupa un cargo.
Todavía vemos lamentablemente que se utiliza el masculino del cargo para referirse a la persona que lo ocupa, aunque sea mujer. Esto sí que tienen que revisarse y debemos utilizar la forma femenina cuando corresponde. En el caso de que no se sepa el referente al que nos referimos, el masculino genérico puede ser una opción, pero también lo pueden ser el uso de palabras más genéricas y en lugar de presidente utilizar presidencia, y otros términos de ese tipo.
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Fuente Noticias ONU: https://news.un.org/es/interview/2019/03/1451982
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